lunes, 8 de julio de 2019

Mi crítica de "La Dama Desaparece" (Cine-Alfred Hitchcock-1938)

"Los 39 Escalones" habían situado a Hitchcock como el más cotizado de los cineastas británicos. Nada lo hubiera impulsado a abandonar una situación tan halagadora si no hubiera sido porque la salud del cine británico no dejaba de empeorar. Las dificultades que había tenido durante la filmación de "Inocencia y Juventud" lo habían convencido de una cosa: sería necesario expatriarse a los Estados Unidos si quería seguir filmando con total libertad.
De hecho, no esperaba siquiera la finalización del montaje de "Inocencia y Juventud" para efectuar su primer viaje al otro lado del Atlántico. El 22 de agosto de 1937 embarcó en el "Queen Mary" con la firme intención de firmar un contrato con los Estados Unidos. Con el fin de subir las apuestas, tomó los recaudos para satisfacer las exigencias de los medios norteamericanos. Pero sólo dos soluciones se le presentaron: firmar con la MGM o con David O. Selznick. En efecto, en Hollywood no se daban prisa por contratarlo. Hasta entonces sus películas no habían sido sino éxitos modestos en los Estados Unidos y contratarlo era correr un riesgo.
Hitchcock, que veía que las negociaciones no llegaban a ningún resultado, regresó a Inglaterra para terminar con el montaje definitivo de "Inocencia y Juventud". De todas maneras era necesario respetar el contrato que lo vinculaba todavía con Edward Black. Pero, por primera vez en su carrera no tenía  la menor idea para una nueva película. Demasiado preocupado por su porvenir en los Estados Unidos, decidió pedirle a su productor que le sugiriera un tema.
Consciente de que Hitchcock no renovaría su contrato, pero preocupado por asegurarse un nuevo éxito, Black propuso entonces al director que adaptara una novela  de Ethel Lina White titulada "The Wheel Spins". Había adquirido los derechos desde su publicación en 1936, se escribió el primer guión, y un norteamericano llamado Roy William Neill había sido designado para asegurar la realización... pero el proyecto se dio vuelta a último momento. El asistente de dirección filmaba algunos exteriores en Yugoslavia, pero cuando las autoridades yugoslavas descubrieron el guión se ofendieron al punto de echar al equipo a la frontera.
Hitchcock se dejó convencer sin dificultad. Apreciaba el humor sarcástico y lo novelesco desenfrenado del libro de Ethel Lina White. En ningún momento la novelista se preocupó por la credulidad de la historia, en verdad estrafalaria puesto que, finalmente, ¿qué sucede en "La Dama Desaparece"? Una red de espías soborna a los pasajeros de un tren para hacerle creer a una mujer que nunca habló con otra mujer que luego se revela, espía en los servicios secretos británicos. "Si pensamos en nuestros amigos, los 'verosímiles' -ironizará Hitcchcock en sus entrevistas con Francois Truffaut- uno pregunta por qué esa gente del contraespionaje no mandó simplemente el mensaje por una paloma mensajera". Hitchcock no se anduvo con chiquitas para burlarse de la intriga cuando Iris y Gilbert van a revisar el tren en busca de la señora Froy, ¡se dan cuenta de que uno de los pasajeros es un ilusionista cuyo número principal se llama "la dama desaparece"! ¿No será él quien secuestró a la señorita Froy con la intención de hacerse publicidad? Incluso la finalidad de la historia -el propio "Macguffin"- casi no da lugar a lo serio: ¡los personajes se pelean por algunos compases de una melodía popular!
Cuando se sabe qué cuidado aportó Hitchcock a la redacción de los guiones, uno no deja de sorprenderse al enterarse de que la primera versión del guion la había gustado. Aunque fue escrita por otro director, se contentó con mejorarla aunque sin cambiarla completamente. "Nos dijo que se burlaba de la introducción, pero que se podía hacer la última bobina más apasionante -contará Frank Launder, uno de los guionistas, junto con Sidney Gilliat-. La diferencia entre nuestro nuevo comienzo y el del guión original era una aceleración del ritmo. Asimismo, la última bobina era mucho más palpitante gracias a todos los detalles que se le agregaron."
