El Hombre sin Pasado es una película más que agradable del talentoso cineasta finlandés Aki Kaurismäki -nacido el cuatro de abril de mil novecientos cincuenta y siete-, tiene en la actualidad sesenta y tres años. Sabrán disculpar pero se me estropeó el teclado en la barra de los números y los signos de exclamación, interrogación, comillas y paréntesis, así que tendré que acostumbrarme por un tiempo la numeración escrita. Kaurismäki es hermano menor de su zopenco hermano Mika, quien como director no tuvo ningún éxito. Es famoso por sus películas ambientadas entre las clases sociales más desfavorecidas, en especial las del norte de Europa, a menudo con situaciones y personajes extravagantes. Es el fundador junto a su hermano del Midnight Film Festival de Sodanykla y de la distribuidora cinematográfica Ville Alpha -que recibe su nombre en honor de la película Alphaville de Jean-Luc Godard-.
domingo, 23 de agosto de 2020
Mi crítica de El Hombre sin Pasado -Cine-
Kaurismäki, tras hacer estudios en la Universidad de Tampere, inició su carrera como ayudante de guionista y actor en films de su hermano mayor Mika. Su inicio como director independiente se produjo al rodar Crimen y Castigo -mil novecientos ochenta y tres-, adaptada de la novela de Dovstoyevsky en una Helsinski moderna. Y es que gran parte de su obra se centra en dicha ciudad, sucede especialmente en Calamari Union -mil novecientos ochenta y cinco- y la trilogía Sombras en el Paraíso -mil novecientos ochenta y seis-, Ariel -mil novecientos ochenta y ocho- y La Chica de la Fábrica de Cerillas -mil novecientos noventa-, donde se percibe que la perspectiva del autor es crítica y ajena al romanticismo, de modo tal que los destinos de los personajes son la huida a México -Ariel- o a Estonia -Calamari Union, Toma tu pañuelo, Tatiana- así como que la década decisiva para el autor fue la de los ochenta.
Su reconocimiento llegó con Los Vaqueros de Leningrado van a América -mil novecientos ochenta y nueve-. Ariel fue premiada en Moscú y Un Hombre sin Pasado -dos mil dos- en Cannes, siendo nominada además en Hollywood. Pero Kaurismäki ha preferido no asistir a las ceremonias de cine.
Si bien no se encuentra entre mis directores preferidos, acepto que esta anécdota es interesante y que plantea determinados interrogantes. Narrada en forma de comedia negra, con unos personajes muy fríos, que no pueden ocultar su origen finés, El Hombre sin Pasado comienza cuando a un hombre que viaja en tren y baja en un pueblito, lo asaltan tres delincuentes, golpeándolo con saña hasta darlo por muerto. El toque sarcástico de la escena es que ponen la radio con música clásica mientras le propinan la golpiza, y después lo dejan tapado con una máscara de metalúrgico que usaba para su trabajo. A partir de allí lo ingresan a un hospital en donde muere. Milagrosamente resucita en su lecho y se arregla su doblada nariz sin sentir el menor dolor. Acá empieza el cuento que nos va a contar Aki. El hombre es rescatado por una familia que vive en un conteiner debido a su pobreza, y es atendido con cuidados extremos hasta que se recupera y por fin habla. La madre de familia -Tú eres la jefa, le dice su marido- dice que creía que no hablaba y él le responde que no tenía nada que decir. Después de decir que no se acuerda quién es, Kaurismäki hace un plano del personaje que resulta cómico, lo centra en el plano y acerca la cámara mientras la música puntea. Ya queda demostrado que la intención del director es contarnos esta fábula de manera levemente graciosa. Pero lo central es que el hombre ha perdido la memoria definitivamente. Para cualquier persona, vivir sin memoria es una tragedia, pero mucho peor es para alguien que está en un pueblo extraño, sin referentes y que debe empezar a construir su vida de cero. Es como edificar sobre una ciénaga. La desesperación de la anécdota se ve tonificada por el humor zumbón con que la cuenta su director.
