Por obra y gracia del TGSM pudimos acceder a esta versión de la célebre obra de Calderón de la Barca (de chico lo llamaban Ollita del Bote, jajaja) en puesta del 2010 por Calixto Bieito, con las actuaciones protagónicas de Joaquín Furriel y Muriel Santa Ana. Se ve que a Furriel lo llamaban para hacer de todos los loquitos de época (Hamlet, Segismundo...), los cual por otra parte le salen muy bien, o será que ya nos tiene acostumbrados. La gran sala del San Martín se presta para esta "superproducción", enmarcada en la arena de la pista circense, con arena de verdad y los actores trabajando descalzos. Pedro Calderón de la Barca fue un autor del Siglo de Oro barroco español y compuso gran cantidad de piezas en sus 81 años de vida (1600-1681), siendo esta la más famosa y la más representada. En ella se plantea la idea filosófica de que la vida es como un sueño, de que los seres que deambulamos por ella no lo hacemos sino dormidos y de que tal vez la muerte signifique el verdadero despertar. Para esta obra, Calderón se inspiró en la teoría platónica de la caverna, aquella en donde un hombre encadenado en una caverna sólo podía ver las siluetas que reflejaba la luz sobre la pared de ésta, y creía que eso que veía era la realidad. Segismundo, el personaje de "La Vida es Sueño" vive encerrado en una torre a donde lo ha confinado su padre desde su nacimiento, el cual produjo la muerte de su madre, y las estrellas le indicaron que sería un tirano en el uso del poder. Basilio, su padre (Patricio Contreras) es rey de Polonia y hasta allí llega Rosaura (Muriel Santa Ana), primero vestida como un hombre y acompañada de su fiel criado Clarín (Pacha Rosso) quien es el que pone el toque de humor a la obra. Llega y se enfrenta a Segismundo que, encadenado en su torre, es un hombre-animal, sin educación ni formación, sólo enseñado por Clotaldo (Osvaldo Santoro), su guardia, quien lo ha adoctrinado sobre cuestiones filosóficas, religiosas y mitológicas. La obra está escrita enteramente en verso y es un desafío para los actores memorizar ese español antiguo (aquí adaptado y actualizado por el director) que supone todo un esfuerzo suplementario a la memoria del actor. Después de que Segismundo intente matar a Rosaura al confundirla con un hombre, interviene Clotaldo, quien ve el puñal que porta Rosaura y lo reconoce como suyo. Él es el verdadero padre de Rosaura, quién, ésta, viene de Moscovia, ciudad donde ha nacido. Pero no le revela esto hasta el final, sin embargo la hace entrar en la corte de Basilio, en donde se encuentra con Astolfo (Lautaro Delgado), príncipe moscovita quien se ha casado con ella y ahora le jura su amor a Estrella (Ana Yovino) sobrina de Basilio.
Así dispuestos los personajes está todo servido para que comience el drama. El tema de la obra es también el del libre albedrío, promulgado por la iglesia católica y el de la predeterminación, auspiciado por la reforma protestante. Pero el centro de la obra desarrolla el tema de la libertad humana como contrario al dejarse llevar por el destino. Los nobles (comandados por Basilio) deciden sacar a Segismundo de su prisión y llevarlo a palacio, para ver si es un príncipe bueno o en cambio es avaro y malicioso. Lo confunden con brebajes en la prisión y lo despiertan en una cama florida del palacio, desde allí puede mandar a su antojo y decidir sobre el destino de sus congéneres. Rosaura, reconocida por Astolfo, entra a servir a la bella Estrella bajo el nombre de Astrea, para estar cerca del hombre que la desposó y hacer venganza. Sólo clama la sed del rencor. Segismundo, a todo esto se comporta de modo animalesco y arroja por la ventana a un criado enano (Hernán Cuevas) porque se disgustó con él. Además de portarse de modo muy indecoroso con las "señoras" de la corte. Intenta asesinar a Clotaldo y esto es la gota que rebalsa el vaso y lo vuelven a meter en su caverna-torre de reclusión. Y le hacen creer que todo cuanto vivió lo ha soñado en realidad. Es aquí cuando Segismundo, ya gran filósofo del pensar acopia los versos que hicieron famosa a la obra:
"¿Qué es la vida? Un frenesí,
¿qué es la vida? una ilusión
una sombra, una ficción,
y el mayor bien es pequeño,
que todo en la vida es sueño
y los sueños, sueños son.
Vuelto a su torre vuelve a penar por su insólito destino, hasta que un soldado del pueblo (Enrique Federman), lo viene a rescatar y le dice que todo el pueblo de Polonia lo está reclamando como rey. Luego de unos entuertos con este soldado, a quien se resiste a acompañar convencido de que todo lo ha soñado, se deja llevar a palacio. Allí es recibido por su padre y la corte, quienes le indican que debe retomar el trono. Pero luego de una entrada animalesca, logra contenerse y al ver a su padre postrado a sus pies, pidiendo la muerte, le otorga clemencia y lo perdona. Con este simple gesto se lo considera un rey bondadoso y se le permite ejercer su poderío. Rosaura, que ha desbaratado el presunto casamiento de Astolfo con Estrella da por cumplida su misión y reconoce a su padre en la piel de Clotaldo. Y todo termina como Dios (y Calderón de la Barca) mandan.
La puesta es excelente, tiene muy buena mano este Calixto para el teatro barroco y la adaptación que ha hecho es digna de los tiempos que corren. Muy buenos resultan tanto Muriel como Furriel en sus papeles, salvando las distancias con un Patricio Contreras algo farragoso en su hablar, ya que acá la pronunciación debe ser perfecta para que lleguen con claridad los versos al oído del público. Osvaldo Santoro, como siempre, exhibe autoridad como actor y su papel de guardia/siervo lo hace con rudeza y la templanza necesaria. De menor presencia son Delgado y Yovino pero se dejan ver. Y Pacha Rosso, en su Clarín, es todo un descubrimiento histriónico pues está siempre al borde de la comicidad y la burla, no dudando en meterse entre el público y dejar sentir allí unos bocadillos muy ocurrentes. En resumen, que la puesta es el lujo y el ornato a que nos tiene acostumbrados el San Martín a la hora de presentar textos sublimes que no por transitados, sean menos valiosos. Enhorabuena esta reposición y esperemos que esta cuarentena siga por mucho tiempo así podemos acceder a las viejas funciones del San Martín desde el sillón de nuestra casa, el televisor o la computadora.
Y gracias por leerme nuevamente hasta aquí.
El Conde de Teberito (un crítico independiente).
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