De hecho, toda la habilidad del guión consiste en hacer que se sucedan dos partes radicalmente diferentes, la primera, resueltamente cómica, permite presentar a los personajes. La segunda, siempre conservando el tono humorístico, está completamente dedicada al esclarecimiento del misterio. Se dirá que no sucede gran cosa durante los primeros veinte minutos. Es cierto, pero HItchcock nos familiariza con sus personajes con el fin de que luego nos interesemos más por sus aventuras. Desde el cobarde magistrado de vacaciones con su amante hasta el enigmático doctor Hartz, los papeles secundarios menores están impecablemente descritos. Tomemos por ejemplo a Charters y Caldicott, los dos amigos apasionados por el cricket, interpretados por Basil Radford y Naunton Wayne. Hitchcock no deja de jugar con sus parecidos y sus diferencias: uno lleva un moño con lunares, el otro una corbata rayada, etc. Sus personajes estaban tan bien logrados que Carol Reed les pedirá a los dos actores que retomen sus personajes dos años después en su película "Night Train to Munich". ¡Radford y Wayne llegarán incluso a hacer un número  que representarán regularmente en el music hall y en la radio!
En lo que concierne al reparto, Hitcchcok ofreció el principal papel femenino a una joven actriz que estaba bajo contrato con la Gainsbourogh: Margaret Lockwood. "Mi primera película con Carol Reed, "Mishipnam Easy" había sido un gran éxito, entonces el estudio me dio el papel de Iris -contará- No me pidieron opinión, solo me dijeron 'acá está tu próximo papel'". Para encarnar a Gilbert, el joven músico especialista en danzas folklóricas europeas, Hitchcock optó por un actor que aún no había hecho cine: Michael Redgrave.
Su único título de gloria era haber trabajado en tres obras montadas por la compañía de John Gielgud, al cual HItchcock había hecho debutar en cine dos años antes en "Agente Secreto". No obstante Michael Redgrave no se mostrará muy entusiasmado en actuar ante las cámaras. "Para ser franco -comentará a Donald Spoto-, creo que era un intelectual snob que no veía muy bien el hecho de rodar una película. Ningún actor, ninguna actriz, dignos de ese nombre se interesaba en el cine". Michael Redgrave confiesa sin hacerse rogar que " en realidad no se esforzó" para las obligaciones de ese film, pero Hitchcock nunca le guardó rencor por eso. Es cierto que el director siempre prefirió a los actores que tienen una técnica discreta, como él decía, antes que a los que no eran naturales. Así, por ejemplo, experimentará las peores dificultades durante el rodaje de "Cortina Rasgada" con Paul Newman, cuya actuación, inspirada en las técnicas del Actor's Studio, le parecerá exagerada.
A lo largo del rodaje, Margaret Lockwood y Michael Redgrave descubrirán las costumbres particulares del director. "Podía hablar de Carol Reed durante horas -comenta la actriz-, ¡pero de HItch! Después de la pausa para tomar el té, ¡arrojaba su taza por encima de su hombro! Nunca se mezclaba con los actores. Sabía exactamente lo que quería, entonces usted hacía lo que él quería. Pero nunca pareciera que nos diese la menor indicación. Con su aspecto de Buda, parecía estar en calma, con su eterna sonrisa en sus labios". Por su parte Michael Redgrave agregará: "Cada uno sabía que la reputación de la cual gozaba en Inglaterra tenía que ver  con el cuidado que aportaba a la preparación y a la parte técnica del film que que al trabajo con sus actores. Curiosamente, la película no dependía de prestación de uno u otro, y eso nos tranquilizaba. De hecho, su propia indolencia nos facilitaba mucho las cosas".
