Un resumen del período norteamericano de Alfred Hitchcock. La quintaesencia de su talento, un cóctel sabiamente dosificado de suspenso y humor. Dentro de la obra del maestro del suspenso, "Intriga Internacional" es una película fundamental. Un éxito en general, tanto de crítica como de público. El film recaudará más de 6,5 millones de dólares, lo que lo convierte en uno de sus más grandes éxitos comerciales. Y como su contrato con la MGM, productora de la película, era particularmente jugoso, iba a contribuir ampliamente a la prosperidad financiera del cineasta en la década siguiente.
Singular destino, sin embargo, el de esta película. Si bien su guión se parece al mecanismo de un reloj suizo, fue escrito en la urgencia más absoluta. "Cuando Hitchcock comenzó el rodaje -recuerda el guionista- yo trabajaba todavía en el guión. Sólo en la mitad de las tomas la historia me pareció definitivamente consolidada y me fui de vacaciones". Retomemos: el director y su guionista, Ernest Lehman, primero se habían dedicado a la iniciativa de la MGM, a un proyecto titulado "Yhe Wreck of the Mary Deare", según la novela de Hammond Innes. Pero ninguno de los dos hombres tenían ganas de ver terminado el proyecto. "Me encontraba con Hitchcock en su casa todos los días y, cada vez que mencionaba el film, veía signos de ansiedad en su cara y me cambiaba hábilmente de tema. Terminábamos intercambiando chismes y hablando de comida y de vinos". Un día, el director y el guionista, deciden enterrar definitivamente el proyecto. Hitchcock suelta entonces una idea: hacer una película de aventuras de la cual uno de sus episodios se desarrollaría sobre los rostros de los presidentes norteamericanos del monte Rushmore. Lehman está entusiasmado, pero enseguida va a desilusionarse: si bien la trama de "Intriga Internacional" retoma una situación clave en la mayoría de los grandes clásicos del cineasta -un inocente es confundido con otro y embarcado en una historia que lo supera- este film le acarreará momentos de desaliento. Lehman sabe que su guión debe ser excepcional. Hitchcock está en ese momento en la cima de su gloria. "Por desesperación, intentaba sin cesar abandonar ese proyecto, pero mi agente, que era también el de Hitchcock me lo impedía. Así fue como ese film fue escrito, en su mayor parte, con la firme convicción de que era imposible de escribir". Hitchcock conoció también su período negro cuando supo que su mujer, Alma, sufría de cáncer de útero. La noche en que fue operada cenó solo, en un restaurante cercano al hospital. Después de la cura de su esposa, rechazó categóricamente volver allí otra vez. "Ese restaurante -comentará Alma- está asociado de manera imborrable para él con una noche de espanto. Por lo tanto, quería hacerlo desaparecer de su vida. Hitchcock tiene una fórmula simple para eliminar de su vida el suspenso y las tensiones: todo lo que hace está planificado de antemano".
A partir del primer esbozo del guión, era claro para HItchcock que el intérprete ideal del personaje principal era Cary Grant. A propósito de esto, una anécdota revela hasta qué punto el actor era el indicado para el personaje: "En la primera parte del film, al personaje le suceden todo tipo de cosas con una rapidez desconcertante, y éste no comprende absolutamente nada. Ahora bien, un día, Cary Grant vino a verme y me dijo: 'Creo que es un guión espantoso, porque filmamos la tercera parte de la película, pasan todo tipo de cosas y no entiendo en absoluto de qué se trata'. Sin darse cuenta, lo decía empleando una frase del diálogo".
Hitchcock ya había filmado tres películas con Cary Grant, pero sabía entonces de un paso particularmente feliz con James Stewart. El intérprete de "La Ventana Indiscreta" y "Vértigo" sólamente esperaba una nueva propuesta el maestro del suspenso. "No quería decirle de buenas a primeras que pensaba en Cary Grant", revelará Hitchcock, lo que demuestra claramente su admiración por James Stewart. En efecto se lo conoció menos diplomático, evitar ofender a un colaborador no fue nunca una preocupación mayor. Única táctica posible: jugar con el reloj alegando un gran retraso en la escritura. Una semana más tarde James Stewart llamó al director y le anunció que iba a filmar "Bell, Book and Candle" con Kim Novak. "Me sentí más aliviado y le dije: 'Y bien, James, somos nosotros los que perdemos. Creo que va a ser necesario buscar a otro".
Para el papel femenino Hitchcock había pensado primero en Sophia Loren. "Acababa de filmar con Cary Grant 'Hogar Flotante' -cuenta ella- y Hitchcock quería que nuestra pareja se utilizara en otra película, pero yo ya estaba ocupada". La MGM hizo presión para que contratara a Cyd Charisse pero se negó. Su elección recayó finalmente en Eva Marie Saint, que sólo había filmado cinco películas, pero ya había recibido un Oscar por "Nido de Ratas", de Elía Kazan. Según su costumbre, se ocupó con un cuidado casi maníaco de su guardarropas. "Fui yo mismo a lo de Bergdof Goodman y asistí con ella a un desfile de las modelos. Yo elegí su vestido. Sugerí vestirla muy a menudo con un tailleur negro". Sin embargo esta vez no mantiene una relación obsesiva con su intérprete. "Tenía un gran afecto por ella, ¡pero quién no lo tenía!", comenta Ernest Lehman. Algunos años más tarde, el director también pensó en contratar a Eva Marie Saint para el papel femenino de "Cortina Rasgada", como la calidad de la actriz había disminuido, tuvo que renunciar a esa idea.
