jueves, 19 de septiembre de 2019

Mi crítica de "Lo Quiero Ya" (Teatro-Musical)


Esta vez la pegamos en Teatrix, ya que estrenó esta valiosa obra musical del teatro alternativo, hecha y resuelta con imaginación y una buena dosis de talento joven. Realizada sobre un libro de Marcelo Caballero y Martín Goldber y con música y letras de Juan Pablo Schapiro, quien también trabaja y toca el piano en la obra, y con un elenco entre 20 y 30 años, trata sobre el tema de la urgencia de los "millenials" por conseguir todo lo que se proponen con velocidades absolutas. La felicidad parece algo que no está contemplado en el proceso de vivencias de estos seres/personajes y la frustración está a la orden del día. Con sus teléfonos celulares coronando constantemente la acción se mueven por una escenografía pensada con algo de laberinto, quizá aquel en el que transcurren sus vidas y del que no pueden evadirse. Tanto la música como las canciones están bien pergeñadas, y la verdad que los registros vocales son todos de excelencia y tanto los rostros como los físicos de las chicas son muy bellos. Es difícil hacer una valoración estética de una por encima de la otra. Las chicas son mayoría en este elenco donde los varones escasean.
El hilo que los conecta es que son todos compañeros de la escuela, como se revela en la última escena y todos se conocen entre sí, salvo aquellos que se irán agregando a último momento. Por ejemplo la parejita perfecta y feliz, integrada por Malena (Candela Redin) y Alejandro (Salvador Romano), en lo que todo parece fluir armónicamente, y sienten que ya se han amoldado a una estabilidad que les permite enfocar sus vidas (ella es productora independiente y él no sabemos a ciencia cierta) terminarán llevándose a las patadas debido a una voz que vino a meterse en el teléfono de él y que irrumpió en la cómoda vida de Malena; esa voz fue la de Ana (Julieta Rapetta) una profesora de yoga desesperada por conseguir novio o entablar una relación, que le hace "atacar" a Alejandro. Hay quienes tienen la pareja resuelta pero la mayoría está desencantada y todavía a la busca, esto es lo que parece acosar el alma de estos jóvenes desesperados por emparejarse. Como la desorbitada Gisel (Lola Rossi), una chica con serios trastornos emocionales que trabaja en un peaje y dedica sus horas libres a concurrir a sus sesiones de terapia, y conoce al azar a Ivan (Nahuel Quimey), un mago aficionado que debe venderse por poca plata para ejercitar su arte ante una recua de chiquitos inadaptados que no saben apreciar sus trucos de magia o sus esculturas en globos. Todo esto está supervisado por un "gran hermano", el "asistente personal" Luis (Andrés Passeri) quien, por teléfono, va controlando la vida de todos y tomando decisiones por ellos. Por supuesto que estas "sabias" decisiones de un profesional, suelen ser las más erradas que puedan encontrarse. Le falta cintura de psicólogo o por lo menos de relacionista público, sólo sabe poner paños fríos a las situaciones y mandarlos a callar con el mayor sigilo.
La felicidad es lo que se busca, desde ya una completud desde el plano profesional y amoroso, pero es lo que menos visita la vida de estos "adolescentes tardíos" (ya que la adolescencia suele contemplarse en la generación que transcurre, hasta los 25 años, según los psicólogos especialistas) o al menos jóvenes en formación. Es notable también, rasgo de esta época, el bajo nivel de frustración que poseen todos, con el "lo quiero ya" como slogan perverso, y si no es así, la vida no vale un centavo. Se sienten ahogados en su propio caldo y no ven la salida por ninguna parte. Tal vez por eso es que terminen todos con una canción desesperanzadora donde "la vida es una mierda", según entonan todos a voz en cuello, en parte porque sus celulares se han quedado sin batería y no pueden comunicarse.
