Noel Coward sigue siendo el prototipo de comediante que puede combinar una bata con el moño del smocking: así de refinadas son sus comedias y a pesar del tiempo que llevan escritas siguen surtiendo el mismo efecto reidero en el público. Esta que nos convoca hoy ha sido presentada recientemente por Teatrix y es una gran actuación de Kevin Kline al frente de un elenco igualmente solvente. No hay nadie que desentone en esta decena de actores, todos cumplen con el cometido máximo de todo actor: hacer reír, provocar la carcajada. Como decía el gran Nietzsche: "¡Y que sea falsa para nosotros toda verdad en la que no haya habido al menos una carcajada!" Esta obra, Coward la escribió en 1939, antes de que estallara la Guerra y la estrenó recién en 1942, a pedido de Churchil para cumplir con su labor en la contienda: hacer reír a los soldados. Y la escribió como una especie de autobiografía y hasta se animó a representarla él mismo en el momento de su estreno. Muchos otros actores la hicieron suya con gran éxito, entre ellos los grandes Albert Finney, Peter O'Toole, Simon Callow e Ian McKellen. Ahora se luce Kevin Kline en el papel de Garry Essendine, ese actor exitoso que parece que todo en su vida es actuación, todo es impostura, tonos de voz, algún parlamento de una obra aprendida, sentimientos vacíos y el nulo compromiso con cualquier carga afectiva. Es una obra con metatexto: porque estamos hablando de un actor que sobreactúa en el escenario, y para hacerlo más visible, el actor que lo interpreta, lo sobreactúa en la obra, mérito en este caso de Kline y de la mano magistral de Moritz von Stuelpnagel, que forzó su mano conductora allá por Broadway. Y movió los hilos para que todo este mundo de marionetas respondiese al milímetro en el plan urdido por el autor y por él para llevar a cabo tan costoso emprendimiento. Debo decir que no vi muchas obras de Noel Coward, tan sólo ésta y la que presentara Inés Estévez hace tres o cuatro temporadas en nuestros escenarios ("Otra forma de vida") la cual me aburrió mucho y me pareció francamente intolerable. Por eso estaba mal predispuesto para ver ésta, pero debo decir que me reí con ganas y me satisfizo por completo.
La trama gira en torno de un actor (Garry Essendine), petulante, artificioso, grandilocuente, aparatoso y muy seductor e insoportable a la vez, que está por dejar un éxito de cartel para emprender una gira por África con la módica cantidad de seis obras. Pasará de todo en esos días previos, lo que lo llevará a un autoexamen de conciencia y a empezar a dejar caer caretas y poner la verdad sobre el tapete. La obra comienza con una veinteañera, Daphne Stillington (Tedra Millan), quien sale a la mañana en pijama de la pieza de huéspedes, después de haber pasado la noche con Garry quien le juró amor eterno como quien recita el padrenuestro. Ella está perdidamente enamorada de él, pero este la manda de vuelta a su casa. Para controlarlo y censurarlo está su cohorte de secretaria, Mónica (Kristie Nielsen), su mucama alemana que parece haber sido la sirvienta de Hitler, Srta Erikson (Ellen Harvey, genial), su mayordomo Fred (Matt Bittner) y su ex esposa Liz (Kate Burton). Todos ellos allí para marcarle su actuación y vanidad en la vida tanto como sobre el escenario. Pero se rumorea que Joanna (Cobrie Sinuldess), esposa del productor de Garry, Henry (Peter Francis James), lo engaña con su director, Morris (Reg Rogers) y es su ex esposa quien tratará de sacarle de mentira verdad a Morris y que confiese todo. Todos detestan a Joanna porque la consideran una seductora trepadora que no se detendrá por nada por acumular poder. Lo que nadie sabe es que una noche que fingirá haber perdido las llaves de su casa, se presentará en la mansión de Garry para seducirlo a él, aprovechando que su esposo está de viaje, diciéndole que él es su único amor de verdad y que se casó con Henry para poder llegar a él. Por supuesto pasarán la noche juntos y Garry le jurará amor eterno y le dirá que es la mujer de su vida, cuando momentos antes se detestaban y no podían soportarse el uno al otro. Es ya tradicional cómo falsean los actores (hago mea culpa, los hombres en general) sus sentimientos con tal de acostarse con una chica linda (somos capaces del mayor de los piropos o elogios por recibir los favores en la cama de una mujer... somos una basura, en fin...) (Como si las mujeres no lo hicieran también... ya parezco los Pimpinela a esta altura).
Pero sigamos con la historia, todo se complica cuando llega Mónica a su trabajo, la Srta Erikson y el bueno de Fred... y la ex esposa de Garry quien no puede creer que Joanna haya dormido con él, sabiendo que es la mujer de su amigo y que en verdad le tenía bronca. Hay más, un joven autor de nombre Maule, interpretado por un indio, Bavesh Patel, que es uno de los grandes hallazgos de la obra. Con una carga de locura inusitada y gran fanatismo por Garry, viene a ponerlo en su lugar ofreciéndole su obra para que él la interprete, cosa que éste rechaza por ser una obra deficiente. Pero Maule le dice que el escribe para el teatro del futuro, que Garry está acostumbrado a hacer obras mediocres pero comerciales, que le han llenado de fama y de dinero pero que no sabe apreciar los valores de un buen texto. Garry también se defiende, diciéndole que empiece de abajo, que escriba veinte obras y que cuando la número veintiuno sea representada todas las noches en un teatro venga a convocarlo. Esto lleva al paroxismo de la locura y la admiración a Maule que no se amedrenta por tocarle el timbre cuantas veces crea necesario y hasta de sacar pasaje para acompañarlo en su gira por África. No es el único que lo hace. También Daphne, que se ha presentado de nuevo en casa de Garry, ahora como la aspirante a actriz, sobrina de la benefactora sra. Saltburn para captar su atención, ha decidido acompañarlo a África y ofrecerle amor incondicional. Garry, con sus casi 47 años desperdicia la oportunidad de aceptarla y prefiere la soledad a una compañía que no necesita. También Joanna se ha ofrecido a acompañarlo en su viaje y finalmente, Liz, su ex esposa. La última hora de comedia es un desquicio de timbres que suenan, personajes que se acumulan en la sala de Garry, confusiones, arrebatos, confesiones varias y caídas del pedestal de varios santos. Uno no puede dejar de reírse con ganas con ese juego de puertas del más franco vaudeville francés y corridas y desencuentros y escondidas varias. Tiene muy buen ritmo esta producción y si bien todos los trabajos son excelentes, descuella por sobre todos la labor de un Kevin Kline cada día más sabio y más entendido de su profesión (desde su labor en "La decisión de Sophie" -1982- hasta la fecha, nunca ha defraudado, y es uno de los grandes del cine y del teatro norteamericanos). El final no provocará menores carcajadas, siempre abriendo una puerta para algo distinto en la vida de Garry. Repetimos, es una obra a la que no le pasó el tiempo, y que si bien se debe haber aggiornado un poco, se puede ver con beneplácito durante los 138 minutos que dura la exhibición. Les recuerdo para los que quieran verla, que cliqueando en el "Ver Obra" pueden acceder a la obra completa.
Y gracias por leerme nuevamente hasta acá.
El Conde de Teberito (un crítico independiente).
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