lunes, 15 de julio de 2019

Mi crítica de "Saboteadores" (Cine-Alfred Hitchcock-1942)

Continuamos con el análisis de las películas norteamericanas en blanco y negro del director.
Si bien la partida de Hitchcock para los Estados Unidos, en 1939, coincide con el comienzo de la Segunda Guerra Mundial, no hay que ver en ello ninguna relación. La razón de esto es puramente profesional, quería avanzar un paso en su carrera, y tenía la impresión de que sólo los Estados Unidos podían permitírselo. No obstante, el avance del nazismo, era para él, una inquietud real, y no había dudado en estigmatizar la actitud de los muniqueses en "La Dama Desaparece", donde se ve a un militante pacífico asesinado frontalmente.
Ya instalado en los Estados Unidos, Hitchcock participó del esfuerzo de la guerra a su manera, es decir, por medio del cine. Es evidente que "Saboteadores", representa la contribución de Hitchcock a la propaganda patriótica corriente de la época. Por un lado, está la denuncia, y por el otro, los terroristas: la elección de la Estatua de la Libertad para la secuencia final no es fruto de la casualidad. Además, el film, remite al sentimiento de desconfianza que se extiende en ese momento en el pueblo norteamericano. El enemigo está en todas partes, incluso en suelo estadounidense. El subtítulo otorgado al departamento de publicidad de Universal, es totalmente explícito: "El hombre en su espalda". Ya no se sabe en quién confiar. No solamente la policía se equivoca al acusar a Barry, sino que, además, puede tener infiltrados. Patricia pasa por esa cruel experiencia cuando decide revelar lo que sabe a los policías de Soda City. Toda la película se resume en un aviso contra las apariencias. Desde ese punto de vista, la secuencia del baile, en casa de la señora Sutton es particularmente explícita: cuando Barry grita que ese palacete está repleto de nazis, es rechazado porque "no está correctamente vestido".
Pero volvamos a la génesis de la película. En 1941, David O. Selznick sigue teniendo a Hitchcock bajo contrato. Según una práctica corriente en Hollywood, en esa época, Selznick acaba de "alquilar" a Hitchcock a la RKO, la cual le ha confiado la puesta en escena de "La Sospecha", pero Selznick cuenta con producir el próximo film del gran director. Está decidido a convencerlo para concretar la opción que ya había firmado. Para poner todas las posibilidades de su lado, anuncia a sus colaboradores: "Creo que deberíamos lanzar a Hitchcock a una nueva historia antes de que esté disponible". John Houseman, uno de los fieles del productor sugiere una adaptación de "Carta de una enamorada", la obra maestra de Stefan Zweig. Demasiado alejado del estilo de Hitchcock, corta Selznick. Otras ideas aparecieron, unas más delirantes que las otras. Entre las más disparatadas, se encuentra la adaptación de "Los Miserables", de Víctor Hugo, con Charles Boyer en el papel de Jean Valjean.
Cansado, Selznick recuerda una historia que Hitchcock le contó unos meses antes en el transcurso de una cena. "Un tema interesante, incluso bastante erótico, que encontraba ideal para Ingrid Bergman y que, me parece, desea dirigir", anotará el productor en uno de sus memos. "Una historia verdadera, la de una pareja secuestrada por bandoleros. La joven esposa de un agregado militar, o algo parecido, y su mejor amigo son raptados, luego encadenados uno junto al otro durante seis meses por bandoleros chinos". El proyecto no se concretó. Entonces, Selznick tuvo la idea de filmar las remakes de dos películas que Hitchcock había dirigido durante su período inglés: "El Vengador" y "El Hombre que Sabía Demasiado". Pensó en Gene Kelly para el papel principal, pero, el célebre bailarín no estaba disponible.
Sin embargo, poco a poco, Selznick se desinteresó de la película. Es cierto que, entre tanto, sus relaciones con Hitchcock se deterioraron considerablemente. Por una parte, ambos se habían empecinado por cuestiones financieras. Antes de firmar el contrato para un tercer año de colaboración con Selznick, Hitchcock había hecho sus cuentas: desde que había llegado a los Estados Unidos, Selznick le había pagado 354.375 dólares. Una suma considerable para un director en aquella época, pero a Hitchcock no le había parecido nada bien que  Selznick embolsara 130.000 dólares sólo por alquilar sus servicios a la RKO. Y no le gustaba mucho que los actores estuvieran mejor pagados que él. En Inglaterra estaba costumbrado a ser la estrella. Antes de comenzar la relación con el guión de "Saboteadores", había reclamado una prima para él y su guionista, la cual fue rechazada enseguida.
Por su parte, Selznick, no apreciaba que Hitchcock dedicara una buena parte de su tiempo a filmar cortometrajes de propaganda antinazi para la British Library of Information. "Deberíamos intentar calcular exactamente cuanto tiempo Hitchcock dedica a los representantes del gobierno británico -escribió Selznick en uno de sus memos-. No veo por qué daríamos 3.000 dólares por semana a alguien que pasa la mayor parte de su tiempo dedicándose a los asuntos británicos". En otra nota diplomática, Selznick explota literalmente: "Es absurdo ver a un asalariado no pasar toda su jornada en la casa que lo contrata".
