Pude ver por Teatrix esta estupenda obra de Alicia Muñoz (una grande, si no lo es, con esta obra ya se hizo grande) y dirigida por el siempre exacto y comprometido Luis Brandoni (acá extraordinario en su rol de director). El elenco está conformado por Miguel Ángel Rodríguez (que nunca fue santo de mi devoción, pero demuestra que, conducido con buena mano puede hacer un personaje digno), Diego Pérez (tampoco amigo de la casa, pero idem el anterior), Julia Calvo (la que se reveló como Nelly Omar en "Manzi, la vida en orsai", excelente actriz y cantante), Johanna Francella y Pepe Monje (sí, aquel que empezó en "Pelito", junto a Suar). Este quinteto hace de una obra que mal escrita y dirigida podría haber sido un dramón y haber caído en los peores golpes bajos, en una comedia reidera y amable para todo público. Es muy débil la línea que separa drama de comedia, y acá se cruza con una facilidad asombrosa de un lado a otro del foso, siempre con resultados valederos y emotivos. La historia de por sí es original. Un hombre que llega a su casa, Enzo (Rodríguez) y esperado por su amigo Piguyi (Pérez), no se siente observado por su familia que parece no advertir la presencia de ambos. Tanto Verónica (Calvo), su esposa, como su hija Yanina (Francella) o su hermano Lucho (Monje), quienes están en shock y anuncian una noticia terrible. Así descubre Enzo que en realidad está muerto en su cama desde la mañana, y que ya es un espíritu, junto a su amigo quien también ha fallecido y viene a buscarlo. Él puede ver y escuchar todo lo que se desarrolla en torno a sí, pero los demás no pueden percibirlo. Así se entera de mezquindades, amores, engaños, catástrofes amorosas y demás yerbas sin que nadie repare en él.
Este es el tema de la comedia que nos plantea Alicia Muñoz y nos posiciona en un lugar muy interesante: ¿qué haríamos nosotros si pudiésemos observar a nuestros seres cercanos después de muertos? ¿De cuántas cosas nos enteraríamos? ¿Cómo reaccionaríamos? ¿Sería tan difícil dejar este mundo para irnos al Más Allá como le pasa a Enzo? Es verdaderamente movilizante y nos ubica en las cercanías de otra obra argentina, "Volvió una noche", de Eduardo Rovner. Por su característica de comedia nos hace reír de lo improbable de situación tan surrealista y de sus consecuencias, pero como planteo no deja de tocar los profundos temas de la condición humana: el amor de familia, el miedo a la muerte, el engaño entre cercanos, los problemas padre-hija o padre-esposa, la época del enamoramiento, la jura de amor eterno, lo pasajero y efímero del tiempo, la nada misma. La pregunta central y medular de la pieza parece ser la siguiente: si lo tenías todo ¿Y por qué no fuiste feliz entonces? ¿Y por qué no la hiciste feliz a ella? Noble tema que nos conmueve hasta lo más profundo del alma.
Enzo es un bandoneonista de 50 años que siempre soñó con componer como Piazzolla y nunca pudo escribir su "gran tango". Vive del bandoneón, aceptando changas o tocando en un conjunto de tango sui generis con saxo y batería. Tiene a su entrañable amigo Piguyi a quien conoce desde chico y quien fuera su inspiración y motivación en la vida. Está casado con Verónica, a quien ama entrañablemente y tienen una hija adolescente llamada Yanina que tiene un novio delincuente y falopero, que para más datos la ha dejado embarazada, sin habérselo revelado a su padre (de esto nos enteramos en el devenir de la obra). Su buen hermano Lucho, es mecánico porque era lo que tenía que hacer para complacer a su padre, y siempre sintió bronca y envidia contra Enzo por tener la libertad que a él le fue negada. Y para completarla, tuvo un amorío con su esposa, a quién le pidió que abandonara a Enzo y se fuera con él, en uno de los tantos altibajos que la pareja tenía. De todo esto se "desayuna" Enzo después de su muerte, y si bien produce las mayores carcajadas, no deja de trastornarlo a él como marido fiel. Aunque él hubiese tenido sus agachadas, como por ejemplo con la "beba Guzmán", notable vocalista de su orquesta, de la época en que tocaban juntos con Piguyi. Se salvó de engañar a su esposa ya que su amigo le sopló la dama, de lo que viene a enterarse también ahora.
