jueves, 14 de febrero de 2019

Mi crítica de "Labios Negros" (Teatro)


Teatrix estrenó ahora "Labios Negros", un vehículo más para el lucimiento de Francisco Pesqueira, el cual a mí ni me divirtió ni me emocionó. Está acompañado en esta ocasión por Claudio Pazos y Claudia Pisanu y el libro es de Laura Coton, María Rosa Pfeifer y Patricia Suárez y la dirección de Carlo Argento. Ni el uno ni el otro me parecieron interesantes ni que salga de una monotonía adormiladora extrema. Todo pretende ser un gran homenaje al cine argentino de la época de oro, los tres intérpretes: Pesqueira (Delita), Pazos (Hermida) y Pisanu (Adalberto), son dos mujeres y un hombre (que extraño suena esto de los sexos cambiados) que fueron extras de cine, pero que en su vida aparecieron en pantalla ya que sus actuaciones fueron cuidadosamente recortadas de los films. Lo que tienen es muy buena memoria para acordarse de todos los nombres y apellidos de actores, actrices y directores que alumbraron esa era dorada (o decadente) de nuestro cine nacional, ya que cuando alguno de ellos pronuncia un nombre, todos los demás corean enseguida el apellido de la estrella en cuestión. Lógico que no es tan difícil, después de tanto, si uno conoce el ABC del cine argentino. Los dos travestidos incluso recrean alguna escena de las tantas películas célebres que se filmaron en ese período.
Pero lo que asoma, por debajo del pretendido homenaje al séptimo arte es la eterna pelea entre peronistas y antiperonistas que desde tiempos remotos asoló nuestro país (antes había sido entre unitarios y federales, rosistas y antirosistas, no si en eso de la grieta somos diestros y viene de lejos).
Hermida es una defensora acérrima de su adorada Evita y no perdona el cachetazo que le pegara Libertad Lamarque en la filmación de "La Cabalgata del Circo". Hablando de esa película es donde empieza todo, en un cuadro que se titula "Olor a hombre" (1950) y en donde los tres representan a jugadores de fútbol pues están rodando "El hincha" (siempre como extras de último reparto), y acomete la peronista Hermida contra la anti Delita, quien llevará su odio racial hasta las últimas consecuencias, al igual que la otra su desprecio por la "oligarquía". Pareciera que las viejas heridas no se cierran, y hoy puede ser tan actual este enfrentamiento como en pleno auge del peronismo de aquella época. Que a mí, la verdad, ya me tiene bastante podrido... Además de estas dos películas se recuerda también en este episodio a "Dios se lo pague" y se recita alguno de sus diálogos. Pesqueira entona "Yira, yira" con voz de absoluto varón (¿?).
El fragmento que sigue se denomina "Olor a crisantemo" (1952) y se sitúa durante el velatorio de Evita en el que Hermida llora su dolor de hija desamparada y Delita festeja porque al fin se murió "la" Eva, y seguramente no es al cielo a donde va a ir. Hermida ya fue a ver el ataúd durante cinco días seguidos y escribió una carta al Vaticano para que se la canonice y le pide a Adalberto que haga otro tanto. No por la muerte dejan de recordarse películas, como "Si muero antes de despertar" o "Las aguas bajan turbias" rodadas ese mismo año, y siguen peleando por un papel de extra más o menos visible. La escena no consigue dar con la gracia requerida ya que se trata de un culto a la muerte, que siempre resulta chocante.
En "Olor a viento y a sal" (1954) nos situamos en Mar del Plata, en el festival internacional de cine, a dónde arriban Hermida y Adalberto en busca de toparse con las estrellas y en mostrar chapa de todas las películas en que ellos participaron. Delita mientras tanto, se está tiñendo el pelo... de negro, aunque siempre juró no ser confundida con un "cabecita negra" ni con un peronista. Pero no por nada, sino para hacerse pasar por la Lollobrigida, con su acento italiano logra encandilar a sus amigos hasta que advierten que es ella. Allí cae su máscara. Y Hermida le echa en cara que tiene un hijo de 13 años internado en un instituto mental con las monjas, a las que ellas mismas prestan caridad. Y que lo fue a ver, haciéndose pasar por una amiga de su madre. Y que el chico es igual a un antiguo productor que estuvo a punto de casarse con ella y a quien sorprendió con Delita en posturas no muy santas. Esta reconoce que es hijo de ese hombre, pero que niega reconocerlo como padre así como se niega ella a aceptar su maternidad, habiéndolo internado de por vida. Se mencionan varias películas y actores, casi todos ellos extranjeros que concurrieron al festival.
En la escena que sigue, "Todavía hay olor a quemado" (1955) se encuentran los tres en el set de "La casa del ángel", dirigida por Leopoldo (¡¡¡Torre Nilson!!!, claman a coro), preparándose como extras para pasar a formar parte de la película. Bailan el vals y otros ritmos para la filmación. Siguen las rencillas peronismo-antiperonismo entre Hermida y Delita. Adalberto, que le ha ofrecido a Delita ser un padre para su hijo, es rechazado por ella porque no quiere reconocer al infante ni unir su vida a la de ese hombre timorato y falto de carácter, que no se decide por ninguna de las dos posturas políticas y que lucha contra una enfermedad bronquial que adquirió de chico. Finalmente son llamada por Torre Nilson quien les ofrece decir una línea a Hermida y dos a Delita, lo que hace que se estrechen en un abrazo olvidando sus rencillas ideológicas. Terminan la obra cantando los tres a todo pulmón el tango "Labios negros".
Como propuesta teatral, si bien puede ser muy interesante para algunos (yo tengo amigas a las que les encantó), a mí me parece muy pobre, esgrimiendo un humor muy básico, muy elemental y con actuaciones que distan mucho de ser perfectas en el rol de mujeres los varones o de hombre la mujer, como sí podría hacerlo un Geretto o un Gasalla por sólo buscar dos ejemplos (sin olvidar las perfectas de "Casa Valentina"). Además confunde mucho ese cambio de identidad sexual, que si bien coincidirá con las suyas, logra distraer para mal al público que no está acostumbrado a las actuaciones de Pesqueira. No hay más remedio, si quieren hagan un click en "Ver Obra" y compruébenlo por ustedes mismos. Acá dejo yo.
Y gracias por leerme nuevamente hasta aquí.
El Conde de Teberito (un crítico independiente).

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