El jueves fuimos a ver la nueva puesta de "Toc Toc", todavía bajo la brillante dirección de la siempre eficaz Lía Jelín. Debo decir que esta segunda visión (sumada la versión cinematográfica española). me pareció mucho más aceptable y menos plomiza, tal vez anticipando el material con el que me iba a encontrar. El elenco brilla sin fisuras y presenta interpretaciones excelentes como la de Diego Pérez (Camilo), Gabriela Grinbalt (María Auxiliadora), pasando por Ernesto Claudio (Alfredo). Digámoslo una vez más: el elenco no desentona y da más de lo que promete. También está la bella Malena Figó (Lilí), Natacha Córdoba (Blanca) Diego Freigedo (Otto) y Gabriela Licht (la secretaria).
Aclaremos que el Toc del título hace referencia al Transtorno Obsesivo Compulsivo, y lo que parece una reunión de locos... efectivamente lo es. La cita: un consultorio de un afamado psiquiatra, el Dr. Cooper, quien nunca llegará, y los invitados, seis pacientes que padecen distintos tocs. Pero, son todos enfermos graves psíquicamente, pero esto no impide que se instale la comedia y que podamos reírnos con ganas de sus comportamientos. Uno padece el síndrome de Tourette, algo ligado a la coprolalia, lo que lo lleva a decir procacidades cada minuto (Alfredo), Camilo, taxista de profesión, tiene la manía de pasarse haciendo cálculos matemáticos complejísimos, mientras que Blanca, quien trabaja en un laboratorio lleva en sí la obsesión por la limpieza escrupulosa y a saber el contagio de cuanta enfermedad se le mencione. Este personaje ha sido bien explotado con el tema COVID, se presenta con barbijo y alcohol en gel y desinfecta toda superficie que toca, amén de abrir las ventanas para airear el ambiente. Lilí no puede obviar de repetir cada frase que dice dos veces, mientras María Auxiliadora, envuelta en el desenfreno místico tiene que cerciorarse infinitas veces sobre todo: desde si cerró la llave de gas o del agua como verificar si tiene sus llaves en la cartera. Otto, obsesionado por el orden y la simetría, no puede en cambio, pisar rayas. Sumados todos estos comportamientos, el cóctel es explosivo, y fue agudamente trazado por Laurent Baffie, el autor galo. Es especialmente efectiva la traducción y la adaptación al ámbito porteño.
La acción se estira un poco, sobre todo cuando deciden jugar a un juego de mesa, y más aún, cuando, ante la ausencia del galeno, quien se ha retrasado en su vuelo, deciden hacer terapia de grupo. Claro, este paso es necesario para comprobar que, ante situaciones extremas, cada uno pudo vencer su toc aunque más no sea por segundos. La terapia resultó exitosa, y todos se van conformes, incluso formándose una pareja o zanjando profundos enconos. Claro que para el final está reservada una gran sorpresa -tranquilos, que no la voy a revelar- que vendrá a dar vuelta todo. Sorpresa que para los que vimos "Bajo terapia" o "Terapia amorosa", no es tal.
Pero un gran regocijo y ganas de divertirse recorrió la sala chica del Multiteatro Comafi durante la función, en estos 11 años de representaciones de esta obra que bate récords, tal vez de forma un poco desmerecida...
Y gracias por leerme nuevamente hasta acá, espero sus devoluciones.
El Conde de Teberito (un crítico independiente).
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