Esta vez no la pegó Teatrix. Se apareció con "Amado mío", la nueva propuesta de Valeria Ambrosio grabada este año en el Maipo Kabaret. Escrita y dirigida por Valeria Ambrosio. Cada vez me cuesta más entender las ideas de esta mujer, no sé, son más encerradas en sí mismas, más crípticas, más jeroglíficas. Me había pasado así con "Taquicardia", a la que no logré entrarle por ninguna parte. Pero ya descubrí el secreto: lo que plantea ella es una no-historia con la excusa de presentar canciones, esta vez del repertorio italiano de los años 60. Y para eso cuenta con un buen elenco de cantantes y bailarines (que no actores). Son ellos: Florencia Benítez, Nacho Pérez Cortés, Esteban Masturini y Emmanuel Robredo Ortiz. Pero según el informe que presenta Teatrix, esta obra trata de indagar en todas las formas de amor, con todas sus variantes... Con un elenco conformado por una mujer y tres hombres podemos sospechar de todo: dos parejas, una hétero y otra homosexual, un trío, un cuarteto de una mujer con tres hombres... Pero la realidad es muy otra. Florencia canta sola, y los hombres se cantan entre sí. Por los arrumacos, caricias, besos y franela que hay entre ellos se venera al amor homosexual como única variante. ¿Estas son todas las formas de amor que íbamos a explorar? Resulta ya medio empalagoso ver sus miradas calenturientas y sus toqueteos entre ellos, y ni hablar de cuando quedan con el torso desnudo y empiezan a admirar los cuerpos musculosos de los otros. Una verdadera chanchada, vea señora... Pero todo tiene una explicación. El coauching actoral lo hizo... Willy Lemos... ¡¡¡Así se entiende!!! Además, el quinto integrante, cuyo nombre no lo sabremos jamás porque no figura en los créditos como supongo que tampoco en el programa de mano, es el intérprete mayor de tanta testosterona, y francamente parece un pedófilo en busca de sus víctimas como se desplaza por la platea. Con un constante seseo y su cara de viejito libidinoso desgrana frases que se le ocurrieron a la Ambrosio y que necesitaría que me las explique. No. No es que sean incomprensibles. Son ridículas directamente y dan vergüenza ajena.
El texto en sí de la obra ("escrita" y dirigida por Valeria Ambrosio) es exiguo y altamente confuso. La mujer pronuncia una sentencia como "hay que inventar nuevas técnicas para preservar nuestra identidad que nos define como seres únicos e irrepetibles" (Lugar re-común). Y uno de los hombres contesta: "Hay que hacer entender que el autor no es una basura, un Don Nadie, sino que tiene existencia propia" (Ah, gracias por recordármelo). Ese es todo el texto de la obra, aunque después se dicen frases sesudas como: "¿Pedimos helado?", sin esperar respuesta.
La pieza comienza con los tres hombres hablando por sendos teléfonos y escuchando las voces que llegan del otro lado, para reconfirmar o deshacer un amor. Creemos que se trata de mujeres. Pero no. Están hablando entre ellos. Las caras de deseo que se mandan durante toda la obra los define como unos verdaderos asquerosos... Pero no hay que ser prejuicioso, la homosexualidad existe y hay que reconocerla y aceptarla como tal, aunque yo no la comparta. Pero no se puede sostener todo un espectáculo que me dice que va a indagar sobre todos los formatos del amor solamente con ese envase.
Eso sí, las canciones que cantan son bastante lindas, sino fuera que son todas en italiano, y que, de suponer que sus letras son el sustento de la trama, nos deja afuera a toda la gran comunidad que no parla la lingua de Dante Alighieri. Y hacen por lo tanto del espectáculo un cúmulo de aburrimiento y ofuscación del que salimos cuando llega la última canción, que es una tarantela. ¡Por fin algo alegre! Otra cosa que le remarco al presente adefesio es su falta total de humor (hay por ahí un atisbo de comicidad en un momento, pero es muy básico y rudimentario). Hay que decir que los cuatro intérpretes son grandes cantantes y bailarines, y eso suma en favor del espectáculo. Y que se cantan canciones como (perdonen los horrores de lenguaje pero el italiano no es lo mío): "Amado Mio"; "Lontano"; "La Veritá"; "Así, d'amore"; "Amore Bascciami"; Io Capito que ti amo"; "Como mi Prima", "Ancora"; "Vedrai, Vedrai"; "De la mia Joventud" y "Mi sono enamorato di te", entre muchas.
Este es el pretexto para montar un show de teatro, canciones sueltas que tratan de contar una historia. Ya no son los tiempos de "Mina, che cosa sei?", o "Raffa Ella", que según las críticas eran excelentes y que lanzaron al ruedo a Elena Roger. Yo recuerdo con especial cariño el espectáculo menor "Las mujeres de Fellini", sobre todo porque allí estaba mi amada Juliana Ruíz (quien participó del elenco de "Nine", la versión musical basada en "Fellini 8 y 1/2") y que hacía justicia al incomparable Nino Rota con todas las melodías que compuso para el maestro italiano del cine. Pero son otros tiempos, ahora la "mishadura" llegó al teatro y tenemos que conformarnos con propuestas más caseras.
La receta de hacer un musical basándose en el argumento de canciones pre escritas no sería mala, total de eso se trata un musical, si bien los auténticos son aquellos que vienen con letra y música originales, pero con un poco de imaginación se puede componer algo decoroso. Lo malo es que el hilo conductor sean los pequeños monólogos que desliza el actor sin nombre (el viejito libidinoso) que son de una verdadera autoría hija de la garnacha y el fernet, y que a esto se le sume el pretexto de la sexualidad inadecuada (ya lo dije, no tengo nada en contra de ellos/ellas, pero convengamos que no es la normal), refregada por la cara todo el tiempo. Como material expresivo se queda muy por el camino, como la anterior "Taquicardia" y habría que ahorrarse la plata de la entrada en virtud de obras con mayor aporte creativo. Salvo para quienes quieran oír canciones italianas bien interpretadas y de la vieja guardia, para los nostálgicos del arte itálico (que en su mayoría, en la década del 60 no dio grandes joyas, revisen sino a Umberto Eco en su libro destinado a los espectáculos de masas, quien hace una evaluación de las canciones italianas pre-canciones de autor). Italia nos ha dejado una rica producción operística que hay que recordar siempre y fue la cuna del bel canto con Monteverdi a la cabeza y dando músicos grandiosos que traspasarán épocas y gustos, así que aprovechemos de Italia lo que nos deja en materia musical y tratemos de tomarnos un té de tilo en referencia a otros formatos. La obra está a disposición de todos los que la cliqueen y la quieran aprovechar. Y por favor, no se queden con mi opinión sino que espero que saquen sus propias conclusiones.
Y gracias por leerme nuevamente hasta acá.
El Conde de Teberito (un crítico independiente).
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