Algo por el estilo le pasa a Guadalupe (Macarena Forrester), médica recibida quien está haciendo su residencia y después de extenuantes guardias sólo piensa en dormir, ayudándose por psicofármacos autorecetados que la ponen en brazos de Morfeo. Agravado por haber visto morir en su sala de operaciones a una joven embarazada a la que hubo que practicarle una cesárea de urgencia por su defunción, para dar a luz a un bebé de sólo cinco meses, con el agravante de tener que dar la noticia a su marido y a sus dos hijos más pequeños. Todo por una mala praxis que había cometido un médico anterior. Todo no puede ser más desmoralizador. Como así la vida de Mia (Lucian Gilbert) aspirante a actriz quien se presenta a un casting para grabar "La Casa de Bernarda Alba" para televisión y se prepara para el personaje de Adela, entrando en competencia con Sofi (Vicky Condomí Alcorta) una rubia que estudió modelaje y no tiene bien definida su vocación como actriz, pero se presenta al mismo casting y les otorgan, a la rubia el papel de Adela y a Mía el de Martirio. A pesar que la modelo es una matraca como actriz, el joven videísta encargado, Walter (Sacha Bercovich) la confirma a ella en el rol mientras que a Mía promete "llamarla". Todo es excusa para hacerse un levante con Sofi e invitarla a salir, lo cual descorazona a esta ya que se ve impulsada a estar con alguien que no le gusta por aceptar un trabajo que tampoco le gusta. Una situación similar es la que envuelve a Inés, una estudiante de universidad vitalicia, quien se ve llevada a dar el mismo parcial una y otra vez sin lograr aprobarlo. El tema que desarrolla en el oral es muy particular, ya que habla de la elección y del libre albedrío, lo que llevó a Adán a cometer el pecado original, por no poder haberse resistido a la tentación. Y puntualiza que la traducción de los textos bíblicos está mal, ya que no se habla de "la" serpiente sino de "el" reptil, haciendo recaer la culpa en una mujer y no en un hombre. La "zanahoria" que nos impulsa a seguir adelante -dice- es en realidad el deseo, o el destino, lo que está muy bien contextualizado con lo que les pasa en realidad a estos jóvenes. Van detrás de un premio en recompensa vaya uno a saber por qué, cuando lo que los mueve es el deseo, ese motor que impulsa a todos los seres humanos a encontrar su lugar en el mundo, su rinconcito de pertenencia, algún espacio en el cual sentirse valorados y reconocidos. Es lo que afecta a todos y cada uno de los personajes que pueblan este relato cantado y bailado. Como el caso del músico frustrado Kevin (Juan Pablo Schapiro), quién está sirviendo cafés en un lugar de comidas rápidas cuando su vocación es tocar el teclado y encontrar una melodía que lo haga pertenecer a los hits del momento más de diez minutos, por supuesto sin lograrlo.
Entre toda esta manada de post adolescentes se propaga la desazón y el descontrol al final de la obra, cuando alguien se asoma a preguntar "¿qué es lo fundamental para tu vida?", pregunta filosófica si las hay, y por la cual todos se desgañitan por contestar sin saber muy bien en verdad por donde empezar a preguntarse. Los compañeros de escuela terminan todos peleados, incluso aquellos que son pareja, porque sienten un profundo desazón con sus vidas y con su modo de estar en el mundo. La conformidad parece algo inalcanzable, así como la felicidad, el bienestar, la paz de alma, la tranquilidad, todos están en pos de esa zanahoria que todos quieren alcanzar pero que no saben muy bien a dónde los conduce. Y así, entre risas y llantos, entre quejas y esperanzas, se manifiesta este "Lo quiero ya", que se ha instalado ya como un grito de batalla entre tanto joven extraviado y que no sabe a donde ir a parar con sus huesos, aunque le parezca tenerlo todo resuelto.
Muy recomendable para ver en familia y discutir. Con mucho talento y muy buenas voces. Y pueden verla desde acá mismo haciendo click en "Ver obra".
Y gracias por leerme nuevamente hasta aquí.
El Conde de Teberito (un crítico independiente).



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