Ahora Teatrix nos somete al suplicio de tener que ver esta comedia de última (iba a poner de cuarta, pero me pareció muy alta la vara), bueno es saber que existen Los Macocos para no ir a verlos jamás. Habiendo tantas buenas comedias en el teatro argentino, tener que soportar esta porquería, llena de guarangadas totalmente gratuitas, actuaciones sobreactuadas (permítaseme el oxímoron), altisonantes y desfasadas, un argumento endeble y chistes de churrasquería, no tiene perdón de Dios (o del Diablo, vaya uno a saber). Los integrantes de esta banda de delincuentes son cuatro, a saber: Martín Salazar, Daniel Casablanca, Marcelo Xicarts y Gabriel Wolf, con la lamentable dirección de Sebastián Irigo, alguien que no sabe un ápice de lo que es el teatro ni el buen gusto. Una basofia por donde se la mire, se hace interminable la hora y diez que dura el espectáculo, aunque se escuche al público reír con ganas y rubricar cada "ocurrencia" con un aplauso.
Voy a ser breve en explicar el (escaso) argumento. La familia Albornoz está integrada por el padre, Pedro, la madre, Graciela, dos hijos Carlitos y Noemí y la abuela Dora. De buenas a primera el padre recibe un telegrama de despido de su trabajo y tiene que soportar los inefables insultos de su suegra (siempre muy subidos de tono). Consecuencia, le da un ataque y queda inmovilizado con un respirador que cuesta 2000 $ diarios mantenerlo. Pronto se hace imposible pagar los servicios y vienen a cortarlos, pero la abuela vende los servicios prostibularios de su nieta en favor de que no le suspendan los suministros. Loo único que la interesa a Dora es no quedarse sin cable para no perderse su programa del adorado Ernesto, un comerciante de la televisión que hace de su vida un show (hasta tenemos que verlo sentado en un inodoro haciendo sus necesidades). pronto hacen efectiva la amenaza y cortan todos los servicios. Ell hijo empieza por vender su sangre, luego su riñón y por último su córnea, hasta quedar de él sólo su cerebro y un ojo, mantenido en un frasco con formol. La hija, cansada de tanto tragar esperma (así como se los cuento), decide irse de su casa y hacerse de la Policía Financiera Argentina, por lo que termina arrestando a su propia madre y abuela. Este es el "ingenioso" argumento de una "comedia costumbrista" desmedida, histérica, procaz y totalmente prescindible.
Las actuaciones presentan vergüenza ajena y son por demás ridículas y reiterativas. El ritmo de la obra, si bien es sostenido se vuelve cansino y ataca los nervios. Pueden pasar sin verla tranquilamente, de todas formas yo acá se las envío por si quieren comprobar lo que les digo. Nada más. R.I.P.
Y gracias por leerme nuevamente hasta aquí.
El Conde de Teberito (un crítico independiente).
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