El pater familiae se está bañando en un fuentón con agua calentada desde el techo porque van a salir a cenar afuera. A dónde lo lleva no es otra parte que una olla popular, y allí conoce a la que será su gran amor. Pero no nos adelantemos a los hechos. El padre lo invita a tomar una cerveza, y mientras le hace preguntas sobre el nombre de los objetos, le pregunta cuánto es ocho por ocho: sesenta y uno, responde nuestro personaje, para corregirlo de que es sesenta y dos... Le dice que no parece de Helsinski, le pregunta sobre su nombre, edad, ocupación, sin obtener respuesta, y le dice que tiene manos de trabajador. La música que se escucha en la película va desde el rock, pasando por el tango y la música sinfónica.
El Hombre tiene un diálogo agudo y filoso con un oficial de policía que le alquila un conteiner para instalarse. Su falta de memoria le juega una mala pasada en la oficina de empleos ya que lo rechazan de mala manera por no tener un nombre ni un documento que declarar. Dónde tiene más suerte es en el bar, dónde al ver que sólo pide agua y que no tiene un centavo, le regalan las sobras del almuerzo, que consiste en un sabroso plato. La empleada del ejército de salvación también le regala ropa para que se vista decentemente. Y le dice su nombre: Irma, y allí nacerá entre los dos una atracción madura imposible de rechazar, ya que para ella -vieja y fea- será su primer amor. Mientras que el policía le amenaza con que si no paga el alquiler será desalojado, y le deja a su feroz perro en guardia -el perro más bueno no puede ser-. El perro se llama Hannibal, en clara referencia a Hannibal Lecter, el psiquiatra caníbal, y duerme con el Hombre en su cama arremolinado a sus pies. Una característica del film es que nadie -como el Hombre- salvo Irma y el perro, tienen nombre conocido. A los demás los conocemos por su función dentro de la película. Entretanto el Hombre no pierde su tiempo e invita a Irma a cenar a su casa -conteiner-. Mientras escuchan música en la fonola se besan sin mucha pasión. Y bueno, qué querés, son fineses...
A todo esto su vida empieza a cambiar,,. no sólo ha encontrado el amor sino que se convierte en inspirador de la orquesta que tocaba para los pobres que iban a la olla popular: reemplaza sus alabanzas al Señor por música de rock que les hace escuchar en la fonola. Y los más atrevidos hasta sacan a sus esposas a bailar. La banda logra atraer a todo el mundo. También reconoce a dos soldadores que están haciendo un trabajo que él cree conocer. Y se convierte en obrero metalúrgico y empieza a cobrar un sueldo -y con él su identidad- Pero lo arresta la policía al ir al banco a abrir una cuenta -sin nombre y sin documento- y se ve envuelto en un robo, del que nada puede aclarar. Por suerte su novia le envía un abogado que habla con voz de borracho y lo salva de la cárcel. A su vez, el hombre que había sacado el dinero del banco le explica que era porque debió despedir a los trabajadores de sus dos barcos y no logró pagarles el sueldo, y lo contrata para que él haga esa tarea ya que él está vigilado.
Mientras se publica la fotografía de nuestro personaje y su esposa real lo identifica y manda sus datos y su dirección. Dice llamarse Lujanen. Se despide de Irma con pesar y va al encuentro de su esposa, en la ciudad de la que provenía. Allí la encuentra, divorciada de él y con nueva pareja. Luego de un diálogo cordial con ambos y de reconstruir su pasado se despide con cariño de su ex esposa y vuelve a la ciudad que lo cobijó. Al bajar del tren se encuentra con los tres muchachos que lo golpearon, que están atacando a un hombre con muletas, y al reconocerlo se dirigen a él para matarlo, pero todo el barrio de pobres se junta para salir en defensa de su amigo. Lujanen vuelve con Irma quien está escuchando la banda musical que él ayudó a reformar, en la cantina, y se van juntos de la mano.
Como para poner la firma de autor, vemos que la imagen de ellos queda eclipsada por la figura de otro tren que pasa.
Una película agradable, de la que no puedo decir que me haya deslumbrado -aunque yo ya la había visto- pero que se deja ver como una anécdota que nos contara un ser querido a quien le escuchamos los relatos una y mil veces.
Y gracias por leerme nuevamente hasta aquí.
El Conde de Teberito -un crítico independiente-.
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