La filmación comenzó el 27 de agosto de 1958, en Nueva York. Hitchcock hubiera querido filmar en decorado real las escenas que supuestamente se desarrollarían en las Naciones Unidas, pero no obtuvo la autorización; Dag Hammarskjöld, por ese entonces secretario general, prohibió cualquier filmación en su seno desde que un film, "The Glass Wall", no había dado la imagen que deseaba de la organización internacional. Para la escena en la que Cary Grant entra en el inmueble, ¡el cineasta debió recurrir a una cámara oculta! Para hacer los decorados estrictamente conforme a la realidad, el director le pidió a un fotógrafo que entrara en el edificio y que lo ametrallara con su cámara haciéndose pasar por un turista. Otra secuencia también le planteó un problema a Hitchcock, la de la persecución sobre los rostros de los presidentes norteamericanos del monte Rushmore. Evidentemente, al cineasta nunca se le había ocurrido hacer correr a sus actores sobre las esculturas de Gutzon Borghum, que constituyen un decorado particularmente fascinante a lo largo de esa secuencia que estuvo -recordémoslo- en el origen del proceso creativo de la película. Pero necesitaba planos de corte. La autorización fue otorgada, pero cuando el servicio de parques nacionales se enteró del contenido de la secuencia, se retractó por "profanación flagrante". Un periodista dio el ultimátum: "Que el señor Hitchcock regrese a su casa de Inglaterra y dibuje personajes jugueteando en la cara de la reina". Y el director cuenta: "El Ministerio del Interior nos dijo muy firmemente que solamente podíamos hacer bajar a los personajes por las cabezas de los presidentes. Y agregaron: 'Después de todo es el santuario de la democracia'". Algunos años más tarde la postura oficial se moderó: Hitchcock fue autorizado a utilizar maquetas de los rostros, "con la condición de que sólo los hombros o la parte inferior de la línea del mentón fueran utilizados para primeros planos con actores de verdad".
Estas no eran todavía las mayores dificultades para Hitchcock: cuando terminó la filmación, entró en conflicto con los dueños de la MGM. Cuando descubrieron el primer montaje consideraron que era demasiado largo: 2 hs. lo más, era efectivamente una observación poco habitual para la época. Oficialmente, la posición de la MGM era "someterse al criterio de Hitchcock, incluso cuando aquella no tenía obligación legal de hacerlo". Sin embargo, intentó modificar el montaje eliminando algunas secuencias. Particularmente quiso suprimir la escena donde Cary Grant y Eva Marie Saint se encuentran en los bosques, después de que ella hubo simulado que le disparaba para salvarle la vida. Momento clave, porque es cuando nos enteramos que ella trabaja en realidad para el gobierno. Afortunadamente, el agente de Hitchcock había tomado los recaudos de incluir una cláusula en esa época excepcional para un cineasta, que estipulaba que el director conservaba el control artístico total de la película, cualquiera que fuera el costo y la duración de la misma.
Sin embargo, una cosa es cierta, nadie pidió que la escena en el desierto fuera mutilada. Es el momento de mayor tensión de la película, allí vemos a Cary Grant solo, en una ruta bordeada de campos. Un avión fumigador llega... Después de la asombrosa escena del Albert Hall de Londres en "El Hombre que Sabía Demasiado", el director nos abandona a uno de los momentos de arrojo cuyo secreto posee: siete minutos en silencio. Y para reforzar lo importante, sin verdadera necesidad dramática: en su libro de entrevistas, Francois Truffaut afirma que se trata de "una escena vacía de verosimilitud y de significación", antes de reconocer que "esa gratuidad constituye precisamente el interés y la fuerza de la escena". "Quise reaccionar contra un viejo lugar común: el hombre que se dirige a un lugar donde probablemente será asesinado -explicará Hitchcock-. ¿Qué ocurre habitualmente? Una noche 'oscura', un cruce de calles estrecho, en una ciudad. La víctima espera de pie, en la aureola iluminada por un farol. El pavimento está todavía mojado. Un primer plano de un gato negro corriendo furiosamente a lo largo de una pared. Un plano de una ventana con el rostro de alguien que tira de una cortina a escondidas. Una limusina negra se acerca lentamente. Entonces me pregunté: ¿qué será lo contrario de esa escena? Una llanura desierta, a pleno sol, sin música ni gato negro, ni cara misteriosa detrás de una ventana". Ciertamente, Hitchcock reconoce que esa escena es una pura demostración de habilidad. Una orgullosa manera de proclamar: miren cómo sé crear suspenso donde nadie se atreverá a hacerlo. Cierto. Una habilidad asombrosa. Lo más sorprendente es que la idea de esta escena rondaba en la cabeza del director desde hacía varios años. En efecto, aparecía en una de las primeras versiones del guión de "Los 39 Escalones"... filmada en 1935, es decir, veinticuatro años antes. ¡Si un director continuaba con sus ideas, ése era Hitchcock!
Y gracias por leerme nuevamente hasta aquí.
El Conde de Teberito (un crítico independiente).
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