Un amante de desafíos técnicos como Hitchcock sólo podía disfrutar con una película como "La Dama Desaparece": ¡las tres cuartas partes de la intriga se desarrolla en un tren! Una idea preconcebida que anuncia de alguna manera películas como "La Soga" y "La Ventana Indiscreta", cuya acción está situada en un departamento y en un bloque de viviendas respectivamente. Por falta de medios importantes, la película será filmada  en su totalidad en un set de sólo 27 metros de largo, en los pequeños estudios de Lime Grove.
Esto le agradaba al director, a quien siempre le gustó jugar con sus maquetas y las transparencias. A falta de verdaderas audacias, el film contiene algunas demostraciones de su habilidad, especialmente el travelling del comienzo. La cámara sobrevuela una pendiente nevada, luego la estación antes de encuadrar, pasando por la ventana, la recepción del hotel donde está la señora Froy. Desde la primera secuencia, sólamente por el juego de la puesta en escena, el personaje principal está designado. En un tono muy diferente, Hitchcock filmará de manera particularmente original la escena en la cual Iris y Gilbert beben los vasos que el doctor Hartz llenó de somnífero. "¿Qué hace uno habitualmente en estos casos?", recuerda el cineasta en sus entrevistas con Truffaut. "Uno se las arregla con el diálogo: 'Tenga, beba ésto' 'No, gracias'. 'Pero sí, vamos'. 'No ahora, luego', etc. Yo he fotografiado una parte de la escena a través de los vasos para que el público los viera constantemente. Para la ocasión hice fabricar vasos más grandes". Satisfecho por el resultado, no dudará en volver a utilizar esta técnica en la escena de "Cuéntame tu Vida" donde se ve en primer plano la mano del dueño de la clínica que amenaza a Ingrid Bergman: "Usé una mano gigante y un revólver cuatro veces más grande que lo común", explicará Hitchcock.
En Londres, la película se estrenó en septiembre de 1938, la misma semana que "Pigmalion", la película de (y con) Leslie Howard, adaptada de la obra de teatro de George Bernard Shaw. La crítica fue particularmente elogiosa. Howard Barnes, el gran defensor de Hitchcock en la prensa popular no dudaba en escribir: "'La Dama Desaparece' es el film de una imaginación y de un sentido artístico totalmente personales, al igual que un lienzo de Cézanne o una partitura de Stravinsky"
El público reservó un triunfo al film, que se convirtió en unas semanas en el mayor éxito del cine inglés. En todas partes del mundo, "La Dama Desaparece" será considerada como una de las mejores películas de Hitchcock. Orson Welles confesará haberla visto once veces, y Francois Truffaut hará uno de los más hermosos elogios  que se le puedan dedicar a un director al afirmar: "Ocurre que fui a ver esta película dos veces en la misma semana y cada vez me dije: como la conozco de memoria no voy a seguir la historia, voy a mirar si el tren se mueve, si las transparencias están logradas, si hay movimiento de aparato en el interior  del compartimiento y, en cada oportunidad, ¡me cautivaron tanto los personajes y la intriga que sigo sin saber cómo fue fabricado el film!".
Pero en ese otoño de 1938 había una opinión que le interesaba en especial a Hitchcock: la de David O. Selznick. El cineasta se tranquilizó rápidamente:el productor con el cual había firmado un contrato de dieciocho páginas el 14 de julio anterior apreció la película. En un memo para su principal colaborador recomendó que atacaran rápidamente el tiempo libre de Hitchcock. Preocupado por la idea de que otros productores pudieran arrebatarle al cineasta, reexaminó el contrato. ¡No será una sino dos las películas que Hitchcock filmará para él por año! No obstante, Hitchcock iba a dirigir otro film en Inglaterra antes de atravesar definitivamente el Atlántico: "La Posada Maldita". 
Y gracias por leerme nuevamente hasta aquí.
El Conde de Teberito (un crítico independiente).




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