sábado, 16 de junio de 2018

Mi crítica de "Crisis en Seis Escenas" (Mini serie en seis capítulos- W. Allen)

Vi la tan mentada y malograda miniserie que Woody Allen escribió, dirigió y protagonizó para la cadena Amazon de Norteamérica, y a pesar de las pésimas críticas que obtuvo fue una grata sorpresa para mí. Digamos para empezar que voy a evaluarla como un film completo de dos horas veinte en vez de seis capítulos de 23 o 24 minutos, para hacer más completo su análisis. En primer lugar es un placer ver actuando de nuevo al viejo Woody, a sus 80 años de edad (la serie es del 2016) y acudir a su arsenal de frases ingeniosas y situaciones desopilantes nuevamente. Definitivamente, Woody es el mejor humorista de tiempos pasados y presentes que cuenta Estados Unidos, frente a la estupidez, escatología y mal gusto de los cómicastros de la Nueva Comedia Americana (NCA), Woody sigue siendo fino, intelectual y sagaz como sólo él sabe hacerlo. Vuelve a sacar de la manga los mejores "one-liners" desde mucho antes de caer en el drama de "Match Point" (2005) y sus sucedáneos. Y son agudezas brillantes, aunque no todas de la misma efectividad, pero la mayoría cumplen, y podemos rastrear el último destello de su sentido del humor en un film como "Un misterioso asesinato en Manhattan" (1993), película a la que esta serie le debe mucho, tanto en su estructura como en su temática y en sus humoradas, que tuvo un gran éxito en todo el mundo.
Aquí estamos en una Norteamérica convulsionada en la década del 60 (buena reconstrucción de época), con sus luchas interraciales y su tremenda situación de la guerra de Vietnam. Allí, el matrimonio formado por  Sidney Muntzinger (Woody) y Kay (Elaine May), un escritor de pésimas novelas sin ningún brillo ni éxito y una consejera matrimonial comparten su lujosa casa de las afueras de California. Hospedan a un joven, de nombre Allen (siempre las mismas autorreferencias) que está de novio con una preciosa chica, Ellie, que estudia abogacía a a quién sus padres han dejado en custodia del matrimonio. Parece ser un "freak" que encaja muy bien con la personalidad de Sidney (para qué describirlo, un personaje con todas las fobias, manías e hipocondría de Woody). Viven una clara vida de familia de clase media acomodada sin que los preocupe demasiado la guerra ni las protestas civiles. Pero una noche se presenta Lenny Dale (Miley Cyrus, brillante), una ex convicta que reclama por los derechos y tiene toda la mentalidad de una "radical" (allá los radicales son los comunistas) aunque sin serlo, para no estar atada a encasillamientos burgueses. Toma por asalto la mansión de Sidney y Kay y estos la reconocen como la chica buscada por el FBI, impartiendo enseguida la paranoia y el miedo en Sidney y la compasión en Kay (quien tuvo a la vez una historia con la familia de Lenny). Ella está muerta de hambre pues hace dos días se esconde de la policía y lo primero que hace es vaciarle la heladera a un Sidney más preocupado por su comida que por darle refugio a la prófuga. Kay le prepara un cuarto, ropa limpia y un baño de espuma, mientras ella acota con respecto a Sidney: "Y este quién es, el vigilante?" Sencillamente no puede creer que una mujer brillante como Kay esté casada con un viejo "próximo al Alzhaimer". Luego se peleará con él a todas horas no dejando de criticarle su posición burguesa y explotadora de la sociedad. Sidney lo único que quiere es que se vaya, por no quedar pegados ante la Ley, de tan nociva influencia. Ella constituye un múltiple peligro para la gente bienpensante, ya que no sólo es activista política sino que además es mujer, de clase media, linda y terrorista. Todo el combo completo para volver loco al recto Sidney.
