Impulsado por los comentarios de una amiga y compañera, me vi impelido a ver esta película de buena factura, que me resultó excelente e impecable. Película de Marco Berger del 2011 que porta el estandarte de "Cine gay", es tan sutil en su concepción y con tal ausencia de golpes de efecto que bien podría pasar desapercibida desde esa calificación. Dado su marco de referencia, ya estamos acostumbrados a tratar en el cine, teatro, literatura y en la vida diaria el tema gay que ya no produce escándalo, pero en ese año del 2011, la sociedad todavía no estada tan empapada del tema (lo que concluyó con la ley del matrimonio igualitario) y tocarlo era un arma de doble filo. Pero allí fue Marco Berger con su historia e hizo historia.
Todo ocurre en el marco de un colegio secundario y la relación entre un alumno de 16 años, Martín Blanco (Javier de Pietro) y su profesor de gimnasia, Sebastián (Carlos Echevarría). La historia empieza en los vestuarios del natatorio y lo que vemos son cuerpos fragmentados, torsos, brazos, manos, mallas de natación y lo que esconden, piernas velludas, pies. Todos sabemos el poder de erotización que tiene la fragmentación del cuerpo humano tanto en el cine como en el arte en general (de esto saben mucho las películas pornográficas), es como si la completud bajara la capacidad de generar deseo, las partes independientes lo exacerban. Y Marco Berger lo sabe, como lo sabía también el gran Hitchcock, de quien esta película es en parte deudora (pienso en lo primero que me viene a la mente: la escena de la ducha en "Psicosis", pero hay pruebas a lo largo de toda su filmografía). Lo que comienza como un síntoma en un ojo, que desencadenará en que Sebastián lleve a Martín a la clínica de ojos, concluirá en un entramado en el cual Martín no logra entrar a su casa por ausencia de su abuela (después sabremos que estaba mintiendo, ya que vivía con sus padres) y el hecho de ir a pasar la noche a casa de Juan Pablo, un compañero con el cual se desencuentra, terminará logrando Martín su objetivo, ir a pasar la noche a casa de su profesor.
Sebastián es héterosexual y tiene novia, Analía (Rocío Pavón) pero ejerce un influjo devastador sobre Martín, quien lo desea con todas sus fuerzas. Sabemos que un chico de 16 años está en la etapa de indefinición sexual, con todos sus altibajos, si bien tiene una novia a la que no desea porque la conoce desde los 6 años, Mariana (una jovencísima Antonella Costa), los juegos homosexuales con su amigo, el constante devaneo de las miradas requisitorias en el vestuario y la cercanía física con todos sus compañeros con sus cuerpos bien torneados y con su profesor, llegan a confundirlo. Y a Sebastián también, por lo que vemos. Ya en el departamento de dos ambientes, Martín se queda a comer, se ducha en el baño de Sebastián, le usa su desodorante, sus perfumes, incluso le presta una remera, es decir, lo invade de todas las formas posibles (es un chico muy demandante, al borde de las ganas de asesinarlo), como queriendo poseerlo por completo a Sebastián, sustituyéndolo. Si bien la noche es motivadora, este chico está en plena efervescencia de su testosterona y vigila todos los movimientos de su profesor hasta encontrarlo con la guardia baja. Es allí, cuando, dormido, consigue meter mano en su muslo, a lo que el profesor se despierta, pero Martín ya ha desaparecido. Pasada la noche, Sebastián el dice a Martín que no diga a nadie que se quedó a dormir en su casa pues puede comprometerlo, un profesor que invite a dormir a un menor puede acarrear graves resultados.
Por la mañana al llegar al colegio Sebastián, en sala de profesores se entera que se armó un lío bárbaro en el colegio porque un alumno no fue a dormir a su casa diciendo que se había quedado en lo de un amigo, pero la madre del chico se había encontrado con la madre del amigo y negó tenerlo en su casa. Lo que culminó con un sonoro castigo por parte del padre del chico y la desesperación de la madre. La cara de Carlos Echevarría es inmutable durante toda la película, padece de una apatía tal, que sólo esta noticia parece desconcertarlo un poco. Martín acosa a su profesor y le dice que en realidad vivía con sus padres pero que decidió toda esta tramoya ya que pensó que de haber ido a su casa hubiera podido "pasar algo". Sebastián reacciona pegándole una trompada. Pero estamos en verano (no me dan los tiempos con el calendario de clases) y la exhibición de los cuerpos medio desnudos puede dar rienda suelta a la tentación. Si bien los dos (profesor y alumno) tienen novia, ninguno demuestra el más mínimo contacto erótico con sus parejas. Algo perturba la mente de Sebastián, como pensando en la oportunidad que pudo haber perdido de "tener algo" con su alumno. Las constantes miradas y arreglos frente al espejo que hace Martín, se parecen mucho a los de Analía que hace con sus pestañas o sus labios, confundiéndose la identidad masculina con la femenina. La primera parte de la película, toda la secuencia del desencuentro con su familia y la noche pasada en casa de su profesor es un verdadero thriller erótico, con una tensa música y una acertada fotografía de Tomás Pérez Silva.
La segunda parte, cuando ya todos vuelven al colegio se caracteriza por la tensión entre profesor y alumno, ya que cuando aquel le pega la trompada, éste se defiende diciéndole: "No me provoque, si yo lo denuncio vamos a ver cuál de los dos va a perder más". El thriller sigue, aquí en las constantes miradas entre los dos, en su encuentro (y desconocimiento) en el cine, todo hasta que un día, jugando a la pelota con Juan Pablo (Alejandro Barbero), Martín salta un techo para recuperarla y se mata.
La noticia cae como una bomba en el colegio en especial en Sebastián, quien de ahí en más empieza su infierno personal, resolviéndolo todo con una escena del más sugerente realismo mágico en dónde se reencuentra con Martín en los vestuarios, persiguiéndose en un laberinto de espejos (sí, como el de "El fantasma de la ópera", versión Andrew Lloyd Webber) y por fin encontrándose, dispuestos a perdonarse y amarse francamente, dándose un beso casto.
Es una segunda obra por parte del director (después de "Plan B") que lo muestra en toda su madurez y esplendor y que si bien es del 2011 da ganas de volver atrás para seguirle los pasos y ver qué fue de su experiencia. La recomiendo para el público adulto.
Y gracias por leerme nuevamente hasta acá.
El Conde de Teberito (un crítico independiente).
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