Empezamos, con "Corresponsal Extranjero", el análisis de las películas de Hitch en su etapa norteamericana.
En 1940 la postura de Alfred Hitchcock con respecto a los Estados Unidos es completamente paradójica. Por un lado, su estadía en Hollywood le da inmensos motivos de satisfacción profesional. Por el otro, la situación en que se halla Inglaterra es para él el origen de un profundo sentimiento de culpabilidad. En efecto, todo parece anunciar que la guerra está próxima. ¿Cómo quedarse sin hacer nada cuando otros arriesgan su vida? Hitchcock también está obsesionado por la seguridad de su madre, la cual se niega a ir a los Estados Unidos. A veces, como las comunicaciones se volvían difíciles con el Viejo Continente, ni siquiera lograba hablarle. Allí, Churchill apela a la movilización.
Hitchcock, demasiado entrado en años y demasiado gordo, no está directamente involucrado, pero se pregunta por su propia responsabilidad y por su futuro próximo. La idea de montar una película que sirva a los intereses de su país le viene a la mente con regularidad. Pero, ¿con quién? Cuando el rodaje de "Rebecca" apenas acaba de comenzar, un encuentro le va a permitir llegar al extremo de esa contradicción. Selznick, con quien el cineasta está bajo contrato, organiza un almuerzo a solas entre Hitchcock y Walter Wanger, un productor independiente y visionario que quiere poner al cine al servicio de sus ideas liberales. En 1936 adquirió los derechos de las memorias de un corresponsal extranjero. Varios guionistas ya habían trabajado con el texto sin éxito. Sin duda porque Walter Wanger tiene una exigencia particular: quiere hacer ajustar el guión a la actualidad. Sin embargo, ésta es candente, Hitler después de haber multiplicado las provocaciones y después de haber ocupado todos los países fronterizos con Alemania, va a atacar a Francia y luego a Inglaterra. Wanger quiere ver todo esto en el guión, a cualquier precio, aunque haya que desordenar todo permanentemente. Desde su primera conversación, Hitchcock se muestra entusiasta como su interlocutor. Siente que ese film no sería igual a los otros.
Sin embargo, hay que hablar del contrato. Este, que se firmó unas semanas más tarde, es muy peculiar: Selznick prevé todas las situaciones, incluso las más aleatorias. Como desconfía, exige que el nombre de Hitchcock esté asociado al suyo en los títulos. ¡Pero se libera de toda responsabilidad para el caso de impedimento de su director! De los 5.000 dólares por semana que cobra Wanger, se queda con la mitad y hace estipular que ocurrirá lo mismo con las primas que pudieran agregar.
Siempre ocupado con la filmación de "Rebecca", Hitchcock no puede confiar más que en Wanger para la preparación de la película. El productor acaba de contratar a un nuevo guionista, John Meeham. Por su parte, Hitchcock escribe algunas ideas en el papel. Pero en verdad nada avanza. Desvinculado de sus otras obligaciones profesionales, Hitchcock se hace cargo a partir de febrero de 1939. Comienza a ocuparse del reparto. Para el principal papel masculino conecta a Gary Cooper, quien lo rechaza amablemente... y luego se arrepentirá. De acuerdo con Wanger, Hitchcock piensa en Joan Fontaine para el primer papel femenino. Pero Selznick, que tiene a la actriz bajo contrato, no logra tomar una decisión.
Resignado, Hitcchcock, recurre entonces a los "actores de segunda clase": Joel McCrea, un gigante acostumbrado a filmar westerns y Lorraine Day, una mormona practicante que acaba de debutar. Se desinteresa completamente de la segunda, y dirá del primero: "¡Lo veo un poco flojo!" Joel McCrea sabrá vengarse contando en varias oportunidades esta anécdota poco halagadora de su director. "Hitchcock tenía la costumbre de beber la mitad de una botella de champagne en el almuerzo. Un día, filmaba una escena bastante larga y bebía mucho. Cuando terminé mi escena esperaba que gritara '¡Corten!' Nada. Hitchcock roncaba. Entonces grité '¡Corten!' Y se despertó sobresaltado preguntando: '¿Estaba bien?' 'Lo mejor de todo el film', le respondí. '¡La conservamos!', gritó enseguida"
En cambio, Hitchcock cuida particularmente a Albert Basserman, a quien le confió el papel de Van Meer, el político víctima de los nazis. Con más de 70 años, después de una brillante carrera teatral en Alemania, este actor se ve obligado a huir de su país, por las persecuciones antisemitas. Para esta película, que transcurre en Europa, Hitchcock recurrió a sus ex colaboradores ingleses. Contrata a su antiguo autor Charles Bennet y reconstruye con Joan Harrison el grupo de trabajo que había dado origen a "Los 39 Escalones". Por falta de creatividad, vuelve a sumirse en la misma novela de John Buchan que había inspirado el film. Encuentra allí lo que busca: imágenes fuertes y asociaciones de ideas evidentes: "Estábamos en Holanda -explica el director a Francois Truffaut-. Por lo tanto, molinos y paraguas. Si hubiera filmado en colores, habría usado la idea de un asesinato en un campo de tulipanes".
