viernes, 20 de enero de 2017

Mi crítica de "El Violinista en el Tejado" (Teatro musical)


Gracias a Teatrix podemos recobrar esta obra presentada hace varios años, sacada de los archivos de Alejandro Romay y con las actuaciones superlativas de Pepe Soriano y Rita Cortese en los papeles principales. Es una obra de colección, tomada sólo con dos cámaras pero que hacen lo suficiente para mostrarnos cada detalle de esta consagrada obra. La historia de esta pieza es ya legendaria y antigua, sólo diremos que en Broadway la estrenó el genial Zero Mostel y que pertenece  al autor Joseph Stein y aquí está dirigida por Claudio Hochman y adaptada en libro y canciones por el propio Romay. Sí, es un musical, pero habla de cosas fundamentales para el judaísmo como el tema de la tradición y los rituales, algo que una religión con más de 5.000 años no ha perdido y resiste a todos los tiempos. Pero ¿hasta dónde es conveniente dejarse arrastrar por la tradición? ¿cuáles son los ideales que no hay que entregar? ¿hay que doblegarse ante el enemigo o adaptarse? Estos son algunos de los interrogantes que plantea esta pieza y que hacen tambalear los cimientos de la tradición mosaica.
El violinista en el tejado aparece constantemente en escena y es un loco, un funambulista, pero también es una ilusión, una esperanza, un norte a seguir. El pueblo judío que nos ocupa es Anatevka, instalado en plena Rusia zarista, y en el que conviven pacíficamente un puñado de judíos junto con una convivencia no tan pacífica con el alguacil ruso y sus soldados. Tevie y su esposa Golde (Soriano y Cortese respectivamente) son judíos de ley, que respetan la misma ley judaica y sus preceptos. Pero el mundo está muy convulsionado y los pondrá a prueba constantemente. La pareja no se ha casado justamente por amor, innovación que traen los jóvenes de hoy en día y que los harán replantearse cosas. Ellos están unidos porque así lo decidieron sus padres, en todo caso el amor llegó después, junto con la comprensión, el compañerismo, la convivencia... Pero ese matrimonio ha tenido cinco hijas, en edad casadera, y estas sueñan con casarse por amor, algo que para Tevie será muy difícil de aceptar y comprender. La primera, Sheitel, está destinada al carnicero viudo y rico del pueblo, un gran partido (el siempre efectivo Juan Manuel Tenuta), pero ella se ha comprometido en secreto con Motel, un compañero de juegos de infancia y amigo de toda la vida, sastre pobre y que no tiene donde caerse muerto. La amistad se ha ido convirtiendo en amor y hace inseparables a estos dos, a tal punto que Sheitel llora sobre la mano del padre para que no la obligue al matrimonio con el carnicero ya que no lo ama, y ahí nomás le pide su mano Motel. Tevie, al ver la desesperación de su hija y sus ojos que  brillan cuando lo ve a su prometido, termina cediendo. Primer paso en falso que tuvo que dar.
Hay también un maestro con ideas revolucionarias (socialistas) que Tevie ha traído para sus hijas (Juan Gil Navarro), llamado Perchik. Pero sucede que Perchik se enamora de otra de las hijas, Ioder, y le habla de esta nueva idea de casarse por amor. Pero los disturbios sociales reclaman a Perchik en el corazón de Rusia y debe partir, no sin antes prometerle a Ioder eterno amor y que la mandará a buscar para casarse. El maestro revolucionario termina preso en Siberia, y allí parte su enamorada para casarse con él, previo consentimiento a regañadientes de su padre. Recordemos que la tradición judaica es paternalista, ha creado un dios masculino, alejado de toda idea de la femineidad en lo religioso (si bien la descendencia hebraica es transmitida de madre a hijo), así que es la palabra del padre lo que cuenta, aquí las mujeres no tienen voz ni voto (por lo menos en la época que transcurre esta fábula).
Su tercera hija, Jave, traba relación con un soldado zarista, Fredka y después de un rechazo visceral por parte de ella, él le sugiere que no todos los rusos son iguales, que él no está de acuerdo con las ideas imperantes, y se comprometen en silencio. Cuando dan a conocer su intención de casarse ahí sí que Tevie no puede aguantar más y la echa de su casa y declara a su hija muerta para él y su esposa. Jave debe "pasar a la clandestinidad" con Fredka. Es que Tevie ya se ha acostumbrado a muchas cosas, pero no piensa ceder en su tradición ni un paso más. De golpe llega el tiro de gracia: el alguacil le avisa que tienen 48 hs. para marcharse todos del pueblo por orden del Zar. Esto destruye por completo a Tevie y a Golde, pero se rearman y emprenden el exilio a casa de un pariente. Es así como unos se van a Norteamérica, otros a Jerusalén y ellos deben irse a la casa de un hermano que vive fuera del país. Con su carro de lechero ambulante y sus enseres, parte junto a su esposa y las dos hijas que le restan a tierras desconocidas. No sin antes despedirse de sus hijas casadas y decirle "que Dios te bendiga" a Jave, en un último acercamiento. De Sheitel y Motel ha nacido un hijo y han comprado una máquina de coser eléctrica, con lo que se supone que los pesares del sastre desaparecerán. No todo es desazón al final de la obra, aunque ellos también deban partir. Es la famosa diáspora, la que ha obligado al pueblo de Abraham a ser un pueblo nómade por tantos años hasta culminar formando el estado de Israel, que aún hoy les trae tantos dolores de cabeza.
Pero la obra, pese al final triste, no es bajoneante, está llena de bailes judíos alegres y tiene al principio ese exitazo de "Si yo fuera rico", pieza que se agrega indiscutidamente en todas las selecciones de musicales del mundo. Le puedo criticar los chistes, que para mí no tienen ninguna gracia (y me parece que para Pepe tampoco, la rema, hace lo que puede ante tan pobre traducción) y otra cosa que me molestó es ese lugar común de pintar a todos los judíos con barbita de chivo, indistintamente como si todos fueran cortados por la misma tijera (bueno... no sé si por la misma, pero algo de eso hay, ¿no?). Fuera de eso, la obra funciona aceitadamente, ágil y con mano firme en la dirección de Hochman. Esta fue una producción de Romay para el teatro "El Nacional".
¿Y qué podemos decir de Pepe Soriano que ya no lo haya dicho? Es un actor completamente camaleónico, que puede instalarse en la piel de cualquier personaje, de cualquier nacionalidad o acento con igual oficio. Pero no sólo es oficio lo que inspira a Pepe, es magia, es conocer cada resorte del alma humana, cada hilo de su profesión con amor y plena convicción. En esta obra está magistral y hasta se da el lujo de cantar y hacer algunos pasitos de baile. Lo mismo digo de Rita Cortese, otra experimentada actriz que sabe acompañar con igual soltura y ternura a Soriano. Una gran recuperación para la pantalla de Teatrix y un lujo de obra. Altamente recomendable para todos los públicos.
Y gracias por leerme hasta acá nuevamente.
El Conde de Teberito (un crítico independiente).

No hay comentarios:

Publicar un comentario