Contrariado por el comportamiento de Hitchcock, Selznick decidió revender el proyecto. Después de conectarse con la 20 Twnty Century Fox y la RKO, hizo negocio con los estudios de la Universal. El ex director Frank Lloyd fue entonces el productor del film.
La película es una vista panorámica del territorio norteamericano, una travesía "coast to coast" que recuerda la cabalgata a través de Inglaterra y Escocia de los personajes de "Los 39 Escalones" y que prefigura "Intriga Internacional", de la cual Francois Truffaut llegará a decir que puede ser considerada como "una remake de 'Saboteadores' dieciséis años después" En un primer momento, Hitchcock desarrolló su idea en compañía de Joan Harrison, quien se convertirá años más tarde en productora de sus programas de televisión. Cuando ella prefirió alejarse del proyecto, trabajó con Peter Vietel. Finalmente volvió a ver el guión con la novelista Dorothy Parker, cuyo humor ácido está en el diálogo. "Mi mujer se compra un sombrero para ir al cine -dice el camionero- y va al cine para sacárselo". Su contribución aparece especialmente en la escena en la cual los dos personajes principales se refugian en un remolque de circo ocupado por monstruos: dos hermanas siamesas, una mujer barbuda, un enano que se cree HItler, entre otros.
De hecho, el guión nunca logrará satisfacer plenamente a Hitchcock. "El guión no era bastante riguroso -confesará unos años más tarde a Truffaut-. No tenía la mente lo bastante alerta como para dominar el guión original. Había allí dentro una masa de ideas, pero no estaban bien ordenadas. Tengo la impresión de que todo esto podría haber sido limpiado y firmemente redactado antes del rodaje. Esto demuestra que una masa de ideas no basta para componer un film logrado si no están presentadas con el cuidado suficiente y con una total conciencia de su forma".
De hecho, la película da la impresión de un mosaico de momentos magníficos que se encadenan con mayor o menor facilidad: está el sabotaje, la visita a la casa del jefe de los saboteadores (que acaba con una sorprendente persecución a caballo que se parece a una secuencia de western), la estadía en la casa del ciego, la noche pasada en el remolque del circo, Soda City, el baile en Nueva York. Como lo anotará Donald Spoto: "'Saboteadores' parece haber sido escrita por escritores que trabajaba cada uno en su cajón hermético y perfectamente aislado. Resultado: la totalidad es inferior a la suma de las partes".
La escena más impresionante es, sin duda, la del final, donde Fry cuelga de la Estatua de la Libertad. Alternando vistas generales, picados y contrapicados en los personajes y primeros planos en el saco de Fry que se desgarra poco a poco, Hitchcock, da pruebas, una vez más, de su ciencia del suspenso. Nos quedamos sin aliento durante toda la escena. Sin embargo, esta secuencia dejará un gusto inacabado en el director. "Hay un grave error -contará a Truffaut- no es el malo el que debería estar suspendido en el espacio, sino el héroe de la película. La participación del público se hubiera centuplicado".
Para llevar a cabo su film, Hitchcock dispuso de medios enormes. A falta de encontrar un buen desierto de su agrado, recreó uno en su estudio. Además hizo reconstruir el lujoso hotel particular estilo 5° Avenida donde tiene lugar la recepción de la señora Sutton, la cual costó 45.000 dólares. "Es lo que sorprende al espectador, lo cual deja en él una impresión duradera", le gustaba repetir a Hitchcock para justificar sus gastos. En cambio, no logró imponer a los actores que deseaba. Para el papel del héroe, quería a Gary Cooper, pero debió conformarse con Robert Cummings. "Un actor muy competente, pero que pertenece a la clase de los actores livianos. Su rostro parece divertido y cuando se halla realmente en una mala situación, no se percibe en su cara". A Hitchcock le molestaba que Robert Cummings no fuera una estrella porque, a sus ojos "el público otorga menos importancia a las dificultades y a los problemas de un personaje interpretado por un actor que no le resulta familiar". Priscilla Lane, que interpreta a Pat, también le fue impuesta por el estudio. En sus entrevistas con Hitchcock, Truffaut observará: "¡Prácticamente no se le podía reprochar ser sofisticada! Era muy familiar e incluso muy vulgar". "No era una mujer para una película de Hitchcock -le responderá el director-. Me sentí realmente traicionado". Para el papel del jefe de los malos se encontró con el rechazo del actor propuesto. "Había pensado en un actor muy popular, Harry Carrey. No interpretaba habitualmente más que papeles muy simpáticos y, cuando me comuniqué con él, su mujer se puso furiosa: 'Realmente me indigna que usted de atreva a ofrecerle a mi marido un papel como este. Desde que Will Rogers murió ¡la juventud norteamericana tiene los ojoso puestos en él!'". Resultado: Hitchcock debió conformarse con un malo más convencional, Otto Kruger. ¡Algunos elementos de un film en realidad son insignificantes!
Y gracias por leerme nuevamente hasta aquí.
El Conde de Teberito (un crítico independiente).

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