Ahora, Teatrix, con motivo de la noche de Reyes, nos regala este nuevo musical para chicos. Y sucede que voy amigándome con las obras infantiles, le estoy dejando un resquicio de mi niñez para poner a punto la inocencia y divertirme con la simpleza (y su complejidad) de una obra para niños. Esta la dirige y la adaptó el entendido Pablo Gorlero, la traducción original es de Roberto Palardri, el libro y las letras de Sergio Bardotti y la música original del recientemente fallecido Luis Bacalov. Este último fue un prolífico compositor para cine, quien ganara el Oscar por su música para "Il Postino" ("El Cartero"), la célebre película sobre el cartero de Neruda en Italia. Cabe recordar también su paso por el cine de Fellini con su banda de sonido para "La Ciudad de las Mujeres" (la peor película del maestro italiano), que sin embargo es bastante buena. Y hace un par de años estuvo tocando en el CCK con Martha Argerich para quien compuso un concierto dedicado a su nombre. Cabe aclarar que Luis Bacalov era argentino.
Pero vayamos a "Saltimbanquis". En principio se apoya en el cuento de los Hermanos Grimm "Los músicos de Bremen", haciendo referencia a un burro, un perro, un gato y un gallo que, al volverse viejos y no servir para el trabajo, sus amos deciden convertirlos en comida. Entonces huyen, cada uno por su lado y se dirigen a la ciudad de Bremen, en Alemania (provenientes de la de Dibbersen). Se encuentran en el camino y se hacen amigos. Dispuestos a pasar la noche en una posada habitada por bandidos se suben uno encima del otro formando una figura esperpéntica que éstos ven por la ventana, y cantando cada uno con su propio sonido forman un coro tal que los hace huir. Esta figura pesadillesca es retratada en el espectáculo en un instante mediante sombras chinescas.
En esta obra se trata también de un Burro (Mariano Mazzei), un Perro (Julián Rubino), un Gato (Magalí Sánchez Alleno) y una Gallina (Laura Silva) quienes, cansados por el trato inhumano que le dan los injustamente llamados humanos, deciden escapar de sus amos y mientras van caminando se encuentran y se hacen amigos. Deciden llegar a la Gran Ciudad y formar un cuarteto de cantantes apodados los "Saltimbanquis", por su vocación de trashumantes y apasionados por conocer nuevos pueblos llevando su arte. Pero las lecciones de canto no van demasiado bien y mientras la ciudad los recibe con indiferencia deciden irse a vivir a un pueblo, en donde son esperados por sus amos. Se entabla una terrible lucha entre ambos bandos, siendo ganador el de los animales y se quedan a vivir en la posada de aquel pueblo, como buenos amigos. Mientras el burro trabaja como un burro, el perro se dedica a preservar la seguridad del lugar, la gallina a cocinar, lavar, planchar y demás tareas domésticas y la gata a entretener a todos con su canto, siendo la más entonada y además muy independiente e indomesticable.
El grupo se completa con lo mejor de la función, un coro de niños de todas las edades (promediando los 10 años) que cantan y bailan todas las canciones del cuarteto mientras se mueven con simpáticos ritmos y una espontaneidad propia de los chicos. Es de resaltar, que siendo tan jóvenes, se han aprendido toda la coreografía y las letras del espectáculo, sumando esto un puntaje inestimable a la presentación. La dulzura y la simpatía que emanan los más chicos es insuperable.
La música es muy inspirada y mezcla un malambo con el jazz propio de las comedias musicales, con una baguala y canciones populares adaptadas. Los chicos y el burro bailan el malambo con impar destreza. Las letras son muy innovadoras e incluso apoyan a los más jóvenes a superar la tan profunda "grieta" que asoló nuestro país durante "la década ganada", en una canción que justamente dice:
"Vamos a empollar un mundo feliz,
no quiero una grieta en mi jardín".
La historia del Burro, transita sobre este pobre animal, que no hace más que rebuznar, llamado a llevar cargas insoportables durante todo el santo día, y fustigado por un patrón que tiene algo de estanciero. El Perro tiene una historia no menos penosa, ya que su amo le ha enseñado a hacer todo tipo de pruebas y se ha olvidado eso de que "el perro es el mejor amigo del hombre"; cuando pierde su olfato y ya no puede rastrear a una perdiz, lo reemplaza por un pitbull, perro malo y enseñado para ser malo, según las palabras del pobre can de raza indefinida. La Gallina (una impagable Laura Silva, que, más gorda que nunca, con todo su físico a cuestas, se mueve, canta y baila con la gracilidad de una... gallina, y se anima a imitar a la inolvidable "Catita" ninimarshallesca con indudable gracia), está sometida a poner huevo tras huevo, los cuales les son quitados, no permitiéndole tener a sus pichoncitos y cuando se niega a seguir empollando, es destinada para el puchero. La Gata es quien menos sufrió, ya que su ama se lo pasaba todo el día hablando por teléfono o dejándola sola, lo que ella aprovechaba muy bien dado su espíritu solitario e independiente, pero cansada a su vez, huyó de su hogar (una estupenda Magalí Sánchez Alleno, experta en musicales y dispuesta al ronroneo y al franeleo).
La moraleja de la historia (en todo cuento para niños es inevitable que aparezca una) es que el género humano es malo y los animales son todos buenos. Y que vale más el valor de la unidad ("todos unidos venceremos"), que las individualidades. Cuando se juntan todos, logran lo imposible: vencer a sus esclavizadores. Parece que toda la acción de los hombres sobre los animales conduce a "zoo, safaris, perrera, matarife", como cantan a cuatro voces, si bien se olvidan que el hombre no sólo puede ser enemigo de sus hermanos menores sino que también puede ejercer grandes beneficios sobre ellos. Si hay muchos barcos pesqueros dispuestos a matar ballenas, también hay miles y miles de rescatistas que buscan salvarlas de la extinción y crearles paraísos naturales como el de área restringida de nuestra Península de Valdéz. Por muchas ratas y ratones y monos que son sacrificados en laboratorios hay otras tantas manos que acarician, alimentan y protegen miles de especies protegiéndolas de la devastación. No hay que estigmatizar todo con poner al enemigo afuera sino de vez en cuando pensar que de afuera también puede llegar la salvación.
Las voces de los cuatro son impecables y están muy bien trabajadas por años de paso por los musicales, y la verdadera fiesta se arma cuando cantan los cuatro en conjunto, apoyados, sin duda por el coro de chicos. Las canciones son siempre ágiles y mantienen despiertos tanto a la platea infantil como a la adulta, ya que rompen en aplauso tanto unos como otros. Un espectáculo no solo para los chicos, sino que en este Día de Reyes, se puede compartir con toda la familia.
Y gracias por leerme nuevamente hasta acá.
El Conde de Teberito (un crítico independiente).
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