Comenzando mis análisis de los films del gran Alfred Hitchcock para un próximo seminario, arranco con éste, su tercer film como director, perteneciente a la época muda en Inglaterra, y que vendría después de otras dos películas con su dirección: "The Pleasure Garden" y "The Mountain Eagle". Aunque hasta aquí no había logrado concretar lo que en verdad quería. Toda su vida consideraría que su verdadero inicio como director no comenzó hasta su tercer film: "El Vengador" ("The Lodger").
"Fue la primera vez que ejercí mi propio estilo", declaró a Francois Truffaut en el célebre libro de entrevistas que éste le realizara. Es cierto que esta película marca su primera incursión en un género del cuál se convertiría en uno de los especialistas indiscutidos: el suspenso. Y el principio mismo de la trama prefigura muchas obras maestras que luego filmará: un hombre sospechado de un asesinato que no cometió, debe demostrar su inocencia. "El tema del hombre injustamente acusado otorga a los espectadores un mayor sentimiento de peligro -explicará el director-, porque se imaginan más fácilmente en la situación de ese hombre que en la de un culpable que está escapándose".
Michael Balcon, el dueño de la Gainsborough, fiel productor de HItchcock, está en el origen de la película. En la primavera de 1926 le envía al cineasta una novela titulada "The Lodger", firmada por Mrs. Belloc-Lowndes, seudónimo bajo el cual se ocultaba la hermana del gran novelista católico Hilaire Belloc. El libro es excelente: además será adaptado tres veces más a la pantalla, en 1933, por Maurice Elvey (con Ivor Novello), en 1944 por John Brahm (con Laird Gregar), y en 1954 por Hugo Fregonese (con Jack Palance).
Pero volvamos a la versión de HItchcock: entusiasmado por la historia, colabora en la redacción del guión con Eliott Stannard. En apenas poca más de un mes el libreto está listo. Más aún: Hitchcock dibujó cuidadosamente cada plano con la ayuda del ilustrador. Esta historia, inspirada en crímenes cometidos por Jack el Destripador literalmente lo apasiona. Ve todo el provecho que puede sacar de ello: por fin va a poder dar rienda suelta a su gusto por el expresionismo. "El Vengador" es la primera película en la que aproveché lo que había aprendido en Alemania", explicará. Por otra parte, después de dos intentos desafortunados, finalmente encuentra la oportunidad de poder expresar sus obsesiones. "El Vengador" es también el primer film de Hitchcock en el que se pueden observar esposas: "Considero que psicológicamente la idea de las esposas tiene un gran alcance -explicará a Truffaut-. Es el símbolo más inmediato de la privación de la libertad, pero pienso que también tienen una relación secreta con el sexo. Cuando visité el Museo del Vicio, en París, en compañía del prefecto de policía, observé constantes aberraciones sexuales por medio de la restricción, de la obligación..."
Además, "El Vengador" marca la aparición de un tema que atravesará toda la obra del director (hasta el punto de convertirse en el tema de "La Ventana Indiscreta"): el voyeurismo. Se manifiesta en el personaje de la madre, que espía sin cesar a su inquilino y que no duda en escuchar, detrás de la puerta o desde lo alto de la escalera, las conversaciones entre Daisy y Joe o entre Daisy y el inquilino.
Satisfecho con el sesgo que toma la preparación del film, Michael Balcon está muy decidido en acordar todas las facilidades posibles a Hitchcock. Entonces contrata para el papel principal a Ivor Novello. Es un triunfo de peso en el plano comercial, puesto que el actor es una de las grandes estrellas de la época. Pero HItchcock enseguida cambiará de idea: ¡no es cuestión de transformar a Novello en un asesino! En un primer momento, sus agentes incluso se habían negado a que fuera sospechado de malhechor. "Este fue uno de los problemas que debimos enfrentar con el sistema de estrellas -comentará con fatalismo el director-: sucede a menudo que la historia se ve comprometida porque la estrella no puede ser mala. En el final que había imaginado, quería que Novello se fuera por la noche y que nunca supiéramos si era o no culpable". Contrariado por tener que ceder a semejantes imperativos, Hitchcock se vengará a su manera al preparar una de sus farsas cuyo secreto siempre tuvo. A propósito, filmará a Ivor Novello, homosexual declarado, de manera en la que parezca que lleva un ramito de flores en la cabeza, dado que "flower" es una de las palabras empleadas familiarmente para designar a un homosexual. Hitchcock responderá simplemente al escritor Rodney Ackland, que lo interrogaba acerca del gag: "Era demasiado tentador. No pude resistirme..." Por otra parte, el film está lleno de guiños sobre la vida privada del actor: "Estoy contento de que no le gusten las chicas", dice a propósito de él Joe, al comienzo. ¡Cuánta malicia ya tenía HItchcock!
