sábado, 8 de abril de 2017

Mi crítica de "Elle" (Cine)

Vi "Elle", la excelente y cuestionada película de Paul Verhoeven (2016) por la cual Isabel Huppert estuvo nominada al Oscar como mejor actriz. Debo decir a favor de ésto que el trabajo de la Huppert está muy bien, muy contenido, pero que es uno más de los que nos tiene acostumbrados, así como los que hizo en su atrapante asociación con Claude Chabrol al final de la carrera de éste, por poner un ejemplo, y de tantísimas otras buenas películas francesas. Pero que acá, a mi entender, por sacarse sangre en cámara, ya se merecía el Oscar... Cerrado el tema.
Y digo polémica película porque está llena de escenas fuertes en cuanto a su contenido emocional más que visual. Empieza con la de la violación de Michéle por un desconocido encapuchado, en donde ella respira agitada y entrecortadamente, en una mezcla entre padecimiento y gozo, secretamente parece haber disfrutado de esa relación. Se repone como puede, sin ir a la policía pues ella está estigmatizada como la hija de quien fuera un asesino psicópata, Georges Leblanc, quien un día entró a casa de sus vecinos cometiendo 26 horrendos crímenes y luego incendiando su casa en compañía de su hija Michéle de 10 años, quien parecía divertida. Desde 1970 y pico que el padre permanece en la cárcel y se le ha pedido una excarcelación en este momento. Michele es reconocida todavía en algún lugar donde una mujer le arroja una bandeja de comida encima. Por eso es que no quiere ni oir hablar de la policía. Esa misma noche recibe a su hijo Vincent (Jonan Bloquet) en su casa , con sus planes de futuro padre con una novia que no le conviene, lo desprecia y está con él ciertamente por el dinero de la madre, Jesie (Alice Isaaz).
Lo cierto es que Michéle viven en una gran casa con todos los lujos y muy mal protegida, con una verja que da a la calle sin traba y ventanas muy expuestas sin persianas (o que permanecen eternamente abiertas): todo se puede ver desde afuera. Trabaja en una productora de video juegos violentos y sádicos de dónde ella y su amiga Anne (Anne Consigney) son las jefas y decide sobre el futuro de esos juegos.
A la noche siguiente de la violación se encuentra a comer con su ex marido Richard (Charles Berling) y Anne y su marido Robert (Christian Beskel), a la sazón amante de Michéle. Y les comenta del ataque y la violación. Todos se escandalizan aunque no lo suficiente. Robert le comenta que ha conocido a Héléne, una bella profesora de gimnasia interesada en literatura (él es escritor-filósofo) con la cual ha entablado una relación y a la que Michéle irá a conocer. A todo esto el cuadro se completa con la madre de Michéle, Irene (Judith Magre) una vieja altiva que piensa casarse con un amante varias décadas más joven que está con ella por la plata. Y se cierra el círculo con la pareja de vecinos amables de Michéle: Patrick (Laurent Lafitte) y Rebecca (Virginie Efira). Una noche que ella vuelve tarde Patirck le dice que persiguió a un extraño que estaba merodeando la casa de ella y la acompaña al interior de cu mansión revisando que todo esté bien. Michéle tiene cierta debilidad por Patrick y es así que durante la cena de Navidad que mantienen todo el plantel juntos, ella deslice su pie por la entrepierna de él. He sido tan detallista porque dentro de todos estos nombres está la identidad del violador.
El atacante le manda mensajes intimidatorios a su celular mientras está en su empresa y un día aparece un video juego de una violación por parte de un monstruo a una mujer con la cara de Michéle, que es conocido por toda la compañía. Michéle sospecha de todos y cada uno de sus empleados y hasta le manda a uno de ellos a investigar de dónde salió el pernicioso video y le pide que la adiestre en tiro. Por su parte se compra un arsenal de gas pimienta y una pequeña hachita con filo y punta para defenderse. Las pruebas irán y vendrán sin descanso, y mientras le indica a Robert que dejarán de ser amantes observa con largavistas a su vecino mientras se masturba.
Pero resulta que Michéle es atacada por el encapuchado una segunda vez y en esta logra defenderse y clavarle unas tijeras atravesándole la mano y desenmascararlo... era quien menos sospechábamos. Pero aquí empieza la segunda gran parte de la película y es que ella decide no denunciarlo y comienza una especie de romance con él. Se ven en buenos términos, hasta comparte cenas con su hijo y todo transcurre en un ámbito de "gente civilizada". ¿Pero hasta dónde ha llegado la locura de esta mujer para ser la amante de su violador? ¿Es tal vez por la culpa que siente de haber "admitido" los aberrantes crímenes del padre, ante los cuales todavía siente escalofríos? ¿Será el antiguo adagio que dice que en la intimidad de una mujer todas desean ser violadas -cosa que no comparto-? Por lo menos Verhoeven, quien se hiciera famoso por películas como "Robocop" (1987), la polémica "Bajos Instintos" (1992), la subvalorada "Showgirls" (1995) y la espantosa "El Hombre sin Sombra" (2000), nacido en Amsterdam (Países Bajos) y a sus casi 80 años, nos mueve la estantería con respecto a lo formalmente establecido: que toda mujer violada queda con un espantoso trauma. Michéle no, y hasta tal punto que acepta ser violada nuevamente por el sujeto, sujeta a sus normas, es decir, con golpes, trompadas, patadas y humillaciones varias. Luego de eso piensa en denunciarlo a la policía. Pero se prepara para un nuevo ataque y siendo defendida por su hijo, éste lo mata.
Allí sí recurre a la policía y todo se aclara y todos felices. pero el alma de esta mujer queda desbaratada.
Película más provocadora que profunda (como se pretende dar a entender) pone sobre el tapete no obstante un viejo problema, aquel de "relájate y goza" que está en boca de todas las mujeres. Puede abrirnos interrogantes, puede hacernos pensar, pero para mí no va más allá que el extraordinario cruce de piernas de Sharon Stone en "Bajos Instintos".
Y gracias por leerme nuevamente hasta acá.
El Conde de Teberito (un crítico independiente).

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