Vamos a decir desde un comienzo que esta película del 2018 dirigida brillantemente por Oriol Paulo, es un seco exponente del cine de suspenso, ese que ha derivado en llamarse thriller, y que cuenta con la luminosa presencia de Adriana Ugarte (la novia de Gerard Depardieu en "Enamorado de mi mujer"), la bellísima actriz española que es toda una garantía de éxito, acompañada en esta oportunidad por el Chino Darín en su incursión por el cine ibérico. Este film cuenta con un sinfín de vueltas de tuerca, una a cada instante, por eso no voy a contarlas acá todas porque desvirtuaría la sorpresa que requiere una buena película de intriga. Sólo digamos que la acción transcurre en dos tiempos paralelos que se desarrollan ambas dentro de una tormenta espantosa que dura exactamente 72 horas.
El prólogo de la película se sitúa en la casa de Nico Lasarte (Julio Bohigas Couto), un niño de 11 años aficionado a grabar video tapes en su época, que es la de el 9 de noviembre de 1989, justo el día en que por fin cayó el muro de Berlín. Esto funciona sólo a la manera de referencia histórica, ya que en nada incide en la acción. Están transmitiendo la noticia por la televisión cuando él la interrumpe para grabarse tocando la guitarra y cantando, algo que hacía muy seguido. Es de noche, su madre se ha ido, y él ve por la ventana cómo su vecino (el barrio donde viven se asemeja mucho al de "El joven Manos de Tijera", por la diagramación perfecta de sus calles, su pulcritud y orden, casi de maqueta de filmación), el correcto Ángel Prieto (Javier Gutiérrez) asesina a su esposa, HIlda Weiss (Clara Segura). Entonces se le da por cruzar la calle y meterse en la vivienda de el criminal para comprobar que la mujer ha recibido una puñalada en su estómago y yace en la bañadera. El asesino vuelve con implementos para cortar carne (sierras, cuchillos, serruchos) y la despedaza. El niño sale desesperadamente a la calle tras ser descubierto y al cruzar... ¡lo atropella un coche!!! El asesino, cuchilla en mano, cae derrumbado al comprobar que el niño está muerto...
Pero no se asusten, esto es sólo el comienzo y por esas arbitrariedades de la ficción se le dará una nueva oportunidad de vida a Nico. Ya en el futuro, la enfermera Vera Roy (Adriana Ugarte), que está casada con David Ortíz (Álvaro Morto) y tiene una niña pequeña con él, Gloria, viven una vida pasablemente feliz cuando se mudan a la casa donde viviera Nico Lasarte. Al principio todo marcha sobre ruedas, invitan a cenar al piloto de aerolínea y vecino y amigo de David, Aitor Medina (Miguel Fernández) junto con su madre, Clara (Nora Navas). Vera es la asistente de un importante neurocirujano de un sanatorio y éste le reprocha que hubiese abandonado sus estudios de medicina ya que sería la neurocirujana estrella de ese nosocomio de haberlos concluido. Hasta aquí presentados todos los protagonistas de este espectáculo, sólo falta el Chino Darín que se incorporará mediado el film. El caso de Adriana Ugarte es extraño. Es buena comediante, pero no excelente; es buena haciendo drama, pero no excelente; sólo se destaca por su hermosura que allí sí, es indeleble. Se podrá aceptar que es justa para este tipo de películas, donde la actuación no exige un gran desempeño, aunque acá se vea forzada a sentirse "extrañada" en buena parte del metraje.