Hitchcock vuelve enseguida al guión, el cual, como estaba muy enmarañado, depura retomando, según su fórmula, "el viejo tema del héroe inocente mezclado en aventuras". Un reportero norteamericano (Johnny Jones, interpretao por Joel McCrea) es enviado a Europa para encontrar allí a un político antinazi (Van Meer), portador de un secreto de Estado. Pero los alemanes secuestran a ese valioso testigo, después de haber hecho creer que lo habían asesinado. Fiel a su teoría del "MacGuffin", ¡Hitchcock nunca explicará al espectador lo que Van Meer iba a revelar! "En mi trabajo -explica Hitchcock- siempre pensé que los 'papeles', los 'documentos' o los 'secretos' deben ser extremadamente importantes para los personajes de la película, pero sin importancia para mí, el narrador".
En marzo, Hitchcock entrega un guión de precisión asombrosa. Mientras que en Hollywood se acostumbra dejar un margen de maniobra a la elección de los planos y acudir a la simplicidad, Hitchcock prevé un número no habitual de secuencias, estipula por escrito todos los ángulos de cámara e indica la ubicación del menor elemento del decorado. Todo esto va a costar caro: más de un millón y medio de dólares. Pero Hitchcock tiene la luz verde de parte de sus dos productores. Nada es demasiado importante para este film en el que figurarán los nombres prestigiosos del dialoguista James Hilton, del decorador William Cameron Menzies y del director de fotografía Rudolph Mate.
La acción de "Corresponsal Extranjero" se desarrolla en tres lugares diferentes: Estados Unidos, Holanda e Inglaterra. Hay escenas en el mar, en el cielo, en un molino y en el interior de la catedral de Westminster. Se previó un equipo para filmar exteriores en Londres y en Amsterdam: ¡el navío en el cual se embarca fue torpedeado y el equipo perdido! Se organiza un segundo viaje. También es necesario decorados a la altura de semejantes ambiciones. Hitchcock no duda: "Constrúyanme un pedazo de Ámsterdam -dice a los 600 obreros y a los 20 artistas que tiene bajo sus órdenes-, una buena tajada de Londres, un avión en la medida de un Atlantic Clipper, algunos hoteles, un molino holandés y luego una porción del campo neerlandés".
Para una escena que dura sólamente segundos, Hitchcock reconstruye la estación de Waterloo y la secuencia movilizará a 500 extras. Para la escena del asesinato, en la gran plaza de Amsterdam, que transcurre bajo la lluvia, hará detener el curso de un río para alimentar un sisterna de riego especialmente preparado. Las escenas del interior del molino presentarán dificultades particulares. A Hitchcock le gusta la gran rueda dentada, la escalera de formas rebuscadas en la cual se oculta Jones, y los minúsculos rincones donde los espías tienen a Van Meer prisionero. Pero, ¿cómo filmar todos esos personajes? ¿Y dónde ubicar las cámaras?
Hitchcock, que a lo largo de los años ha desempeñado todos los oficios del cine, tiene una respuesta a cada situación. La multiplicación de los ángulos de vista y los lugares de rodaje lleva 73.000 metros de película, ¡cuando no son necesarios más que 3.200! Esto permite al director ofrecer, gracias al montaje, momentos de cine particularmente brillantes, puestos al servicio del suspenso. En la escena del molino, alterna sin cesar las escenas que muestran a los espías y aquellas en las que el héroe intenta esconderse, todo en planos muy próximos. "El objetivo es poner a los espectadores en el centro de la acción en lugar de que sigan los acontecimientos desde el exterior -explica Hitchcock-. No se puede llegar a este resultado más que fragmentando el relato cinematográfico en pequeños elementos y pasando de uno a otro, de manera que cada detalle tiene su importancia y revela su propia significación psicológica".
