De nuevo tenemos que agradecer a Teatrix un nuevo estreno, algo que de otro modo nunca hubiese podido ver. No se olviden mis lectores que haciendo click en "Ver obra" pueden acceder a la obra completa. En este caso se trata del primer musical de la exitosa dupla (que ya nos tiene un poquito cansados) Cibrián Campoy-Mahler, que data del '81, en donde tomaron la figura del cruel y tiránico dictador y emperador romano Calígula para hacer una metáfora con los sanguinarios gobiernos militares que por aquel entonces enlutaban a nuestro país. La obra parece y no parece una de Cibrián. Parece porque los motivos musicales son siempre los mismos y su ya conocido estilo recorre la obra entera. No parece, por ser una obra no enteramente cantada, sino más cercano a los musicales antiguos, en donde se imbricaban largas parrafadas con algún temita musical (y estoy hablando de grandes exponentes, las comedias de Fred Astaire o Gene Kelly, o las prestigiosas "My Fair Lady", "Hello, Dolly!" o "West Side Story", hasta Bob Fosse cayó en ese estilo. Los musicales actuales -ya no "comedias"- como "El Fantasma de la Ópera", "Los Miserables" o "Casi Normales", que siguen una línea musical continuada en tiempo y espacio, hacen otro empleo de lo musical y lo cantado). Esto desvirtúa la obra, en favor de otras posteriores de la dupla como fueron "Drácula" (su mayor exitazo), "El Jorobado de París", "El Retrato de Dorian Gray", "Las Mil y una Noches" o su más reciente "Excalibur", todas obras cantadas en todo su extenso recorrido (son obras de más de 3 hs.). Además los diálogos o monólogos que infectan y afectan "Calígula" son demasiado gritados, demasiado repetitivos y exacerbados: ya sabemos lo cruel que fue ese emperador, ¿es necesario que cada línea de diálogo esté ahí sólo para corroborarlo? ¿Es que no tenía ningún minuto de paz, de compasión, de humanidad, el anti-héroe Calígula? "Te temo", le dice Drusila, su incestuosa hermana, "Yo también", afirma él, "¿me temes?", replica la hermana, "no, a mí me temo", confiesa un asustado/implacable Calígula.
Lo mejor, como siempre en Cibrian-Mahler son las oberturas cantadas, en este caso por el tío de Calígula, un ridículo Claudio (otro emperador crudelísimo, ¿recuerdan la miniserie "Yo, Claudio"?) junto con la Pitonisa (Leandro Gazzia y Karina Sáez) en un bello dúo, que más tarde sería reemplazado por los coros de toda la compañía, en obras posteriores y con más efectividad. De todos modos esta obertura es muy bella, muy rítmica y bien interpretada por ambos. Después vendrá la presentación del salvaje Emperador (Ave César) (Damián Iglesias) y de su hermana Drusila (Gabriela Bevacqua), con quien, además de tener diálogos por demás salvajes (se podría llamar esta obra muy bien "Relatos Salvajes") tienen un bello dúo cantado. Al primero que hace ahorcar es a Macro (Bruno Pelicone), jefe de la guardia pretoriana. Los padres de Calígula lo abandonaron de bebé en favor de los sublevados de ese momento, lo que no se entiende es que luego afirme que fue él quien mató a sus padres, Germánico y Agripina y a sus demás hermanos. De niño, en la sublevación, fue salvado por su fiel Quereas (Diego Rodríguez) a quien nombrará jefe de su ejército y lo convencerá de conquistar Bretaña. Debemos decir que la escenografía es muy despojada, sólo se nota un girar de hélices sobre el fondo y en escena se usan sillas (no al estilo fossiano) sino con múltiples usos más allá de sentarse. Los elementos utilizados como escenografía dan unas imágenes muy bellas también, siendo estos principalmente grandes extensiones de tela que utilizan para insuflarles viento por debajo (y luz) creando imágenes poderosas y difíciles de olvidar (que repetiría en "Drácula").
Calígula padece largas crisis de nervios porque no puede dormir y -creyéndose un dios- les prohíbe a los dioses que duerman mientras él no lo consiga. Pasadas las escenas (plenas de sadismo y de violencia y gritos por doquier), decide casarse con Cesonia (Tiki Lovera), una prostituta experimentada en todas las perversiones que le dará hijos. Finalmente le da una hija a quien maltrata de bebé arrojándosela de unos a otros o estrellándola contra el piso. A veces el cuerpo de baile no acompaña a las canciones, y mientras que aquel es excelente estas son muy pobres. Los movimientos son muy plásticos y redondos, sobre todo en las escenas de amor bailado y no cantado. Lo que es de destacar, que mientras no hay canto ni danza, la obra está plagada de tiempos muertos muy aburridos (silencios, gritos desaforados, o simplemente los personajes no saben dónde ubicarse). Los mejores momentos, por lejos los llevan los coros como voz cantante (es indudable que tanto Cibrián como Mahler son duchos en escribir canciones tanto para solistas como para coros, pero donde más resultado tienen es en estos últimos).
Ya sobre el segundo acto (la obra dura unas largas dos horas y media, dedicándole una y media al primer acto y una al segundo), estalla una revolución en toda Roma reclamando justicia y cansados de la corrupción, la impunidad y la inseguridad... ¿les suena? Parece algo escrito para hoy y tiene la friolera de 35 años, quiere decir que nuestro país siempre hizo agua por los mismos costados (y si rastreamos en "Los miserables", el musical, también encontraremos los mismos males). Calígula declara su desprecio a Quereas, aunque es incapaz de declararle la muerte. En cambio manda a matar Mnestre (Nicolás Pérez Costa), su esclavo gay y confesor y aconsejador más fiel, en un estado de locura, que, si bien impera durante toda la obra, se desata con toda la potencia en el final. Mata también a su hermana y Quereas organiza una revuelta para matar al César, aunque es su tío Claudio quien lo ajusticia finalmente y es proclamado emperador (Claudio Imperator), constituyendo así esta "decadencia del Imperio Romano", lo que lo llevó a extinguirse.
Final del cuentito. Todos aplauden mucho a quien tanto odiaron (Calígula se lleva el grueso de los aplausos) y podemos decir de él que tiene unos pulmones privilegiados, porque ha cantado y se ha gritado todo, durante todo el tiempo, ya que Calígula era incapaz de decir algo simplemente hablando (ojo, es lo que nos muestran en esta puesta). La grabación se llevó a cabo en la Ciudad Cultural Konex en el 2013 y la verdad es que la obra nos deja con sabor a poco, por los motivos antedichos. Si bien el primer éxito de Cibrián fue el emblemático "Aquí no podemos hacerlo", con la música de Luis María Serra, un músico que brilló más en el cine que en otras áreas, el éxito total llegaría en los 90 con "Drácula" (no sé si su obra más ambiciosa pero sí la más perfecta y con "gancho"). Bueno, esperamos pronto que Teatrix edite otros musicales de Cibrián-Mahler con más fortuna...
Y gracias por leerme hasta aquí.
El Conde de Teberito (un crítico independiente).
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