Todo empieza a desfasar cuando David trae un viejo televisor y una cámara de video y cintas que encontró en la baulera. Las colocan, y allí puede verse al niño Nico tocando la guitarra. Le preguntan una noche de cena a Aitor quién sería ese chico y él les cuenta que era su mejor amigo, que habitaba la casa en dónde viven ellos y que murió atropellado por un coche una noche de tormenta. No sé cómo (no me pidan explicaciones de lo paranormal), pero en un momento, Vera logra conectarse a través de la televisión con Nico, y le dice que no salga de su casa esa noche porque acabará muerto. Éste se resiste, ya que ve el forcejeo de sus vecinos a través de la ventana. Se produce un contacto entre niño y mujer que los mantiene comunicados a través del televisor. Pero finalmente Vera se va a dormir... y cuando despierte nada ya será como había sido. Cuando llegue al hospital todos la llaman Dra. Roy, aunque ella trate de explicar que es sólo enfermera. Y le notician que la están esperando en la sala de operaciones para intervenir a un paciente del cerebro. Ella se resiste pero termina operando. El neurocirujano que era su jefe le indica cuál es su consultorio y le dice que ha estado rara desde que operó a una chica que no resistió la cirugía. Cuando va a buscar a su hija al colegio nadie la reconoce y niegan todo rastro de Gloria. Es más, cuando va a buscar ayuda entre los brazos de su esposo David, este no la reconoce y la hace sacar de su oficina. Vera se ha quedado oficialmente sin pasado, y todo por culpa de una tormenta y una extraña confusión de universos paralelos...
Ahí sí entra en el juego el Inspector Leyra (Chino Darín) y le dice que la ayudará a recuperar su identidad. Le hace las preguntas pertinentes y comprueba que ni su marido es tal ni hay rastro alguno de la vida de su hija. Es más, el vecino y amigo Aitor no la reconoce y no puede atestiguar sobre su pasado (que fue él quien se enamoró de ella en el tren, quien la llevó esa noche al cine en que conoció a David y como un flechazo se prendó de él). Estamos durante la tormenta nuevamente, y Vera sabe que tiene exactamente 72 hs. para recuperar a su esposo y a su hija. El único hecho que la conecta es Nico Lasarte, sabe que después de la conversación con él su vida dio un vuelco, y tratará de reencontrarse con él. El inspector le da el dato de una dirección en donde puede encontrarlo, que resulta ser falsa. Va a ver a David a su casa y éste está casado con otra mujer, de nombre Úrsula, quienes la sacan violentamente de la casa diciendo que los acosa. La policía acude, buscando a Vera, pero es ella quien se presenta ante ellos. Entretanto comprueba que el asesino, Ángel Prieto, se ha casado con Clara, la madre de Aitor, y sobre esa pista se pone a investigar. Sabe que el hombre ha enterrado el cadáver de su mujer en el matadero que es propiedad de él, y pasa esa información a la policía. En un operativo, comprueban que en el piso de el matadero se encuentran enterrados en una caja los restos óseos de una mujer y acusan a Ángel de asesinato.
Entretanto ha aparecido una escritora que publicó una novela basada en la conexión que tuvo el niño NIco Lasarte con una mujer del futuro a través de su televisor, y deciden, ella junto al inspector Leyra, entrevistarla. Ella les dice que es todo fruto de su imaginación, pero que si existieran dos universos paralelos podrían comunicarse dos personas de la manera en que lo describe en su libro. Ahora la única solución para Vera es encontrar a Nico, que ya debe tener aproximadamente la edad de ella. En la dirección que resulta ser falsa encuentra a David, en una cita amorosa con otra colega de ella, y comprueba que está engañando a su mujer.
Todo se complica de tal modo que parece que no hay una salida clara para el caso de Vera Roy. Pero sí, la respuesta está a la vuelta de la esquina, aunque no les voy a decir cómo. Si quieren saberlo tendrán que ver la película...
El film logra entretener (que no conmover, las lágrimas de ella no resultan convincentes) y logra crear tensión y atrapar al espectador con sus vueltas de tuerca, aunque la abundancia de estas pueden llevar a desorientarlo. El final es más bien inesperado, pero conforma a todos. Y la dirección de Orio Paulo, como dije, es ágil e inquietante, aunque sabe lo que busca. Realizar un film con visas de ciencia ficción y suspenso que es efectivo. Se deja ver, aunque no es la temática que yo prefiero a la hora de elegir película. Pero no está mal.
Y gracias por leerme nuevamente hasta aquí.
El Conde de Teberito (un crítico independiente).
No hay comentarios:
Publicar un comentario