Teatrix lo hizo de nuevo. Esta vez estrenó (como obra restaurada) el musical "Tango Corrupto... y a otra cosa mariposa" y es verdaderamente excepcional. Con un cantor tanguero, Oscar Lajad, una cantante invitada, María José Rojas, de indudable acento orillero, dos bailarines que "le sacan viruta al piso": Rosalía Álvarez y Nicolás Tabares y una mini orquesta denominada "La Desvelada" (piano-contrabajo-violín-bandoneón) se arma el show. Y es un show eminentemente tanguero, si bien esto sólo es en mitad cierto. Digamos que la mitad de la música, porque para la letra se ha elegido textos de canciones sumamente populares, y hasta podríamos decir que son lúmpenes dentro de la música pop. Sí, porque van desde Raffaella Carrá hasta Rodrigo, desde Gaby, Fofó y Miliky hasta Ráfaga o las Ketchup. Y lo más admirable es que quedan bien. Se lucen como verdaderas letras de tango. El tango, música orillera en sus orígenes si las hay (sólo comparable con el jazz tocado por los negros de Nueva Orleans), tiene toda una tradición de amores contrariados y desgarrados, traiciones, engaños, el amor por la "viejita" y la fidelidad a los amigos. Todo eso aparece en estas letras que han decidido incorporar a la música tanguera y aparecen hasta destellos poéticos de esos que aparecían en los más sublimes exponentes de la tradición. Por eso me surge una pregunta: ¿es que estas letras se corresponden con el espíritu tangueril o es que una música adecuada, una voz de arrastre canyengue y melodioso pueden volver tango a cualquier esperpento? Porque esto último es lo que parece primar. ¿Qué tiene en común Gilda o Rodrigo con el tango? A primera vista nada. Pero es que esta combinación nos da toda la apariencia de correspondencia. Por eso sospecho que es más la entonación, la mirada que se pone sobre las canciones elegidas lo que las vuelve "barro del mismo fango".
Y empieza el espectáculo (grabado este año en Córdoba, en una especie de café concert) con la mismísima "Fiesta", que popularizara la Carrá. Al principio no se nota que está cantando esta canción, sólo cuando llega al estribillo ("Qué fantástica, fantástica esta fiesta, esta fiesta en la que descubrí su amor...") advertimos que estamos siendo vilmente engañados en nuestro oído musical. Y que todo en la velada va a seguir por el mismo rumbo. Y ya nos preparamos para escuchar las letras de Serrat, Sabina, Alberto Cortéz o Víctor Manuel, con su poesía indudable... pero eso no llegará nunca, y todavía no hemos descendido a lo más abyecto del lenguaje musical de nuestros tiempos. Por eso lo de corrupto. Porque lo que se corrompe es el lenguaje, el decir, el cantar, con letras aparentemente tontas o simples pero que guardan un destello de verdad en su alma. Es -salvando las distancias- como lo que hizo Jairo con "Corazón Contento", de Palito Ortega, que, cantada en otro tono, con otros acordes y respetando la letra, la elevó a una verdadera joya musical (búsquenla por favor en el CD. "Propio y Ajeno", no se van a arrepentir).
Sigue el espectáculo intercalando pequeños monólogos entre canción y canción, como aquel en que se reconoce salteño, y que la culpa de ser tanguero la tuvo el borracho Don Pachao, ya que días antes de parir le dijo a su madre, "ese chico que lleva en su vientre va a salir cantor de tangos". Y así resultó. Otro de los monólogos hace referencia a la forma de pedir un vino que tiene un porteño, un cordobés o un sanjuanino. El salteño lo pide con un desborde de poesía en su decir: se trata de decir lo mismo pero de otra forma. Y de eso es de lo que se trata este espectáculo. Seguimos con "Beso a beso", que hiciera famosa Paloma San Basilio y el tema siguiente es un cuarteto: "Lo mejor del amor", de Rodrigo, y hasta adquiere su poesía con los acordes tangueros y nos olvidamos que es un abyecto engendro musical. Como la canción que sigue: "Chindolele" que expresa un ritmo alegre que rompe un poco con el lamento del bandoneón y hace participar al público. Tal vez lo más surrealista de la noche llega con "Hola Don Pepito", de los payasos Gaby, Fofó y Miliky, que hasta queda bien y no desentona. Mientras, los bailarines hacen alardes de piruetas y firuletes, de buena presencia ambos.
Interviene María José Rojas para cantar la canción más famosa de Myriam Alejandra Bianchi, más conocida por Gilda: "No me arrepiento de este amor", y desgrana todo su erotismo y sentimiento en unos acordes bien de fuelle; continuará la misma María José con "Livin' la vida loca" que popularizara Ricky Martin pero sin desagradar al oído y en forma de valsecito criollo aparece "Don" (de "Miranda!") !!!, acompañada nuevamente por Oscar... y resulta que queda bien!!!
Sigue cantando Oscar Lajad y es el turno de "Sobreviviré", versión en castellano popularizada por Gloria Gaynor y es otro golazo, para internarse en el bajofondo de "Mentirosa", de los cumbancheros "Ráfaga" y ¡también suena bien! ¡¡¡Pero lo que hace este tipo es increíble, lograr que yo acepte escuchar temas que nunca habría pensado oír y que hasta me gusten!!! Luego desciende al lugar infantil, el de "Cantaniño" con "Como bolita" y vemos que también tiene componentes propios del género. Para irrumpir luego María José con otro éxito infantil: "Tengo el corazón con agujeritos", de "Chiquititas" (aunque se pronuncie "ahujeritos") y descubrimos que tiene versos de profundidad temática que pasaban desapercibidos (juro que las canciones no han sido modificadas en su letra).
Sigue una coreografía con los cuatro bailando (pareja de bailarines y dúo de cantantes) y cantando un extraño tango, mitad en castellano y mitad en inglés que ha sido creado para este espectáculo. Parece que se viene el final del espectáculo. Hay elogios para todos de parte de todos y el endulce del oído para las mujeres del equipo. Pero todavía no es momento de despedidas. El público aplaude y agradece el haberse visto engañados en su buena fe, el de haber pasado casi una hora y media escuchando sus temas favoritos en el lugar más insospechado.
Sigue la ronda de temas con "Ciega, sordomuda", de Shakira, en las voces de Oscar y María José, y descubrimos que la colombiana podría haber sido una gran tanguera. Para seguir luego, él solo, con "A quién le importa", que había sido interpretada por Thalía. Y en un bis, llegamos tal vez a lo más bizarro, el éxito del verano "Aserejé", de las españolas "Las Ketchup" con su texto imposible de descifrar y del cual no faltó quien dijera que contenía mensajes diabólicos. Y unido a esto viene María José a cantar el último éxito: "Despacito".
Con esto acaba el show pero no nuestro deseo de seguir escuchando estas extrañas versiones en la voz de uno de los últimos tangueros, que evoca a San Pugliese en sus últimas palabras. Un gran espectáculo sin lugar a dudas. Muy original y singular y la adaptación de las letras se debe toda a la mano maestra de Oscar Lajad. Realmente, para recomendar. Y no olviden que pueden ver el show haciendo click en el "Ver Obra"
Y gracias por leerme nuevamente hasta aquí.
El Conde de Teberito (un crítico independiente).
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