Ayer, domingo, pude al fin ver el suceso teatral del año: "Nuestras Mujeres" protagonizada por Gullermo Francella, Jorge Marrale y Arturo Puig. El resultado fue mejor de lo que esperaba. Yo había visto la película francesa del 2015 basada en la obra y protagonizada por Daniel Auteuil, Richard Berry y Thierny Lhermitte, dirigida por Richard Berry, y me había quedado sabor a poco. Pero es bien sabido que cuando un texto cae en las manos de Javier Daulte como director, éste sabe sacarle todo el jugo cómico posible. Así había pasado con "Un Dios Salvaje" hace unos años, que después Roman Polansky la llevó al cine convirtiéndola en un verdadero plomazo, es teatral la versión cinematográfica pero sin la mínima pizca de humor, hizo un drama con ese rico texto. Acá Daulte la presentó como una comedia desmelenada del principio al fin. Lo mismo ocurre con la que nos convoca, de la que supo explotar hasta su mínimo detalle. Las preguntas que afloran de la obra podrían ser, ¿cuál es el verdadero valor de la amistad? ¿cuánto somos capaces de sacrificar por un amigo verdadero? ¿cuál es el límite entre decencia y banalidad, entre mentira y verdad? ¿es posible llevar una vida de relación sin caer en la hipocresía?. Todos estos interrogantes y muchos más son los que plantea la pieza, en medio de carcajadas genuinas. Acá se respeta el valor más verídico y genuino de la verdadera comedia y está sabiamente conducido.
Lo primero que nos llama la atención es la amplia escenografía a telón abierto: es un departamento burgués con todas sus comodidades y dependencias, cocina, living, biblioteca (o mejor dicho discoteca), entrada. Un escenario tan pulcro como frío (según lo define Pedro, uno de los personajes), le falta vida, le falta uso, todo está en perfecto orden, donde tiene que estar cada cosa y sin una mínima mota de polvo. Entrada la acción descubrimos a Max (Francella, desafectado, lejos de su "papucho" o de las sitcoms de TV, después de las experiencias actorales de "El Secreto de sus Ojos" y "El Clan", lo vemos componer un personaje) y a Pedro (Marrale, como siempre excelente, es el verdadero capo cómico de la obra, como lo viene demostrando desde hace mucho, tal vez desde "Baraka"), preparando la cena para lo que será su reunión de los viernes para jugar a las cartas. Están esperando a Toni (Arturo Puig, de menor intervención en la obra, pero igualmente solvente en sus breves parlamentos), quien lleva ya más de 45 minutos de retraso, algo desacostumbrado en él. Hablan de mujeres. Max, con su eterna novia Carmen, quien se ha ido de la convivencia porque no se soportaban, es una verdadera "hinchapelotas", quien ha prometido volver, siempre que Max la reciba, después de un plazo establecido; y Pedro con su esposa Karina, una eterna somnolienta que pasa su vida de matrimonio durmiendo y con quien no se dirige la palabra hace ya mucho tiempo. Max es radiólogo y Pedro es médico traumatólogo. Al fin llega Toni, rojo, despeinado, descompuesto y tira la bomba, ha matado a su mujer Adriana por estrangulamiento. Todo empezó porque la encontró hablando por teléfono con un hombre con el que se reía y colgó al entrar Toni a la pieza. Después vinieron los cachetazos por parte de ella y el ahorcamiento por su mano. Estupendo Puig, le creemos su descompostura visceral y su desasosiego, viene a tomarse todo el whisky y a combinarlo con pastillas sedantes, de las que toma un buen puñado, y como resultado de eso cae rendido de sueño, un sueño que durará casi toda la obra.
Lo primero que surge en Max es denunciarlo a la policía, porque "si lo encubrimos y después cae él, caemos nosotros también", Pedro tiene una actitud contraria. A lo largo de la ausencia de Toni por su somnolencia, se quedarán solos Max y Pedro e irán desnudando todas sus verdades, como las capas de una cebolla y quedarán expuestas mentiras e hipocresías. "No me gusta todo lo que te gusta a vos, y lo que no te gusta me gusta, sólo porque no te aguanto", le dice Pedro a Max, a quien acusa de gustarle sólo los cantantes muertos, ya que Max es fan de Sinatra. Después de una hora de reproches mutuos y de ferocidades extremas (todo sazonado a la más pura carcajada) cae otra bomba: suena el celular de Toni y lo atienden, es Paula, la hija de Pedro. ¿Por qué llama la hija de Pedro a Toni? ¿Acaso tiene un romance con él? ¿Se están encamando juntos? Pedro se sale de sus casillas y ahí los roles se invierten, es él ahora quien decide denunciar a Toni, y en cambio Max se muestra más comprensivo. No vamos a contar más porque sería desvelar el final de la obra, y habrá quienes todavía no la vieron.
Yo la recomiendo enfáticamente porque se pasa una hora y media con carcajadas limpias y un muy buen timming de comedia, y porque vale la pena ver a estos tres monstruos de la actuación en su salsa, y además uno sale con preguntas para hacerse y reflexiones que llevarse a casa. Siempre las obras de teatro que nos invitan a reflexionar son mejor bienvenidas que aquellas pasatistas que no lo hacen. Puedo decir que al final de la obra uno sale realmente convencido y conmovido por la suerte de estos tres personajes en una situación extrema, pero que bien podría vivir cualquiera de nosotros. Como dije antes, tanto la funcional escenografía como la luminotecnia y la música se llevan también las palmas.
La entrada es cara (600 $) pero puede uno conseguirla en Ticket por 380 $ y es un ahorro considerable, tanto más si se va en pareja al teatro. Bueno, me quedan muchas cosas en el tintero, pero no quiero abrumarlos. Sólo recomiendo enfáticamente "Nuestras Mujeres", una obra que engalana nuestra cartelera y que resulta un buen pasatiempo no para divertirse, como he explicado otras veces (ya que "divertir" es apartar de lo importante), sino para "pasarla bien", que es otra cosa muy diferente.
Y gracias por leerme hasta acá nuevamente.
El Conde de Teberito (un crítico independiente).
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