Mi crítica de la última de Woody Allen no se aleja ni del asombro ni del lugar común. Explico. Woody parece afianzado desde hace un montón de años en un territorio al que prefiere: el drama por sobre la comedia. Pero resulta que él era excepcional para transitar por aquellos guiones disparatados, de rápida contestación, altamente efectivos y muy cómicos, en donde se notaba que estaba su veta artística, que se movía como pez en el agua y que no le costaba ningún esfuerzo. Pero siempre consideró, como género, a la tragedia como superior a la comedia. Por eso en estos últimos años no hizo ningún esfuerzo y se limitó a plantear, no sin cierta imaginación, dramas familiares con los que parece que eleva la vara. Y mi grado de acercamiento al lugar común es porque ya no produce asombro en su público, ya no resulta nuevo ni remozado el material que nos presenta. Por eso es que "La Rueda Maravillosa", si bien presenta una vuelta de tuerca más sobre las relaciones afectivas puede tener mucha semejanza a su última "Blue Jasmin" o a la memorable "Crímenes y Pecados". Si bien ya se corrió un poco de su tan transitado crimen perfecto y nunca descubierto, los entramados de romances y engaños que nos presenta, tampoco son nuevos.
La acción transcurre en un parque de diversiones del Coney Island, igual que 40 años atrás situaba el comienzo de la maravillosa "Annie Hall" (1977), como su propia biografía de un niño que había nacido y criado bajo la montaña rusa del Coney Island, lo que determinaba su carácter como un poco nervioso. Ahora todo es diferente, si bien hay un chico, el hijo de Ginny (la maravillosa Kate Winslet), Ritchie, que es piromaníaco, le gusta provocar incendios, única nota que bien mirada puede ser el efecto cómico de la película. El matrimonio formado por Ginny y Humpty Javelin (Jim Belushi) vive en esa feria de diversiones del Coney Island, y mientras él es el propietario de la calesita, ella padece sirviendo mesas en un restaurante instalado allí mismo. Los caracteres de ambos no son nuevos para los seguidores de Woody: él es un tipo desagradable y violento (por ratos tierno) que no desentona mucho con el marido de Cecilia en "La Rosa Púrpura de El Cairo"; ella es una neurótica consumidora de aspirinas y psicofármacos a quien le duele la cabeza constantemente y está de mal humor, y como si fuera poco tiene su botellita de whisky siempre a mano. Ellos fueron la segunda elección romántica para ambos, mientras ella engañaba a su primer marido quien la amaba de verdad y decidió alejarse y dejarla con un hijo, Humpty es viudo de su primera esposa la que le dejó una hija, Carolina (Juno Temple), que aparece después de cinco años de no hablarse con su padre cuando empieza la trama. Sucede que viene huyendo de los gángsters que mataron a su marido, Frank Adano, y que como ella contó cosas jugosas a la policía, ahora vienen por ella. Y no tiene mejor idea que unirse a la familia de su padre.
El comienzo de la película marca un quiebre con toda la producción anterior de Woody Allen, nos sitúa en un lugar de playas, a pleno sol (ya sabemos que él odia filmar con sol, apareciendo en sus films sólo días nublados de otoño o invierno) y en pleno verano. Allí conocemos al cuarto personaje de la historia y principal motivo de discordia entre las dos mujeres: Mickey Rulin (Justin Timberlake), un "salvavidas" (atención a esta palabra porque la ejercerá en más de una función) de playa con aspiraciones a dramaturgo, quien decide narrar todo lo que vemos, incluyéndose como personaje de esta "telenovela". Tiene un romance con Ginny (que ha cumplido los 40, cuando él no la alcanza ni remotamente), a quien le promete rescatarla de su marido violento, del que Ginny aprendiera todo lo que "no" es el amor, llevarla a conocer tierras exóticas y darle una vida de ensueño. Estamos a mediados de la década de los 50 pero los romances extramatrimoniales ya venían bien aceitados para entonces. Con Mickey Ginny conoce efectivamente todo lo que es el amor y se hace ilusiones de una vida mejor.
Pero aparece Carolina en su vida, y mientras aprende el oficio de camarera junto a ella, se dedica a tomar clases en la escuela nocturna para profesora de inglés con el dinero que su padre ahorra para ella. Y se mete en la vida de Mickey, a quién deslumbra con su juventud y belleza. Tiene 26 años contra los 40 de Ginny. Un apartado merece expresar la tristeza de ver tan desgastada a Kate Winslet, quien supo ser una belleza de otrora. Todos la recordarán como la "chica de Titánic", pero también fue bella en otras películas como "Criaturas Celestiales", "Sensatez y Sentimientos", "Jude", "Humo Sagrado" y "Eterno Resplandor de una Mente sin Recuerdos", por nombrar sólo unas pocas. Acá está muy avejentada (no sabemos si es por el papel o porque verdaderamente está así), recordemos que este fue el primer nombre que se barajó para "Match Point", reemplazándola Scarlett Johansson, porque para ese momento había sido mamá. Pero volvamos a nuestra película. Aparece Carolina y le mueve el piso al tunante de Mickey quien se demuestra enamorado de ella. Acá podemos hacer una comparación con "Disparos sobre Broadway", ya que él reconoce que a él le tocó vivir en un mundo de letras mientras que ella vivió la vida con intensidad al estar casada con un mafioso que le hizo dar la vuelta al mundo y frecuentar los lugares más caros, plena de emociones y de sensaciones, como el autor y el gángster/autor de esa película también de Woody de 1994.
Finalmente plantará a Ginny logrando que esta se descontrole y hasta piense en el suicidio. Pero llega el momento en que los gángsters vienen a por Carolina, y ella se encuentra en una encrucijada donde decidirá por su propio revanchismo y sus celos, llevando todo al peor de los resultados. "Somos los constructores de las decisiones que tomamos en nuestra vida", decía el profesor Levy en el final de "Crímenes y Pecados" (1989). Así será el final amargo de esta amarga película de un hombre que en otros momentos de su vida nos hacía partir a carcajadas con una frase salida de su propia inteligencia.
Un capítulo aparte debemos dedicar a los decorados de Santo Loquasto (viejo seguidor de Woody), de quien dice Ginny al principio de la película que anteriormente su casa fue un circo, al que debió remodelar. Esto define bien lo que hubiese sido la película en otro momento. Porque con el entramado amoroso y los engaños y contrastes, bien hubiese dado para un circo de tres pistas. La magnífica dirección de fotografía de Vittorio Storaro, aquel mítico iluminador de Bertolucci y de tantos grandes de la cinematografía italiana, hace un verdadero disfrute de cada escena, tanto las soleadas y saturadas de playa como las interiores, siendo destacada aquella del interior del auto en una tarde lluviosa, ya que da el toque justo de esa resolana húmeda que impregna el ambiente. Es otra de las innovaciones de Woody, un hombre que no se cansa de probar cosas nuevas, a sus jóvenes 82 años, siempre listo para la acción. Por lo tanto, el film no me decepcionó, pero tampoco me provocó gran entusiasmo. Tal vez con el paso de los días lo revalorice.
Y gracias por leerme nuevamente hasta acá.
El Conde de Teberito (un crítico independiente).
Gracias por tu crítica, me aportó datos que desconocía.
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