"Yo, Tonya" es un documental apócrifo sobre la "irónica" vida de Tonya Harding, la, quizá, mejor patinadora del mundo. La historia tiene tintes tragicómicos, es decir: lo que se cuenta es una tragedia, pero con una mirada humorística de la situación. El patinaje sobre hielo es uno de los deportes más hermosos de ver, y se supone que todos los que lo ejecutan tienen un alma hermosa. Nada más alejado, parece decirnos este film. Tonya es una hermosa chica de 23 años que ha logrado realizar un "triple Axel" (una prueba que consiste en dar tres giros sobre su eje en el aire, para caer luego sobre sus patines,aunque los expertos sabrán describir esto mejor que yo), única mujer en lograrlo, y se supone que eso la hace una mujer mejor. Nada más erróneo. Es capaz de soportar golpes de su madre y su novio (y pronto marido) y de darlos ella, como así de mandar a que le rompan la rodilla a su competidora en los Juegos Olímpicos.
Criada por una madre despótica e invasiva, La Vonia (increíble labor de Allison Janney, una villana como pocos) que no duda en plantarle un sopapo cada vez que la nena hace mal alguna destreza y la presenta, a los 4 años, ante una entrenadora, Diane (Julianne Nicholson, hija del gran Jack) para que haga de ella una estrella. La nena tiene condiciones y pronto avanza en su manejo del patín, pero su madre, al verla hablando con otra niña patinadora le increpa: "no hables con ella, que es tu enemiga". En ese ambiente se cría Tonya y a los 15 años ya es una hermosa rubia de ojos verdes y rostro angelical (magistral la nominada al Oscar y eximia patinadora y actriz Margot Robbie), pero de trato hosco y agresivo, capaz de insultar al jurado, de matarse a golpes con su madre y con su novio, y hasta de dispararle a este con una escopeta. A los 15 años es cuando se pone de novia con Jeff Gillody (Sebastian Stan) y las primeras salidas son con la presencia de su madre, quien le advierte que no es bueno para ella. Pasará un tiempo hasta que la madre, en un tono seco y despótico pregunte: "¿ya cogieron?", lo que les dejará la puerta abierta para tener sexo. Los primero tramos del noviazgo son tan dulces como violentos: ella, acostumbrada a recibir golpes y a golpear, soportará y devolverá ahora los de su novio.
Jeff tiene un amigo, Shawn, un gordo repugnante al que siempre vemos atorándose con comida (Paul Walter Hauser) y éste es quién, con el correr de los años se vuelva "un terrorista peligroso", el que contrate dos matones de poca monta para que le rompan la rodilla a Nancy Kerrigan (Catlin Cower) principal competidora para los Juegos Olímpicos de Tonya Harding.
Es también una historia de ascenso y caída de un ídolo, como la feroz Tonya puede subir hasta los primeros lugares del patinaje artístico en su país, a pasar a ser odiada por todo el mundo por ser la mala de la historia. Las separaciones y arreglos con su marido serán cosa frecuente en la pareja Tonya-Jeff e incluirán un disparo en plena cara (por parte de él a ella) que sólo le rozará la frente, pero que la hacen sangrar mucho. No hay medias tintas en esta película. Todo será a sangre y fuego.
Y el director Craig Gillespie tuvo el buen tino de tratar toda la crónica con un humor feroz, y de darle a cada intérprete las mejores actuaciones que pudiesen brindar. El ritmo de la película es frenético y está marcado por conocidos temas musicales que van pautando la calidad del relato. Como así también son magistrales las tomas de patinaje ofrecidos por la Robbie (es imposible que esta chica no sea la que patina, aunque mucho se lo debe a un espléndido montaje) exhibiendo sus dotes artísticas-deportivas naturales. El tema es presentado como un falso documental (partiendo de la premisa que se trata de una historia real) con los protagonistas reporteados y hablando a cámara. Es muy graciosa la presentación de la vieja La Vonia, con un loro en el hombro tironeándole del pelo. Incluso, dentro del film, Tonya rompe la cuarta pared hablándole directamente a los espectadores.
Luego de ser atrapados y juzgados los responsables del ataque a Nancy Kerrigan, algunos cumplirán sus penas, otros no. Pero la impuesta a Tonya es la más fuerte: además de pagar algunas damnificaciones, el retiro de por vida de toda posibilidad de presentarse a concursos o certámenes de patinaje. Con lo que ella se desarma ante el juez: "por favor, metame a la cárcel pero no me impida patinar, es lo único que sé hacer". Para lo que la chica fue preparada toda su vida, incluso prohibiéndosele ir a la escuela, de pronto desaparecía como una delgada capa de hielo bajo sus pies, arrojándola al agua helada. Por supuesto que esto no será motivo para detenerla. Si lo que supo hacer durante su existencia fue pelear y golpear, se convertirá ahora en mujer boxeadora profesional, debiendo morder la lona con asiduidad y hablándole al público una vez más, tendida en el suelo del ring y dejando su rastro de sangre
Una historia de vida que arranca a los 40 y tantos, cuando se la reportea a ella ya de adulta y que empezó a los 4 para finalizar abruptamente a los 23, una cruda historia de talento, violencia, desamor, frustración y tantas cosas más que hacen de esta ensalada un plato perfecto como plato principal.
Para no dejar pasar.
Y gracias por leerme nuevamente hasta acá.
El Conde de Teberito (un crítico independiente).
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