martes, 23 de junio de 2020

Mi crítica de "Copenhague" (Teatro)

En esta celebración por los 60 años del TGSM se ha recuperado del archivo esta valiosísima pieza de Michael Frayer, con la dirección exquisita de Carlos Gandolfo, último trabajo que realizó en su vida, una despedida más que apropiada para un maestro de actores. En la participación actoral contamos con tres leones: Juan Carlos Gené, Alberto Segado y Alicia Berdaxagar, también fallecidos los tres. Y digo leones porque son dignos exponentes del teatro que se hace en el San Martín: auténticos grandes (inmensos) actores, memoriosos, trabajadores incansables e imbatibles sobre escena. Se cargan a sus espaldas un texto improbable, árido, extenso y complicado que habla en su mayor parte el lenguaje de la física cuántica y son dos horas y cuarto a puro estoque verbal y con un discurso a veces difícil de seguir para quienes no somos duchos en el tema. La obra es interesantísima pese a no estar embebido en ella, pero más allá de lo que habla plantea debates trascendentes sobre por ejemplo, ¿es responsable el científico de lo que se haga con su ciencia a nivel social? ¿es más fuerte el amor por la patria que el noble destino de la humanidad? ¿pueden desprenderse estos dos científicos del hecho de que de su saber se haya logrado producir la bomba atómica, esa que en Hiroshima arrasó con la vida de 100.000 personas? ¿Se puede convivir con eso en su conciencia? "Copenhague" plantea de forma muy directa estos interrogantes y también abre la puerta para la discusión de muchos más. ¿Es necesario atiborrar al espectador con datos técnicos de un lenguaje que desconoce o no está familiarizado? Yo pienso que es totalmente lógico, ya que así da carnadura de realidad a todos los planteos que allí se realizan y nos hace creer que lo que realmente estamos viendo son dos científicos que discuten sobre su saber y su participación en el mundo de las ciencias.
Copenhague es esa ciudad danesa en donde confluyen estos dos sabios Niels Bohr (Gené) y Heisenberg (Segado) que aunque no hayan creado la bomba atómica estuvieron muy conscientes de que su metier conduciría a ello. Completa el trío Margarita (Berdaxagar), esposa de Bohr y ayudante en su redacción de trabajos, a tal punto de comprender perfectamente las teorías que esgrimían. Heisenberg fue un físico alemán que trabajó muy acaloradamente para que su país ganara la guerra a tal punto de que si le hubiera podido proporcionar una bomba atómica lo hubiese hecho. Sólo que carecía de datos para llegar a esa elaboración. Hoy en día lo conocemos por haber pasado a la historia por la formulación del "principio de incertidumbre". Bohr era danés y colaboró con los americanos en Los Álamos para realizar la bomba, aunque nunca sospechó que podría llegar a utilizarse y de manera tan cruenta. Heisenberg le plantea: "¿sabés los efectos de haber arrojado una bomba, miles de familias destruidas, miles de chicos llorando y de madres sin sus hijos? En Alemania arrojaban bombas y todo el pueblo ardía, hasta las suelas de mis zapatos se prendían fuego porque los charcos estaban encendidos". Aunque parezca brutal, estos dos hombres han sido amigos y compañeros de ciencia, ambos formularon el principio de complementariedad y "dieron vuelta el mundo como una media" al poner al hombre en el centro de la escena científica.
Copenhague es más que una ciudad, es donde viven Bohr y su esposa y donde los visita su amigo, y está cerca de Elsinor que era por donde deambulaba Hamlet, y en los paseos que estos dos hacen, los llevan a asomarse a "la oscuridad del alma humana". A pesar de que todo parece ser muy claro en sus vidas: todos los actos humanos se explican a la luz de las matemáticas, y cada acción que se comete debe ser entendido como un acto de razón, por eso es que es muy difícil pensarlos actuando en la sinrazón de la guerra, para uno u otro bando. Desde una partida de cartas o el simple hecho de esquiar debe ser medido por ambos como un rasgo científico. La ciencia se define justamente porque permite medir todo aquello que es mensurable. Y ellos hacen de la ciencia un modo de vida. Hasta los hechos más insólitos como el acercamiento amoroso (en el caso de Heisenberg) está dado por la medida, al interpretar al piano un trío de Beethoven es cuando conoció a la chica que luego deslumbraría. Para Bohr un accidente náutico, que le costó la vida a uno de sus seis hijos se define también por el principio de incertidumbre. Estamos en 1941 y Heisenberg visita a Bohr con un propósito oculto que será motivo de muchas interpretaciones, tan ricas como razonables, entre ellas la de sacarle información para preparar su propia bomba o la de pavonearse por los éxitos conseguidos en su carrera. Pero los amigos discuten, se ven enfrentados a romper la amistad por una pregunta insensata o por haber dado un paso en falso. Son muchas las discusiones que les vemos transitar durante la obra, aunque finalmente el valor de los vínculos sea la razón más fuerte para mantenerlos unidos.
"Ahora que estamos todos muertos", repite desde su lugar Margarita. Sí, porque la historia ya ha pasado y todo ha adquirido su justa medida. La narración toda parece ser sólo un flashback de lo que pasó en 1941 y luego en otra visita, en 1947 cuando ya la guerra ha finalizado y las culpas se han asumido. Se revisan las conductas, los hechos, las consecuencias, las relaciones, todo es material de análisis para esos tres personajes atravesados por el dolor y la culpa. ¿Pero acaso sienten culpa? Este es otro punto discutible de la pieza, a pesar de que esta se vea prologada y finalizada por la explosión más terrible que conociera la humanidad. Es un texto salvaje, con poco lugar para la compasión, en dónde uno se pierde por caminos de razonamientos que llevan a lo inevitable: ganar o perder una guerra.
Bohr habla de la fisión nuclear con su amigo 20 años menor, quien siempre lo vio como un padre (incluso se lo llamaba "el Papa" dentro de la rama), su charla discurre en torno a que su labor es la misma de los alquimistas: convertir un objeto en otro, ya que con el disparo de un neutrón se podía dividir en dos el átomo de uranio. Luego va a ser necesario reemplazar el uranio por el plutonio, más eficaz y menos resistente a la fisión. Bohr dirá que todos los físicos teóricos de Alemania fueron expulsados de Alemania por ser judíos, lo que los llevó a instalarse en Inglaterra o Estados Unidos, y que llevó a la física teórica a ser considerada en el país germano una ciencia menor frente a la física experimental. Dinamarca está ocupada por los nazis, todas sus actividades son seguidas de cerca por la Gestapo, por eso tanto uno como el otro deben cuidar sus espaldas. Se conocieron en Göttinger cuando Heisenberg tenía 20 años y Bohr 38, éste fue a dictar un seminario a Alemania y la única voz que se levantó para criticar sus cálculos fue la del que se convirtiera en su discípulo. En Alemania Bohr era amado, porque les dio la mano una vez perdida la primera guerra, aunque ahora se lo vea como un enemigo.
Un lujo para el espíritu y el pensamiento es el de asistir a la visión de esta obra fundamental dentro del teatro universal, tan bien planteada (sin más escenografía que una mesa y tres sillas) y tan bien actuada por tres genios. Háganme caso. No se la pierdan. Todavía está disponible en la plataforma del TGSM. Vale la pena.
Y gracias por leerme nuevamente hasta aquí.
El Conde de Teberito (un crítico independiente).



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