Y sí, Julie Delpy lo hizo de nuevo. Ya va creando un estilo marcado como directora/guionista/actriz y realiza aquí una comedia reidera y eficiente en la que está ella al mando de los tres timones principales. La comedia que por momentos se vuelve muy negra y toca la tragicomedia de vivir, con todos sus altos y sus bajos.
A pocos días de ir a ver "Edipo Rey" con mi amigo Fabián Vena, acá Delpy presenta una remozada versión del Edipo entre joven adolescente y su madre, el Lolo del título ha pasado ya la etapa del Complejo de Edipo pero sin haberlo resuelto, es por eso que va a espantar a todos los novios de su madre de las formas más macabras que existan. Violette (Delpy) es una mujer divorciada de 45 años con un hijo ya pasado los 18, el Lolo del título (Vincent Lacoste), un verdadero demonio que no para ante nada ni ante nadie con tal de conservar a su madre para él solo. El respiro viene al final, cuando Violette lo abandone a su suerte y decida empezar a vivir su nueva vida en compañía. Pero para eso ha tenido que atravesar mucho sufrimiento, muchos novios espantados que salieron huyendo de ella, hasta el mismo padre de Lolo, quien se separó de Violette por todos los entuertos que le hizo pasar su propio hijo.
En su momento se acusó a esta película de chabacana, con el chiste fácil y un tanto obsceno. Nada más alejado de eso. Julie Delpy hace comedia, y sabe transitar por todos sus tonos. Lo que puede resultar ofensivo no son más que las charlas entre mujeres solteras de 45 años, que hablan a calzón quitado de su sexualidad y sus experiencias de vida. Delpy es delicada, todo lo contrario al humor por el que transita la NCA (Nueva Comedia Americana), llena de chistes sexuales fáciles y escatologías de todo tipo. Eso es un horror para los sibaritas del buen cine, acá pasa todo lo contrario, los mejores momentos del film son los más distantes de cualquier atisbo de facilismo.
Violette conoce a un separado, Jean-René (Dany Boon) y pronto hay química entre ellos, y esa misma noche compartirán cama, lo cual llena de celos al adolescente del título. Parecen llevarse bien, él es técnico en informática y un verdadero capo en toda el área de la computación; ella se dedica a los desfiles de modas y su hijo pinta unas pinturas vanguardistas de las que es imposible decir si son buenas o no. Jean-René es un cuarentón que se acaba de mudar a París, en donde conoce a Violette y decide abandonar momentáneamente su departamento para irse a vivir con ella. Difíciles son las pruebas por las que lo hará pasar el pequeño Edipito. Primero trata de intoxicarlo rociándole toda la ropa con polonio, lo que le producirá una tremenda comezón a Jean-René, y Violette, la hipocondríaca y malpensada lo hará hacerse todos los estudios que puedan detectar una enfermedad de transmisión sexual. Pronto el problema será superado. Pero esto no termina allí. Conviviendo los tres bajo el mismo techo, Lolo no pierde la oportunidad de afectar a su nuevo "padre". En un happening organizado por Violette le sirve una copa de champagna con sedantes disueltos en ella, lo que lo hace emborracharse y pasar papelones en la fiesta e irse a roncar con Violette. Después será el yeso en el brazo, necesario para tomar como modelo de sus pinturas al codo del hombre, yeso que él romperá fracturándose un hueso y debiendo utilizar otro yeso. Después le hackearan la computadora con un amigo, introduciéndole un virus, y cuando Jean-René se presenta ante el directorio de una enorme corporación a quienes quiere vender su programa para hacerles ganar millones de euros por segundo, aparece el virus en la pantalla y se lo contagia a toda la red de computadoras de la empresa y lo echarán prácticamente a patadas hasta terminar en la cárcel acusado de "destructor cibernético". Pero la gota que rebalsó el vaso fue cuando Violette lo descubrió en su cama con una hermosa rubia a cada lado durmiendo con él, lo que también fue obra del perverso hijo.
Jean-René, desde la cárcel (acusado por querer tirar a Lolo por la ventana, tras descubrir su diario íntimo con todo el detalle de maldades que le fue haciendo), llama por teléfono a Violette y le dice que todo fue culpa de su hijo, pero ella no quiere creerlo y piensa que se ha metido con otro desquiciado. Recién dos meses después, cuando la hija de su amiga Ariane le cuente que Lolo es un psicópata y lo que hizo para desprenderla de cada uno de sus conquistas, allí caerá ella en la cuenta de que su mala suerte se la debe pura y exclusivamente a su adorado hijito. Tratará de reencontrarse con Jean-René pero ya es tarde: él se ha mudado y cambiado el teléfono y la cuenta de mail.
Lolo le declara su amor y le dice "lo que pasa es que yo te quiero toda para mí", exaltación edípica que hace ver a la madre que su hijo está gravemente enfermo de la psiquis. Así es que ella le deja el departamento, empaca sus cosas y se marcha rumbo a Londres para continuar su historia amorosa con Jean-René.
Como en toda película de Julie Delpy el clima de comedia se mantiene del principio hasta el fin, aunque, como dijimos antes, alternándola con el humor negro. Todo en el film está bien, las actuaciones son estupendas (uno termina odiando a ese canalla adolescente), el guión se mantiene en pie tirando siempre hacia adelante, la música acompaña, la escenografía y la puesta en escena también y los movimientos de cámara no incomodan, sino que más bien tratan de contar una historia por sí solos. Las lágrimas que corren por el rostro de la Delpy son no pocas, en sus momentos de soledad o de impotencia frente a su ocasional amante/enemigo.
Véanla con confianza que no los decepcionará, es otra demostración de que Julie Delpy es el Woody Allen francés con pollera. Una muy buena nota para la película.
Y gracias por leerme nuevamente hasta acá.
El Conde de Teberito (un crítico independiente).
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