jueves, 20 de octubre de 2016

Mi crítica de "Lutherapia" (Teatro)

Revisando mi colección de DVDs de Les Luthiers me dio ganas de volver a ver "Lutherapia" y pasaré a detallar por qué lo considero el mejor espectáculo de mi grupo humorístico-musical favorito. Para empezar, este show tiene la friolera de 9 años, ya que se estrenó en el 2007, cuando el genio de Rabinovich estaba en pleno auge y nada hacía sospechar su triste final. Vamos, que este show no hubiese sido lo que es si hubiera faltado Daniel Rabinovich. Todo empieza como una charla ente Ramírez (Rabinovich) y Murena (Mundstock), este último se define como psicólogo y decide ayudarlo al primero a curarle su neurosis. "Vamos a hacer una sesión cara a cara. Recuéstese en el diván" "¿Cómo, no me dijo cara a cara?" "No, cara-cara, muy cara..." Es el primero de una catarata de chistes sobre el psicoanálisis que irán desgranando a través de toda la obra. "En nuestra escuela psicoanalítica es necesario que el paciente se recueste, y que el tratamiento le re-cueste". Ramírez se siente mal porque tiene que realizar una tesis sobre la teoría estructuralista musicológica aplicada a la música de Mastropiero, y no sabe por dónde arrancar. Entre tanto, la charla de diván se ve interrumpida por un número cómico-musical, ya que esta es la columna vertebral del espectáculo. El primer número es una "opereta medieval": "El cruzado, el arcángel y la harpía" y ya demuestran todo su ácido y filoso humor. Un grupo de cruzados se dirigen a pelear la batalla con la que recuperarán Jerusalén de las garras del malvado musulmán Saladino (¡Buuuuuuuuuuuuuu!). Su jefe, Chistophe de Cotillon se ha llegado a enfrentar con Saladino y este le dijo: "Eres un hijo de mujer que comercia con su cuerpo, horizontal cuatro letras". A lo que Maronna dice: "Mamá" y Mundstock lo corrige, "también puede ser Papá" Y Rabinovich acota, "o abuela... no abuela tiene tres letras: a-bue-la". Son interceptados por el arcángel Manuel, quien los desvía al palacio de la diosa Harpía, una sensual mujer de quien se dice que en su palacio impera el vicio y el desenfreno sexual. "Dicen que hay vicios desconocidos... pero se aprenden rápido". Deciden desviar su curso e internarse en el castillo de Harpía y pasar una noche de desenfreno. En tanto el ejército de Christophe de Cotillon pierde la batalla final. El número que sigue es una "galopa psicosomática": "Dolores de mi vida" en donde Rabinovich, el solista, canta sus dolores cada vez que lo abandona su chica, a lo que le dice el terapeuta que está "somatizando". Con el tercer número se meten directamente con el humor negro, y así Núñez Cortés y Maronna componen a las viejecitas Clarita y Rosarito en el "vals geriátrico" "Pasión Bucólica". Las dos viejitas se reúnen a tocar música y a recordar al finado Arnolfo, marido de la primera y amante de la otra, como aquel día en que "casi se muere" y ella le dijo al médico "no se preocupe, otra vez será". Y que lo sacó de la sala porque en el verano lo vuelve a poner en la bóveda, "porque está más fresquito". Y cuando lo fueron a operar sale el médico y le dice "señora, lo perdimos en la operación... pero lo encontraron enseguida... ¿sabe cómo hicieron? Fueron siguiendo la sonda..." Y así desgranan entre anécdotas y romances frustrados lo más cáustico de su humor. Luego sigue una "balada, mugida y relinchada", un rock con algo de paz campestre titulado "Paz en la campiña". Vuelve a ser solista Rabinovich. Papel que tomará nuevamente para "Las bodas del rey Pólipo" (marcha prenupcial) en donde dos músicos (López Puccio en latín -violín de lata- y Maronna en guitarra) hablan loas de la joven princesa BIcisenda, quien se casará con el septuagenario rey Pólipo y de todas sus bondades físicas, peligrando su salud "cuéllica" ya que el rey ha mandado a matar a todos los abusadores músicos de la corte. Y llega uno de los puntos más altos del espectáculo, la "Rhapsody in balls", un "handball blues", que Ramírez dice haber soñado con que Núñez Cortés estaba tocando unos azules (blues) y era interrumpido por Maronna. Y así es, en esta pieza sin palabras, ya que mientras Núñez Cortés se dignifica como el excelente pianista que es, Maronna hace otro tanto tocando el "bolarmonio", un armonio compuesto por pelotas de handball que suenan en el mismo tono de la Rhapsody y que va tocando conjuntamente con el pianista, logrando un efecto reidero y musical hipnótico. El N° 7 es el oratorio "El flautista y las ratas", donde se cuenta la verdadera historia del Flautista de Hamelín y de como las ratas llegaron a constituirse en un pueblo, venerando a las famosas ratas beatas, las ratas de la fe (de la "fe de erratas"). Otro número con el que se viene abajo el teatro, la "cumbia epistemológica" "Dilema de amor", donde un solista epistemólogo canta nombres de epistemólogos y filósofos famosos secundados por el trío de cumbia "Los Brillantes" que cantan: "Que bonito mi amor, que bonito mi amor, hacernos cada día, muy juntitos los dos, la epistemología..." El "tarareo conceptual" es una definición de Mastropiero en que dice que para aprovechar mejor un tarareo deben utilizarse las mismas palabras del poema, como en aquella canción "La excursión de los amigos", que decía "ya pararon para comprar queso, ahora pararán para pan, pararán para pan", y en el "Aria Agraria" que entonan Rabinovich y Maronna con sendas guitarras hacen unos estribillos imposibles de repetir por su jugosa y jocunda interpretación de la letra "tarareada" o "laralaleada" o "borombombada". Y finaliza con el fallido "El Día  del final" (exorcismo sinfónico coral) donde presentan otro instrumento nuevo, la "exorcítara", cítara gigante alumbrada por focos de luz de led que constituyen sus cuerdas y que van desgranando sonidos al roce de éstas con las manos de los tres ejecutantes. Todo transcurre el 31 de diciembre de 1999, cuando se anuncia la llegada del Anticristo y un grupo de monjes quiere interrumpir el parto de la mujer que lo va a dar a luz. Si bien están muy graciosos todos, no alcanza el nivel cómico de sus antecesoras canciones. Terminada la sesión con el Dr. Murena, Ramírez logra superar su trauma y escribir la tesis, y nosotros hemos concurrido al más delirante, alto en calidad musical, humorístico y sensacional de los (todos) excelentes espectáculos de Les Luthiers. Está en DVD o se puede bajar del E Mule. Nuevamente sentimos la pérdida de ese gran histrión, músico y cantante que era Daniel Rabinovich y sentimos que esta hora y media que hemos pasado en la compañía de nuestros amigos es lo más semejante a la felicidad posible.
Y gracias por leerme hasta acá nuevamente.
El Conde de Teberito (un crítico independiente).

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