A principios de julio se terminó la filmación. Michael Balcon estaba entusiasmado con el trabajo de su protegido. En ese momento entra en escena Graham Cutts, el director estrella de la Gainsborough: cubre a Balcon de insultos en contra de Hitchcock: "Nunca se había quejado mientras 'Hitch' le servía de factótum, e incluso había apreciado sus cualidades de asistente- recordará Balcon-, 'Hitch' no lograba comprender por qué Cutts lo odiaba tanto: tuve que explicarle que no tenía nada que reprocharse y que se trataba simplemente de celos. 'Hitch' triunfaba demasiado rápido a los ojos de Cutts, que comenzaba a verlo como un rival peligroso".
El problema es que Cutts no se conformaba con decir a Michael Balcon que "El Vengador" es una catástrofe, se lo repite a quien quiera oírlo. Peor aún: no deja de golpear sus críticas en los oídos de C.M.Woolf, el distribuidor, muy dispuesto a escuchar estos comentarios porque también odia a Hitchcock. Al final de la primera proyección de "El Vengador" sucede lo que tiene que suceder: C. M. Woolf considera que el film es inexplotable: "Es tan malo que hemos decidido que sería mejor guardarlo en el cajón de los recuerdos", le suelta a Michael Balcon. Hitchcock había presentido la mala jugada: hubiera preferido engañar su angustia yendo a un paseo por el West End de Londres con su mujer Alma antes que asistir a la proyección.
Para Hitchcock el golpe es duro: como sus dos películas anteriores no tuvieron un distribuidor su carrera de director parece irremediablemente comprometida. Para Michael Balcon también es una catástrofe: "El Vengador" le costó 12.000 dólares y cuenta con ese film para sacar de apuros a las cajas de la Gainsborough, que están lejos de estar llenas. Imposible para él dejar dormir la película en un cajón. Obligado por la situación desesperante, el productor debe encontrar una solución. Y la encuentra: apenas veinticuatro horas después de la terrible secuencia, almuerza con Ivor Montagu, quien salvará a la película y a la compañía del desastre. Ivor Montagu es un hombre de un destino bastante extraño: hijo de un banquero reputado de la City, estudió zoología antes de lanzarse al cine. Después de haber trabajado como crítico, se especializó en los intertítulos y creó el primer sindicato británico de técnicos de films.
La película de HItchcock entusiasma a Montagu, quien es sensible a su originalidad y su modernidad. Hitchcock logró algunas lindas astucias técnicas. Fue así como, cuando la dueña de la casa oye al inquilino caminar por el piso de arriba, ella lo "ve" en lo que se cree ser una sobreimpresión. De hecho, el director había hecho colocar un piso transparente. Pero Balcon no espera sólo cumplidos, quiere propuestas para mejorar el resultado. Montagu le recomienda entonces algunos ajustes en el montaje y le sugiere contactar a E McKnight Kauffer, un diseñador norteamericano instalado en Londres, especializado en la composición gráfica de intertítulos. Además la cantidad de intertítulos será ampliamente reducida: ¡pasará de trescientos a ochenta!
Cuando Balcon transmite los comentarios de Montagu a Hitchcock, este último no manifiesta la menor hostilidad. Es cierto que no estaba en posición de rechazar lo que fuera. Contra cualquier expectativa, sus relaciones con Ivor Montagu serán, además, en general buenas: incluso llegará a contratarlo como montador para sus dos siguientes películas, "Dowenhill" y "Easy Virtue". Pero no hay que esperar que Hitchcock compartiera los honores: el hombre no es de los que confiesan sus debilidades, ni siquiera cuando debe dar marcha atrás. En sus entrevistas con Truffaut se contentará, por ejemplo, con decir que los dirigentes del estudio "volvieron a ver el film y quisieron hacer cambios . Acepté efectuar dos." ¡Linda manera de reescribir la historia!
Sin embargo, el film es claramente mejor. Pero, ¿cómo hacer para que C. M. Woolf se arrepienta de su decisión? Seguro de sí,, Michael Balcon invitará a los periodistas a una avant-premiére y todos saludarán el trabajo de HItchcock. Resultado: todo Londres patalea para ver esta obra que se dice tan original. Y como Ivor Novello acaba de obtener otro éxito en la pantalla con "The Rat", C. M. Woolf está obligado a olvidar sus rencores personales y ceder. No tendrá que lamentarlo, la película será muy exitosa. Pero en el negocio, el más pícaro habrá sido John Maxwell, dueño de la British International Pictures y principal competidor de Michael Balcon. Sin siquiera llegar a conocer los resultados en sala de "El Vengador", ¡le ofrecerá una fuerte suma a Alfred Hitchcock!
Hasta aquí el primer análisis.
Y gracias por leerme nuevamente hasta acá.
El Conde de Teberito (un crítico independiente).
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