El director está especialmente orgulloso de la secuencia en donde se asiste, desde la cabina del piloto, al aterrizaje forzoso del avión al mar. "El avión entra en el agua violentamente y los dos hombres están ahogados -cuenta Hitchcock- todo en el mismo plano, sin ningún corte. Había mandado a hacer una pantalla de transparencia de papel grueso, y detrás de esa pantalla había un tanque de agua. La transparencia se deshacía, el avión descendía en picada, y cuando el agua se acercaba, apretaba un botón. Sin que se pudiera observar nada, la pantalla de transparencia se rasgaba bajo la presión del agua". Hitchcock sentirá incluso estupor al encontrar, a destiempo y en la realidad, los frutos de su imaginación. "Las cosas llegaron al punto en que los aventureros y otros gángsters se inspiraron en mis películas -contará-. En "Corresponsal Extranjero", el falso Van Meer es asesinado por una pistola escondida en una máquina de fotos. ¡Cuál no fue mi sorpresa al enterarme unos años más tarde de que se había cometido un crimen en Teherán exactamente en las mismas condiciones".
Impresionado por los aciertos y el tino del director, Walter Wanger no pierde de vista la misión del film, esencial, según su parecer: denunciar la subida del nazismo, alertar a la opinión pública acerca de los riesgos de la guerra. Ideas que comparte Hitchcock. También él ve que los Estados Unidos salen de su actitud aislacionista y va en ayuda de Inglaterra. El guión refleja todas estas preocupaciones. En esta historia de amor entre un norteamericano y una joven inglesa no hay más que un símbolo. Algunas situaciones y algunos personajes salen directamente de la realidad: en ese brillante y en suma simpático traidor interpretado por Herbert Marshall, ¿cómo no ver al escritor británico Houston Stuart Chamberlain quien, fascinado por la ideología nazi, llegará hasta emigrar a Alemania y a encontrarse con Hitler? Como en la película, bajo la apariencia de asociaciones que luchan por la paz, los alemanes logran corromper las mentes en Holanda y en Francia. Lo absurdo del "Neutrality Act" -decisión por la cual los Estados Unidos se habían comprometido a no intervenir más en los asuntos europeos- aparece ilustrado con la actitud de un capitán de navío norteamericano: después de haber tomado a bordo a los sobrevivientes del accidente del avión, les niega el derecho de contar por radio que acaban de ser víctimas de un ataque alemán.
Además, a partir de esa conclusión provocadora con respecto a la política norteamericana, Hitchcock acaba, a fines de mayo de 1940, el rodaje de "Corresponsal Extranjero". Decide entonces, volar hacia Inglaterra con el propósito de traer a su suegra y de persuadir a su propia madre para que se instalen provisoriamente en California. Pero la anciana sigue mostrándose intratable. Sólo acepta dejar Londres para refugiarse. Hitchcock está espantado por el clima que reina en su país. Parece que todo puede ocurrir. La preguerra está ahí.
De regreso a Norteamérica entrega sus impresiones a Walter Wanger, quien, obsesionado por reflejar la realidad, decide filmar un nuevo final a su película. ¿Pero cómo agregar una escena entera a un film terminado y cuyo estreno ya estaba programado? Para este tipo de misión imposible existe un hombre: Ben Hecht, el guionista más rápido de Hollywood. En unas horas escribirá un final que resultará profético: en un estudio de Londres, bajo las bombas, McCrea lanza un vibrante llamado a la movilización de los Estados Unidos. Cinco días después del rodaje, Inglaterra se sume en sus noches de "sangre, sudor y lágrimas". Nunca el arte de Hitchcock había llegado tan lejos, esta vez es la realidad misma quien resuelve el suspenso, al dar razón, lamentablemente, a las más oscuras previsiones. Un poco más tarde, después del desastre de Pearl Harbor, los Estados Unidos declaran la guerra a Japón y entraron en conflicto con las potencias del Eje. Entretanto, el film resulta beneficiado por su inmenso éxito.
Hitchcock se convertirá incluso en la bestia negra del ministro de propaganda del III Reich, Goebbels. En efecto, después de la proyección de la película, el jefe nazi declarará: "Es una producción de primera clase, un film de acción que promete un gran éxito, que sin ninguna duda tendrá una enorme repercusión en los pueblos de las naciones enemigas". Para Hitchcock, no había mejor manera de responder a los que en Inglaterra lo trataban de "desertor", acusándolo de "preferir quedarse en Hollywood más que volver a participar en el esfuerzo de su país". Por otra parte, Hitchcock no permanecerá allá. Dedicará aún tres películas a la guerra y volverá a Inglaterra, en pleno "Blitz" (guerra relámpago), para dirigir dos cortometrajes de propaganda.
Y gracias por leerme nuevamente hasta aquí.
El Conde de Teberito (un crítico independiente).
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