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Ayer, en un veraniego día de invierno fui a ver esta obra que me tenía con ganas desde que se estrenó. Sumado a la presencia siempre atractiva de Karina K, que para mí es la mejor cantante de musicales, capaz de afrontar cualquier papel, y acá el reto era grande, no sólo interpretar a una anti-heroína, sino también el de llevar sobre sus espaldas la figura de una mujer envejecida y con kilos de maquillaje en el rostro y peluca. Recordemos un momento quien fue Yiya. "Yiya Murano, la envenenadora de Monserrat" asesinó entre el 3 de febrero y el 24 de marzo de 1979 a sus tres mejores amigas sirviéndoles bombas de crema preparadas por ella, envenenadas. Lo cierto es que Yiya les debía plata a las tres, que se la habían dado para que ella las alimentase en la bicicleta financiera de aquellos funestos tiempos y, ante el reclamo de éstas, decidió poner fin a la relación... mandándolas al otro mundo. Rápidamente se convirtió en una de las asesinas más conocidas y emblemáticas del país ya que no dejó medio de comunicación por mostrarse. Su desparpajo y cinismo la constituyeron como una de las primeras figuras mediáticas de la Argentina. Ella siempre negó su crimen, tanto ante la justicia como ante la opinión pública. Yiya pagó su crimen con 16 años de cárcel.
Ayer, en un veraniego día de invierno fui a ver esta obra que me tenía con ganas desde que se estrenó. Sumado a la presencia siempre atractiva de Karina K, que para mí es la mejor cantante de musicales, capaz de afrontar cualquier papel, y acá el reto era grande, no sólo interpretar a una anti-heroína, sino también el de llevar sobre sus espaldas la figura de una mujer envejecida y con kilos de maquillaje en el rostro y peluca. Recordemos un momento quien fue Yiya. "Yiya Murano, la envenenadora de Monserrat" asesinó entre el 3 de febrero y el 24 de marzo de 1979 a sus tres mejores amigas sirviéndoles bombas de crema preparadas por ella, envenenadas. Lo cierto es que Yiya les debía plata a las tres, que se la habían dado para que ella las alimentase en la bicicleta financiera de aquellos funestos tiempos y, ante el reclamo de éstas, decidió poner fin a la relación... mandándolas al otro mundo. Rápidamente se convirtió en una de las asesinas más conocidas y emblemáticas del país ya que no dejó medio de comunicación por mostrarse. Su desparpajo y cinismo la constituyeron como una de las primeras figuras mediáticas de la Argentina. Ella siempre negó su crimen, tanto ante la justicia como ante la opinión pública. Yiya pagó su crimen con 16 años de cárcel.
Fanática de la revista porteña que se ofrecía en El Nacional, hoy ese teatro la recuerda instalando al personaje en sus tablas, con una comedia musical escrita por Osvaldo Bazán con música de Ale Sergi y dirección de Ricky Pashkus y un elenco que forman la ya mencionada Karina K. (Yiya), Fabián Gianola (Jorge, su amante), Patricio Contreras (Ricardo, su marido), Tomás Fonzi (Fabián, su hijo) y las tres asesinadas: Virginia Kaufmann (Marta), Tiki Lovera (Susi) e Iride Mockert (Beba). Y para hablar de un tema tan espeso se ha considerado un formato jocundo y fecundo como mejor solución para tratarlo. Es por eso que estamos, ahora sí, ante una verdadera comedia musical. Debo decir que el libro de Bazán no es del todo sutil, ya que se nutre de los chistes que la supuesta Yiya había escuchado en la revista, de alto calibre procaz y con un lenguaje (el de ella) que no se caracterizaba por la mesura ni la delicadeza. Esto puede ser un buen aporte para algunos, ya que el público festejaba las bromas con grandes carcajadas y aplausos y yo (que también era público) decía: ¡cuánta vulgaridad, esto desmerece el virtuosismo de los actores!
Palabrotas aparte, es impresionante el trabajo físico y vocal que ejerce mi admirada Karina K. Su caracterización de Yiya es poco menos que perfecta, en cuanto al vestuario y maquillaje, contención física y expresión sonora. Es imposible sacarle los ojos de encima por un momento mientras está en escena, ella es el centro de la obra y se luce de una manera impresionante, atrapa todos los sentidos del espectador desde el primer instante, algo muy difícil de conseguir, que desde el minuto 1, ya estén en marcha los motores a toda altura para concentrar las expectativas. Por ser conocida la historia aquí lo que se modifica es el suspenso, ya no cuenta el "qué pasará" sino el "cómo pasará", en cuanto a forma de ser contado el cuento. Si bien la música es agradable y ágil, no estamos aquí frente a ningún descubrimiento musical, las canciones son lindas, difíciles de cantar algunas pero no hay ningún hit pegadizo que uno salga tarareando a la salida del teatro. Eso es mérito de Ale Sergi. Las letras de Bazán no desentonan y crean un momento muy poético cuando, guitarra en mano, el hijo canta, en un tono menor, su desesperación por ser hijo del amante de Yiya y no de su propio padre y de sentirse un nadie o una nada. Son muy armoniosas también las creaciones para dos o tres voces que ensamblan al mismo tiempo con distintas letras, y eso marca un puntaje muy alto para la obra y el canto. Todos los actores se desempeñan muy bien cantando, incluso Pato Contreras, a quien no recuerdo haberlo visto nunca haciéndolo, se defiende bastante bien. Las tres muchachas del coro de víctimas son igualmente eficaces y han sido bien seleccionadas.
La historia es bien conocida, Yiya se casa con un abogado pacato, enamorado y pesado (Pato Contreras), mientras tiene relaciones con su amante, Jorge (Gianola) y queda embarazada de éste. Yiya viene de alcurnia militar y se ha forjado dentro de ella una personalidad acorde, rígida (en su pensamiento y movimientos), admiradora de HItler y Musolini y no duda en pasearse con el brazo en alto cada vez que puede, creando escenas verdaderamente jocosas. Cuando baja a la platea a hablar con el público y a ofrecer sus "bombas de crema" (que por supuesto nadie acepta) juega entre la gente diciendo que tal o cual le hace recordar al Fhurer, o ese peladito tan simpático que me parece Musolini... Las situaciones de la bicicleta financiera está bien resuelta haciendo caer billetes del cielo y la de el crimen de sus "amigas" también, lanzándoles masitas/pelotitas y derrumbando a cada una de ellas. Si bien no es el colmo de la comicidad (hay escenas despobladas de ninguna broma) se puede tomar como un pasatiempo ligero, que no se esforzó mucho en hacer reír, sino sólo sonreir y deplorar las obscenidades (si bien estaban dentro de la estructura mental de Yiya). Como les dije, hay mucho trabajo de dirección en la preparación actoral de Karina K, y los demás la juegan más bien en piloto automático, y es por eso una labor encomiable y digna de verse. Cálidamente recomendable.
Y gracias por leerme nuevamente hasta acá.
El Conde de Teberito (un crítico independiente).
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