Fui ayer a ver "La Momia" porque baja de cartel mañana y tenía en el tintero ir a verla. No me gustó. Más allá del diseño de producción, de la iluminación, el vestuario, la música (prestada) y los trucos de magia, la forma de contarla, los chistes y la mayoría de las acciones me parecieron vulgares, bajas y procaces. Y no es que uno sea un viejo beato ni se asuste por una puteada, pero así como me encantó "Todas las Rayuelas", que tenía más malas palabras que esta, "La Momia" me pareció de bajo vuelo poético y creativo.
Las actuaciones están muy bien y no las reprocho, empezando por Romina Gaetani (Margaret, la heroína de la historia), que nunca fue santo de mi devoción pero debo confesar que acá está muy bien, con su peluca rubia y sus chillidos y tonos justos y variados, con un muy buen desplazamiento escénico y secundada por quien hace de su padre, ese gran actor que es Alberto Fernández De Rosa (Maurice Trelawny) desplegándose en varios papeles, desempeñándose muy bien en todos (el cuidador del museo y uno de los caballos). Seguimos por Adrián Navarro (Sosra, el sacerdote egipcio condenado a vivir por 5.000 años) en un papel siniestro, muy bien maquillado y luciendo pelada y barba, maneja bien los tonos de lo terrorífico y lo cómico. Fabián Mazzei (Malcom Ross) ese abogado inglés, algo estirado, un poquito gay, de acento muy cómico y muy logrado que será el eterno pretendiente de Margaret. Mariano Torre se destaca en el audaz y aventurero Basil Corbeck, otro que disputa a Margaret, y que se luce también en el ama de llaves, esa mujer petisita (que lo obliga a actuar en cuclillas y con pasito corto y rápido), con bigotes y nariz a lo Groucho Marx, es lo más logrado en efecto cómico de toda la obra. Y dejo para el final al dudoso Daniel Campomenosi (el Inspector Doolan) de una comicidad barata y poco efectiva.
Para los inquietos, les digo de entrada que momia, lo que se dice momia, no se ve ninguna, sólo por cinco segundos la momia de la reina Tera, a quien se busca para devolverle la mano con siete dedos y anillo con la maldición que le ha llegado por correo a Mr. Trelawny y por la cual su mano ha sufrido un corte casi total, si no hubiese quedado unida por un tendón. La obra busca combinar humor y terror, como lo hicieran en su momento "Los 39 escalones" y "La dama de negro", ambas protagonizadas por Fabián Gianola y Nicolás Scarpino, con mucha mejor suerte que esta. Y es que en "La Momia", el terror no es tal. Y la comicidad tampoco. Tiene un humor muy básico por momentos y muy escatológico en otros. Y no es que me asuste de nada, vuelvo a decir, pero me parece de muy mal gusto ver a la ama de llaves regocijándose con los deshechos de una escupidera y planeando hacer un pastel con todo eso. O cuando Mr. Trelawny exclama: "Quisiera ver ese anillo" y Basil Corbeck diga: "Ya lo estoy viendo, y es una preciosura", mirándole el traste en primerísimo primer plano a Romina Gaetani (que no está para desaprovecharlo tampoco, dicho sea de paso). Hay errores garrafales en el uso del lenguaje, como repetir no sólo una, sino cuatro veces: "Voy de Margaret" o "si yo tendría que..." (cuando todos sabemos que es "Si yo voy a lo de Margaret" y "Si yo tuviera (o tuviese) que..."), errores que no sólo pueden achacársele a la traducción de Pablo Rey sino también a la dirección de Alejandro Lavallén y al elenco todo, donde parece que nadie sabe hablar castellano.
La ambientación está muy bien y utiliza todo el ancho del escenario del Metropólitan para explayarse, tanto en la residencia de los Trelawny como en la tumba egipcia, con elevada profusión de utilería y un buen uso de las sombras chinescas, así como de los trucos de magia (cuando el ama de llaves se empeña en vomitar escarabajos, uno tras otro, saliendo de su boca, o como cuando Sosra le arranca los ojos a Basil).
La obra pertenece al desconocido (al menos para mí) Jack Milner y está basada en la novela "La joya de las siete estrellas", de Bram Stocker (el autor de "Drácula") y adaptada con "humor" al teatro. El argumento nos refiere a una maldición del antiguo Egipto, tierra de faraones, que se agita de nuevo en la vida. Un abogado respetable,una bella heredera y su padre, un egiptólogo, un hombre de 5.000 años en busca de un antiguo amor y la tumba de la reina Tera serán los andamiajes de esta historia que transcurre entre el sopor, el aburrimiento y alguna que otra sorpresa interpretativa. La mano con siete dedos de la reina Tera ha sido remitida a Mr. Trelawny y siendo posteriormente robada, éste deberá viajar a Egipto con toda su compañía para tratar de recuperar la mano y devolvérsela a la reina para revivirla y tratar de sustraerla a la maldición de la Momia que se encauza en la palabra "Hasnama". También intervienen un torpe inspector no sacado precisamente de Poe ni de Connan Doyle, un aventurero que baila danzas exóticas y un atildado abogado enamorado de Margaret, quien le ha dado su amor a los dos hombres. Con la vuelta a la vida de la reina, el espíritu de esta ocupa el cuerpo de Margaret y llega a tener un buen encuentro sexual con Sosra (que la esperó 5.000, no cualquiera...), devolviéndole después el cuerpo a su legítima dueña.
Para favor de la obra y de los actores, debo decir que, como en sus predecesoras obras de terror-cómicas, cada uno de los intérpretes actúa varios papeles, con igual solvencia, papeles menores, pero que exigen otra caracterización y otro lenguaje diferente, lo que habla de un buen montaje escénico. El director Lavallén hace lo que puede con este texto, dotándolo de cuanto de brillo puede sacarle y extrayendo en los pequeños detalles su cuota de buena voluntad. Más no se pudo. Bueno, que no tengo un año con suerte en el teatro, me vuelvo mufado de ver estos espectáculos, salvo honradísimas excepciones que ya hice notar acá. Me parece que es un mal año para el teatro, por lo que vamos viendo...
Y gracias por leerme nuevamente hasta acá.
El Conde de Teberito (un crítico independiente).
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