"Invisibles" es una película de Gracia Querejeta del año 2020. Gracia, de 58 años, es nacida el 13 de agosto de 1962, hija de la diseñadora de vestuario María del Carmen Marín Malkila y del productor Elías Querejeta, famoso por haber producido todas las películas de Saura, quien le abrió el camino en el mundo del cine. Nunca tuvo vocación de actriz y estudió Historia Antigua en la Universidad Complutense de Madrid. En 1992 dirige su primera película en solitario: "Una estación de paso", premio especial del jurado de la Semana Internacional de Cine de Valladolid. A su ópera prima siguieron "El último viaje de Robert Rylands" y "Cuando vuelvas a mi lado", una película que cuenta la historia de tres hermanas que vuelven a encontrarse después de fallecer su madre. En 2004 dirigió "Héctor" que fue galardonada a la mejor película en el Festival de Málaga de Cine Español en mayo de ese año. "Siete mesas de billar francés" le supuso diversas nominaciones al Goya del 2007, como mejor dirección y adaptación de un guión. En 2008 recibió el premio Ciudad de Cuenca del Festival Internacional de Cine de Mujeres en dirección en reconocimiento a su trayectoria.
lunes, 28 de septiembre de 2020
Mi crítica de "Invisibles" (Cine)
"Invisibles" no se trata de una gran película, está más bien en la categoría de las películas "chiquitas", esas que son entrañables aún sin deslumbrar demasiado por su puesta en escena ni su dirección. Se trata de la historia de tres mujeres que pasan los 50 y que van contando trozos de sus vidas cada jueves que se reúnen a hacer caminatas por el parque. Es una comedia amable, tocada por algún destello de drama que manifiesta esa desazón constante que viven esas mujeres al borde de la menopausia que se dan cuenta que ya les pasó su cuarto de hora, que ya no son atractivas para los hombres, prefiriendo siempre a una veinteañera, y que son justamente, invisibles para su entorno. Deben adaptarse a esta nueva vida, y eso les cuesta y les pesa, trayendo cada una los sinsabores y resentimientos de esta nueva experiencia. Las amigas son Elsa (Emma Suárez), una ejecutiva que se siente sexy para su edad y que no se lo va a perdonar dejar de serlo, Julia (Adriana Ozores), tal vez la más resentida, la que le escapa a la amistad y se ha tornado en la más pesimista y negativa de las tres, y Amelia (Nathalie Poza), la más empeñada en dar lástima, la más pobrecita y apaleada, que con su cara de víctima constante lo dice todo. Lo destacable de la película es que ha sido filmada enteramente en exteriores, sólo en el entorno de ese parque que eligen para discurrir sus pormenores, y empieza con una toma cenital de una fuente surcada pro flores y hojas, para dar paso a los largos discursos de las amigas.
Empieza la historia un día cualquiera de sus encuentros, el 7 de marzo para culminar el 9 de mayo, cuando en el hemisferio norte están en plena primavera. Empieza Amelia diciendo que le ha desaparecido un libro de su mesa de luz y que seguramente la responsable de esto es Ana, la hija de su pareja con la que decididamente se llevan muy mal; mientras que Elsa programa su viaje a China junto a su jefe quien le manda mensajes a las 11 de la noche con el propósito de seducirla. Tienen la sensación de que no son lo suficientemente fuertes como para decirle a la cara a la gente las cosas oportunas en el momento correcto. Amelia a su hijastra, Elsa a aquella jefa que le paga menos que a sus colegas hombres. Hablan del matrimonio y el sexo y es ahí cuando se dan cuenta de que ya son invisibles, que son prescindibles para cualquier relación de pareja que intente satisfacerlas, que son perfectamente intercambiables y que los hombres se desviven por mujeres más jóvenes. Pareciera que los 50 son esa barrera infranqueable que hace que toda mujer se convierta en un fantasma para quien pasa a su lado. Como ese hombre que está invariablemente sentado en un banco de la plaza todas las tardes y que cree que nadie lo ve, hasta que Elsa se sienta a su lado... pero esto viene un poco más tarde.
