martes, 9 de mayo de 2017

Mi crítica de "I.D.I.O.T.A." (Teatro)

El domingo, en medio del temporal, fui a ver esta obra de Jordi Casanovas, y hoy, un día después del corte de luz que me duró 24 hs. pasó a hacer la correspondiente crítica. La obra me vino como regalo de cumpleaños de una amiga y la verdad que le estoy infinitamente agradecido, por fin volví al teatro valioso nuevamente.
Ver "I.D.I.O.T.A." es una experiencia shokeante, un descenso a los Infiernos del Dante, es toparnos con una ideología siniestra que expresa lo peor del ser humano (¿ser humano?). Es un estudio que realiza una supuesta institución ("Instituto Dedicado a la Investigación de la Obediencia al Tratamiento de la Autoridad", pero no confíen mucho en mi memoria ya que esto no está en el programa de mano y sólo sale proyectado en la pared dos minutos al finalizar la obra, así que tal vez no sea exacto, pero el concepto es ese, y completa la sigla de "I.D.I.O.T.A.") sobre un ser cualquiera, en este caso Carlos Varela (Luis Machín), dirigido por una psicóloga de ascendencia alemana, Doctora Edeltraud, que bien podría pasar por una jerarca nazi. Él es un hombre con deudas y sin plata, que ha pedido un crédito que no puede devolver y para colmo con su taxi ha provocado un choque en cadena por el que es demandado. La consigna de la obra es "¿Hasta dónde serías capaz de llegar por dinero?" y creo que eso resume todo el espíritu de la obra. El egocentrismo, la ambición desmedida, pero también la compasión, la repulsión por el mal, la identificación con el otro, el cuidado por los seres queridos afloran en este individuo de mediana edad al que se lo somete a contestar acertijos. La plata, es decir el poder, nos puede llevar a extremos impensados, de lo que también se puede hacer una lectura política muy acorde en estos tiempos en donde las voluntades se compran, el poder desmedido se alía con las riquezas mal habidas y los bolsos se revolean por encima de los conventos.
La Doctora está jugada por una estupenda María José Gabin (de las recordadas "Gambas al Ajillo", hija del también célebre pintor Pérez Celis -o Celis Pérez, para decir su nombre correctamente-), a fuerza de talento los dos intérpretes se ganan la obra y una más que merecida ovación final. Pueden llevarnos de la comedia más desopilante a un drama existencial en donde todas las puertas están cerradas, en un abrir y cerrar de ojos, en poco menos de una hora y media y sin mediar transiciones. Las preguntas que se le formulan a este sujeto ingresado en un pabellón herméticamente cerrado del que no podrá salir hasta terminar la prueba, son preguntas sencillas, pero con "trampita", no se resuelven con el modo ordinario de pensamiento sino con el pensamiento lateral, es decir, utilizando el hemisferio del cerebro más ligado a la intuición y a la creatividad. La primera pregunta que se le formula es la siguiente: "Si un hombre con una pala hace un agujero en una hora, dos hombres con dos palas dos agujeros en dos horas, ¿cuanto tardará un hombre en hacer medio agujero?". La respuesta merece su consideración, y a pesar que Varela se devana los sesos no consigue dar con la respuesta: "No se puede hacer medio agujero, se hace uno o no se hace ninguno". Esto no le trae inconvenientes aparentes. Pero en las siguientes preguntas, por cada error algunos de sus familiares sufrirán un daño irreparable. Y esto es filmado en vivo y proyectado en la ingeniosa y excelente escenografía que envuelve el escenario.
En un principio el acuerdo era por 50.000 $, lo que le venía muy bien a Carlos Varela, pero luego de que a su primo le amputaran un dedo y se lo metieran en el traste (como le había jurado él en una discusión, que la Institución tiene registrada, así como tiene registrados todos los pormenores de su trato con la familia completa) la suma va a ascender a 250.000 dólares, en donde él cede y quiere seguir participando. Por supuesto, la segunda pregunta la contestó mal y por eso el destino de su odiado primo y de la cantidad de dólares (le serán entregados sólo si llega hasta el final del experimento, no importa si conteste bien o mal, si contesta mal los únicos que lo padecerán serán sus familiares directos) y la tercera también la contesta mal, justo cuando están por tirar a su tía paralítica que está en un geriátrico, con su silla de ruedas a la piscina, se le da otra oportunidad y ese castigo no se concreta. Pero luego ponen en juego la vida de su padre, y ahí, aguijoneado por la presión y la desesperación, milagrosamente empieza a contestar bien. Esta ideología bien cerca está de la utilizada en los campos de exterminio nazi o en regímenes igualmente totalitarios. El sadismo que desprende cada una de las propuestas nos hace compadecernos y padecer con el pobre Carlos Varela, que por más que intente detener el proceso este ya se ha desencadenado y sólo la última respuesta será su liberación. No importa que llore, grite (está siendo registrado por tres cámaras y un micrófono), se tire al suelo o trate de ahorcar a la "Doctora" (Frankestein). En un momento de máxima tensión aparecerá un revólver en escena, el que será empuñado por Edeltraud sin hacerlo funcionar y él amenace con matarla a ella y luego suicidarse.
Por eso decimos, el que vaya buscando una comedia, que apunte para otro lado, porque después de cierto tramo de la obra se vuelve muy densa y hasta casi imposible de soportar para espíritus delicados. Afortunadamente todo termina pronto y bien para todos, pero el proceso y la trama han demostrado que la ambición desmedida no conoce barreras y puede poner en juego lo más preciado. Es en algún sentido como ese experimento que se hacía en psicología sobre la "Obediencia a Órdenes Criminales" en el que los individuos debían aplicar mayores descargas eléctricas a una persona siempre que esto fuera mandado por un superior (en grado, en conocimiento) y que esto se realizaba sin la menor culpa. Algo parecido a la Obediencia Debida.
Debo decir, por último, que el adaptador y director de esta maravilla escénica es el siempre efectivo Daniel Veronese y que logra su cometido con creces (oia, salió en versito) llevando a toda la audiencia hasta el límite de lo soportable, siempre de la mano del buen gusto y de la pericia. Como dije antes los actores están impecables, así como la escenografía, la iluminación y el diseño de video.
Un excelente para esta propuesta que recomiendo con toda mi alma.
Y gracias por haberme leído nuevamente hasta acá.
El Conde de Teberito (un crítico independiente).

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