Su familia está muy preocupada por tener un velorio económico y por saber si él dejó algún seguro de vida que pueda venir a salvarlos de la hipoteca de la casa, es decir que la muerte de Enzo, a pesar de ser tomada como catástrofe nacional, viene a remover los costados más mercantilistas de su esposa y hermano. Verdaderamente la cara que luce Julia Calvo durante toda la obra es la de la desgraciada viuda desesperada, pero no duda en prender sahumerios para purificar el ambiente cuando percibe que él está cerca. Piguyi había muerto en una gira que había hecho por Japón, arrastrado por un huracán, por eso es que Enzo no sabía nada de él desde hacía diez años. Y Enzo le pide, ya que tiene vinculaciones con "allá arriba" si le pueden dar una prórroga, para salir del cajón, romperle la cabeza a su hermano, insultar a su mujer y decirle, de paso, donde guarda el seguro de vida, ya que no es tan malo, en el fondo. Desde siempre le jugó al 20.064 y declara que si llega a salir ahora, se vuelve a morir. En realidad son varias las veces en que quiere crepar de nuevo: justamente cuando se enteró del embarazo de su hija, de un padre que no tendrá pues Yanina se peleó con él porque no quiso ir al velorio; y de cuando se enteró del engaño de su mujer, con cama incluida. También se entera por su hermano que él le arruinó la vida a sus padres, por la manía del bandoneón y que tiene en su poder un reloj de pared que su padre había destinado para él. Piguyi lo consuela diciéndole que esto no es así y que pronto se encontrará con sus progenitores para preguntarles directamente si pensaban eso de él. Una de las salidas más festejadas de Enzo es decirle a su hermano: "te voy a venir a asustar de noche".
Pero no todo es traición e hipocresía entre los esposos. También Verónica recobra una cajita de los recuerdos en donde guarda todas sus cartas de amor, el boleto del tren en el que viajaban el día que se le declaró y alguna que otra flor marchita. Hasta una polvera, que fue el primer regalo que le hizo de novios. Y por supuesto, que Verónica llora a mares ante cada recuerdo amoroso. Pero como le dice la hija: "No te hagas problema, es sólo un día..." Mañana lo empezarán a extrañar, le dice Piguyi, la voz sabia que puede ser la de la conciencia. Piguyi ejerce el rol de esos dioses malvados que hacían ver a los muertos toda su vida: lo hace asistir a todo lo que transcurre en esa hora y media que dura la obra, entre sus familiares. Es también cierto que Enzo no quiere abandonar la escena...
La actuación de el yerno de Juan Carlos Altavista es digna de encomio, ya que es muy expresivo facialmente, y las caras que pone ante cada novedad, hacen estallar la carcajada en el público. Además transmite calidez y sinceridad al personaje que le tocó jugar. Diego Pérez, ya sabemos, es un gran comediante, que acá deja traslucir su lado más humano y llega a conmoverse hasta las lágrimas en una escena. Julia Calvo explota la vena de comediante que siempre ocultó y cuyos llantos abundantes nos hacen acordar a los de Diane Keaton en "Alguien tiene que ceder", provocando la risa más que la compasión. Johanna Francella es muy natural y se emociona fácilmente y con mucha ternura, le auguramos un buen futuro desde acá. Y Pepe Monje está correcto en un papel que no le permite mayor lucimiento. En cuanto a la mano de Brandoni, deja entrever acá su amor por todo lo que tenga que ver con el tango y los amigos, y es muy adecuado en las marcaciones de un texto por momentos complicado a un grupo de actores duchos. Altamente recomendable para toda la familia. Y se mantuvo en cartel hasta hace poco más de un mes, ya que fue filmada en el Complejo La Plaza el 24 de noviembre del 2017, hace exactamente un mes.
Y gracias por leerme nuevamente hasta acá.
El Conde de Teberito (un crítico independiente).
No hay comentarios:
Publicar un comentario