Julia sabe que ya no existen alumnos por los cuales valga la pena dar sus clases de matemáticas, antes existían esos cuatro o cinco que hacían que todo tuviera sentido, ahora sólo tiene una alumna preferida: Violeta, que la impulsa a dar sus clases un poco menos desganada. En el próximo jueves Elsa no está -está de viaje a China- y Amelia le cuenta a Julia la última que le hizo su hijastra: la dejó en la calle cerca de cuatro horas, pues ella había olvidado sus llaves y la llamó a la pequeña cretina quien le dijo que no podía bajar a abrirle hasta que no terminara de repasar un tema... y tardó cuatro horas. Se queja de su falta de oportunidades con los hombres y de cómo está atada a ese novio que la comprende pero cuya hija la martiriza. Amelia está harta de que sus amigas la juzguen y allí estalla el drama: Violeta se ha suicidado. Ha saltado por la ventana. Al jueves siguiente ya ha vuelto Elsa y se encuentra muy decepcionada que su jefe haya sido tan flojo en el negocio de su venta de películas... y además no se la ha insinuado. Se le tuvo que tirar Elsa pero él la rechazó, porque según él, se sentía muy halagado que él le gustase, pero ella no le gustaba a él. Y Elsa sabe que eso no es cierto. No puede creer que ya no tenga el mismo poder hipnótico que ejercía sobre los hombres hasta algunos años atrás.
En otro jueves, Amelia se encuentra con un ex suyo, ahora criando dos hijos propios, que cuando salía con ella le decía que no quería estar atado a los niños. El encuentro termina en discusión y en furia incontrolable de ella hacia él y con ella misma. Otro jueves y Elsa y Amelia hablan sobre el cumpleaños de Ana, su hijastra y ella no sabe qué regalarle, Quiere que sea algo extraordinario, que la ponga de buenas con ella y se separen los odios. A todo esto, el jefe de Elsa está muy distanciado de ella, y ésta se pregunta el por qué. Mientras a Julia, que estaba con alta médica en el colegio, después del suicidio de su alumna, le dieron la baja médica. Otro jueves Julia va sola, un perro la ataca y es defendida por el dueño, pero estalla en llanto sola en un banco. Otro momento nos encuentra con Elsa y Julia, ésta última va con anteojos negros, por un ojo en compota. ¿Ha sido su marido? se pregunta Elsa. Julia se excusa de que fue jugando al paddle, mientras, el jefe de Elsa la va a demandar por acoso y le anunciaron el despido. Porque ella, enojadísima con su indiferencia, se presentó en su casa y le abrió la puerta su esposa, el jefe la arrastró hasta el medio del jardín diciéndole que no quería verla más en su vida. Julia para para vomitar, y Amelia se acongoja de que el regalo de su hijastra no le ha gustado y le echó en cara de si quiere comprarla, y ella acabó dándole un cachetazo.
Elsa va a ponerse a hablar con el misterioso hombre invisible del banco de plaza, y éste le dice que lo han despedido y que, si bien no tiene miedo de contárselo a su esposa, sí a sus hijos. Lo despidieron por viejo, Y allí se le junta todo a Elsa, dónde va a conseguir otro trabajo a su edad, no es tan vieja después de todo, ¿o sí? El tema de la edad, junto al de la falta de trabajo vuelve a hacerse presente y a moverle el piso. En otro paseo Amelia, quien llamaba incesantemente a su amiga depresiva Mara, se encuentra con ella muy feliz, besándose con su atractiva personal trainer y le dice que cuando murió su marido pensaba que todo giraba en torno a él, con el tiempo fue cambiando y trocó el llorar por él a vivir una vida más feliz y permitiendo que entre el sol a su existencia. Amelia comprueba con dolor que Mara las desprecia, pues no quiere volver a juntarse con su grupo de caminatas. Mientras que en otra ocasión cuenta que su novio se ha enfrentado a su hija y le dijo que no fuese inmadura, que no va a destruir la unión que hay entre él y Amelia, mientras ella acepta las condiciones que le pone él porque no quiere estar sola. Se ha descubierto quién golpeó a Julia: fue el hermano de Violeta porque descubrió que la última llamada se la hizo a ella y ésta no le contestó y dos minutos después se suicidó. A Elsa finalmente la han despedido, y el jefe se despidió de ella atracándosela en la oficina a dónde la llamó de noche para firmar los papeles. Le dijo que hacía dos años tenía ganas de eso.
Cae la lluvia: Julia mira el banco vacío de su alumna Violeta, Amelia permanece sentada bajo su paraguas afuera de su casa porque está en un día que su marido no le da permiso para entrar mientras que Elsa le hace ojitos a un muchacho joven, que no le presta atención, debiendo conformarse con un hombre mayor. Así termina esta película que, si bien no pasará a la historia del séptimo arte, distrae y nos ofrece un rato de buenas actuaciones, un guión lúcido y los planteos de la edad madura, todo visto según la óptica de la mujer, una mujer que a fuerza de protagonismo se ha vuelto invisible. Gracias Gracia.
Y gracias por leerme nuevamente hasta aquí.
El Conde de Teberito (un crítico independiente)
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