sábado, 29 de abril de 2017

Mi crítica de "La Suplente" (Teatro)

Recién llego del teatro de vivir una experiencia realmente gratificante. Fui a ver "La Suplente", un unipersonal con la desconocida y talentosísima María Rosa Frega, que fue para mí como una bocanada de aire puro dentro de la monotonía de los espectáculos que estuve viendo este año. Antes que nada, quiero recomendarla, y agradecerle a mi amigo Pedro Moldavsky que fue quien me la sugirió, parece que el "boca a óido" (y no "boca a boca" porque en realidad no es así) funcionó, y espero que funcione con todos los que lean este comentario. Está los sábados a las 18 hs en el "Espacio Sísmico" (Lavalleja 960) y hay que ir con la entrada reservada (al 4776-3490) porque afortunadamente se llena. La entrada es a la gorra, así que encima pueden poner lo que ustedes quieran (como yo, al finalizar de ver la obra querrán poner mucho).
Etimológicamente la "suplente" vendría a ser la "reemplazante" o la "que ocupa el lugar de otro", y , para mí María Rosa Frega, con este espectáculo que empezó allá por el 2001 y recorrió medio mundo y toda la Argentina y se sigue dando, viene a reemplazar u ocupar el lugar de las grandes "capo cómicas" de nuestro país, de quienes podría mencionar a Niní Marshall o, más cercanas en el tiempo el humor intelectual de una Gabriela Acher o la fisicidad de Edda Díaz. Parece que no hubiera límites para María Rosa, con ese cuerpo gordo que tiene se disfraza, baila, se tira desde la mesa, gira por el suelo, se enloquece... con claras reminiscencias de lo que ofrecía el "Parakultural" con Batato Barea y Urdapilleta al frente. Pero acá hay mucho más, no se queda en eso.
Entra a la sala como una tímida suplente de la profesora de literatura Josefina Urrutia, quien se ha tomado dos meses de vacaciones por su luna de miel en Europa. Se le caen los libros, no puede con su físico desbordante, no sabe donde ubicarse y enseguida empieza a hablar con ese lenguaje florido que tienen las profesoras de literatura (hoy cada vez menos, por desgracia) para enseguida transmitirnos su nombre en un pizarrón omnipresente: Azucena Marchitte, ¡qué ironía!, dirá ella muchas veces a lo largo de todo el espectáculo. Entra con la famosa aria "Vissi d'arte, Vissi d'amore" del 2° acto de Tosca de Puccini, y se declara como una mujer poseída por la literatura, soltera y VIRGEN, ya que estuvo con un novio, Ovidio, unos ocho años, que resultó "puto". Y aquí hace una oda a la "putez" que no estaría admitida por el INADI, pero muy políticamente incorrecta y llena de juegos de palabras. También la denunciaría el INADI por los prejuicios raciales sobre esa "negra putarraca" de la Urrutia. Habla en verso, recita versos, toda su vida es una continua oda a la desgracia y se identifica con Sor Juana Inés de la Cruz (en quien se transforma), de quien le dijeron que fue en su vida pasada, y hasta le dedica unas redondillas escritas por su propia mano. Se identifica también con Salomé, quien cortara la cabeza de su amado (y de quien también se disfraza) ofreciendo la cabeza en un plato, mientras se oyen pasajes de la ópera de Richard Strauss "Salomé". También se escucharán pasajes de "Fedra" y "La Traviata" con quienes también se compara (es deliciosa la muerte de Fedra, suicidada por un "paraguas automático" que finge clavarse en su estómago).
También adopta la imagen de una Quijote femenina, galopando con un caballo que es un palo con cabeza y que entre otras cosas utiliza para darse placer sexual... claro, ella tantos años reprimida cómo no va a sentir una terrible envidia contra Josefina Urrutia que no sólo se casó, sino que estará por varios meses de vacaciones en Europa y que se entretiene con su consolador "made Holand". Está claro que la libido de esta profesora está que explota y tiene que salir por algún lado. Y sale cuando baila desenfrenadamente al ritmo de "Voulez-vous", de ABBA (es muy graciosa bailando y tiene un perfecto dominio de su cuerpo y sabe todo lo que puede dar). También demuestra su deseo sexual cuando, tirada en el piso y al son de una ópera se frota la cabeza del decapitado por todas las zonas erógenas de su cuerpo. Para bailar se suelta el pelo y de la tímida maestrita del principio no queda nada, se vuelve una loba hambrienta de sexo y placer con el cabello al viento, y de la formalidad y las buenas costumbres del comienzo no hay rastros.
Pero su crítica va más allá de lo simplemente sexual, sino que se mete con lo social también, nombra a los autores clásicos con los que se entretenía en su adolescencia (Eurípides, Sófocles, Racine, Shakespeare) y dice que ahora la gente se entretiene con... Tinelli. Critica también a las trepadoras que cambian de macho todas las semanas y a las que se hacen cirugías postizas para agrandar el busto o los labios. Debo aclarar que ella no usa eufemismos, al pan pan y al vino vino (cuando Cervantes tuvo que decir "mierda", dijo "mierda", porque para algo existe la palabra y está en el diccionario, y cuando tuvo que decir "puta" dijo "puta"). Así es capaz de recitar desde Quevedo, pasando por Calderón, siguiendo con Serrat y terminando con "La mujer que al amor no se asoma..."
Capítulo aparte merece su relación con el público. Es totalmente desinhibida como para subir las escaleras y tirarse en brazos de cualquier hombre a quien tome por uno de los hermanos Karamazov, o de decirle a una chica que está tramitando la pérdida de su amor, pero que viene a repararla con el muchacho que tiene al lado, pero que le tiene una mala noticia: él va a terminar por engañarla y además todos nos vamos a morir. Así como si ve a tres mujeres que vinieron juntas confundirlas con las tres hermanas chejovianas y decirles que va a venir una cuñada para embarrarles el asunto. En fin, una mujer que vive de las letras y para las letras.
María Rosa Frega es un huracán, que vibra la hora y veinte que está en escena y nos hace sentir mejores, porque nos mima, porque nos hace sentir bien, que vinimos a divertirnos y no, como decía Lorca, "a hacer esa cosa espantosa que se llama matar el tiempo". Yo le pongo un 10 absoluto y pido que esta mujer nunca llegue a la Avenida Corrientes, porque después se achanchan, pierden su espontaneidad y su gracia. Que siga así, trabajando por el "boca a oído" que las cosas van a salir bien. Y ojalá nunca la veamos de tapa de una revista.
Y gracias por leerme nuevamente hasta acá.
El Conde de Teberito (un crítico independiente).

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