Este nueva obra que nos ofrece Teatrix es una demostración más de que el tetro brasileño no tiene nada nuevo que decir. A veces un mal texto puede ser reflotado por la pericia de los actores y la dirección, pero cuando además de un libreto nulo se tienen malos actores y malos directores no hay con qué darle. No sé si este es un síntoma del teatro brasileño en sí o que nosotros estamos acostumbrados a contar con excelentes actores, directores, autores, adaptadores, técnicos en general; no por nada el teatro argentino está considerado uno de los mejores del mundo. Tenemos un seleccionado de actores que se destacan por su calidad y su entrega, así como por su preparación y estudio, algo que realmente no abunda en otros países de América Latina. Tal vez el teatro inglés y el de Broadway sólo tengan comparación con el argentino.
Pero la obra que nos compete es un absurdo total, lo cual no es sinónimo de calidad sino todo lo contrario, hasta para el despropósito hay que tener una mirada sobre el mundo, una opinión de la sociedad y un estudio profundo de los componentes psicológicos humanos. Nada de eso aparece acá. Sólo una farsa en donde un senador socialdemócrata brasileño que defiende los valores tradicionales de la familia y la no corrupción, está metido en un negocio de tráfico de armas y drogas, y no sólo eso, sino que es abiertamente gay, convive con un mariconazo como pocos y prepara en su casa una fiesta de disfraces en la cual el prototipo elegido es la figura de Marilyn con su vestido típico de "La comezón del séptimo año". Este senador, llamado Pacheco, tiene por amante a Ricardinho, una mariposa afeminada que no luce por su discreción. Con él es que prepara todo el decorado de su fiesta de disfraces. Además tiene como objetivo, junto a otro de sus ex amantes, Paulo, el propósito de contrabandear en uno de los vestidos los 500.000 dólares que hay en juego, más un cargamento de droga sofisticadamente escondida en los pliegues de esta prenda. Y traficarla en un maletín 07. Detrás de todo eso está también Don Pepino, un mafioso de fuste y su empleado, el tarambana Octavio. Se suma al quinteto, Silvia, la esposa de Paulo, quien también está invitada a la fiesta. Por supuesto, con todos en la mansión de Pacheco empieza el desbarajuste, y Octavio entra para robar lo que encuentre (es tan estúpido que no tiene idea de cómo cumplir la misión que se le ha encomendado) y encierra a Pacheco y a Paulo en la habitación, mientras que llega Silvia y él se hace pasar por Ricardinho, componiendo a un homosexual de un modo poco más que patético. ¿Es que acaso el público brasileño se ríe de estas cosas? ¿Hasta allí llegan sus neuronas? Bueno, pero no especulemos más: sí, se ríen. Ya en el cuarto, Pacheco y Paulo se visten de Marilyn y tras una fallida conversación con Don Pepino y Octavio, éste le notifica que hay que ir vestido de ese modo a la fiesta y entonces... el matón pelado y enojado aparece vestido de Marilyn. A esto se le suma Ricardinho, también disfrazado y para rematarla Octavio y Silvia (que se han hecho amigos)... también se travisten. En suma, todo comiquísimo, vea doña, todo por dos pesos, compre, compre.
Después de que se juntan todos, se sabe que Silvia no es quien dice ser sino una agente de Interpol que viene buscando el dinero y la droga, para hallarlo en casa del mismísimo senador, a quién observa desde hace tiempo. Para completarla, tanto Silvia como Octavio presentan sendos lunares de nacimiento en el pecho, lo que demuestran que son hijos de Pacheco, quien los tuvo en su única relación heterosexual con una empleada de la casa obligado por su padre. Y los había dado por perdidos. Las situaciones ¿graciosas? aumentan y todo termina en disloque bailando todos juntos en línea de coro con los trajes de Marilyn. En fin, una comedia sin un solo chiste ni una situación verdaderamente graciosa ni original. ¡Cómo se puede tener tan poco talento, por Dios! Y la pieza está firmada por un tal Alexandre Reimecke, según Teatix, un afamado director brasileño que debuta en calidad de autor. Más vale no hubiera debutado, pienso yo. "Con una comiquísima obra que mezcla poder, dinero, drogas y un complot gay". "¡Qué talento pa' no hacer nada!", diría Geretto y sí, son las ventajas del Mercosur, ¿vistes?
Mejor ahórrense la visión de esta cosa.
Y gracias por leerme nuevamente hasta aquí.
El Conde de Teberito (un crítico independiente).
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