Kay, además de ser consejera matrimonial y atender a parejas (casi todas judías) que están al borde del divorcio, tiene un club de lectura frecuentado por mujeres ancianas o casi, que se reúnen todos los jueves en su casa. Claro, ahora lo principal es ocultar a Lenny de las miradas ajenas. Ella pronto hace buena amistad con Allen (el joven) y éste, seducido por su belleza, va empezando a dejarse influir por su ideología. Pronto le estará recomendando libros de Mao y otros célebres comunistas para que amplíe sus horizontes. Los libros también serán recomendados para Kay y su club de lectoras. Pronto las viejitas se convertirán en unas terroristas en potencia, que no sólo saben discutir y citar a Mao sino que hasta aprenden a fabricar bombas caseras y aconsejar sobre el mejor modo de asesinar sin dejar rastro. Hasta acá el único problema que plantea Allen (el director) es decantarse mucho por las palabras y olvidarse que el cine es ante todo acción, y utiliza torpes movimientos para definir sus conductas, resultando un poco esquemático en lo cinemático o cinético. El guión, si bien con altibajos, sigue siendo brillante y estando a la altura de sus más sagaces réplicas. El enfrentamiento con Lenny es total y la intrusa que ha colgado un póster del "Che" Guevara en su pieza no decide irse nunca. Planea un viaje a Cuba, en donde podrá ofender a los Estados Unidos de la mano de Fidel Castro. Cada vez Allen (el joven aspirante a abogado) va acercándose más a ella y descuidando a su novia preciosa.
Pero la estática de las imágenes pronto se vuelven acción cuando Sandy y Kay deban entregar un maletín a un desconocido de parte de Lenny y tengan que huir de la policía subiendo escaleras, corriendo por terrazas y saltando entre techos. Por supuesto la entrega (que le correspondía hacer a Sidney) sale mal y el maletín con 10.000 $ cubanos acaba en manos de la policía. El tiempo se acaba para Lenny ya que está siendo cercada y deberá huir por un aeropuerto. El último episodio encontramos a un Woody Allen en su salsa, acumulando visitas a su casa, timbre tras timbre, cada cual más conflictiva que la anterior. No sólo le ha explotado una bomba a Allen (el joven) que lo ha dejado todo vendado y que insisten en decir que fue por un escape de gas, sino que llegan a visitarlo los padres de éste y él denuncia que todo fue culpa de armar una bomba casera y le reprocha a su padre millonario la forma de hacer dinero y su necesidad de huir a Cuba con su nueva chica. Encima llegan los padres de la novia, quienes se desayunan de la noticia con no poco asombro. Se le suman tres clientes de Kay uno de ellos posible suicida ya que su esposa está ofreciéndose por dinero en la autopista. A todo esto llegan las "chicas" del club de lectura hablando a grandes voces de Mao, Lenin y la revolución. Aparece Lenny en escena y se dividen entre quienes quieren denunciarla y otros, adorarla. Suena el timbre nuevamente y Woody se luce: "Voy a ver quién es, estoy esperando al coro mormón". Es Ellie, la novia de Allen (el joven), que dice estar embarazada. Nueva discusión entre los padres. Llegan dos afroamericanos que vienen a programar la huída de Lenny, y a estos se suman dos operarios de la compañía de gas por una presunta explosión. Como se pueden imaginar el desfile de personas en un reducido espacio hace recordar a la escena del camarote del tren de los Hnos. Marx en "Una noche en la ópera", contrasentidos, discusiones, adhesiones, reproches, venganzas, y toda la pimienta que Woody sabe poner a estas situaciones (no se veía una así desde su debut como guionista en 1965 en "¿Qué hay de nuevo, Pussycat?"). El delirio y el humor total. Eso sí, todo con elegancia, sin recurrir a groserías ni a chistes bajos.
Es por más de una razón que "Crisis en seis escenas" me parece un Woody Allen auténtico, digno de ser visto y dejar de lado tanta negatividad que vino desde el gran país del norte que desestimó el humor de este ejemplar sujeto. Claro, es que ahora ellos están acostumbrados a otras cosas...
Y gracias por leerme nuevamente hasta acá.
El Conde de Teberito (un crítico independiente).

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