En el año 1944, Hitchcock se dedicó a filmar cortometrajes de propaganda antinazi para su país, y en 1945 filmaría "Cuéntame tu Vida" con Ingrid Bergman y Gregory Peck, film que no voy a analizar acá ya que no daré en el seminario, al menos no, hasta terminarlo. Por el momento vamos a abocarnos a "Notorius" (1946).
En octubre de 1944, antes incluso que "Cuéntame tu Vida" quedara lista para su estreno, Selznick había pasado a Hitchcock y al guionista Hetch, la base para una historia que deseaba llevar a la pantalla. Uno de los editores del productor había encontrado de la idea en un relato breve que había sido publicado en "The Saturday Evening Post" en 1921. Sin embargo, y como de costumbre, una vez acabada la película se convirtió en algo muy distinto, más rico, más complejo, inquietante y definitivamente más interesante.
Según los primeros memorandos del estudio sobre la producción, Ingrid tenía que encarnar a una mujer de dudosa virtud y aficionada a la bebida que había sido cuidadosamente entrenada para un trabajo de espionaje en el que se veía obligada a casarse con un espía enemigo para desenmascarar un peligroso plan de los nazis. El hombre del que ella estaba enamorada en realidad -y que ha sido el responsable de que se vea metida en esa trama de chantaje sexual- es reacio a comprometerse emocionalmente, pero al mismo tiempo la necesita en el terreno profesional. Dicho esquema pasó por distintas fases de desarrollo y sufrió continuos cambios, incluso durante el rodaje (que duró desde octubre de 1945 hasta febrero de 1946) antes de convertirse (en el montaje definitivo) en una tensa obra maestra del cine.
"Notorius", pues ese fue su título, constituye la mejor muestra del sutil, inagotable y conmovedor registro interpretativo de Ingrid Bergman. Los espectadores no tienen en ningún momento la menor duda de que están contemplando a un complicado personaje llamado Alicia Huberman. "Notorius" cuenta la historia de la escéptica, vulnerable pero enamorada Alicia Huberman del emocionalmente reprimido T. R. Devlin (Cary Grant, en su segunda colaboración con Hitchcock), un hombre que se pregunta cómo convertirse en uno, y de su rival, Alexander Sebastian (Claude Rains), que acaba hallando la perdición por culpa de su pasión por Alicia. La cuestión del espionaje y sus detalles son el MacGuffin de Hitchcock, su excusa para plantear un romance y una explosión de las contradicciones de los adultos. Retrospectivamente resulta asombroso que semejante película fuese producida y estrenada en 1946 ya que contiene unos crudos diálogos donde se habla sin tapujos de prostitución respaldada por el gobierno y retrata a un heroico agente de inteligencia que recurre expeditivamente al chantaje sexual. Esta doble moral y la explícita denuncia de los agentes norteamericanos eran elementos sin precedentes en las historias de Hollywood de la época, 1945, cuando la victoria de los Aliados en la guerra acababa de inaugurar una era de comprensible pero desafortunado chauvinismo. La creencia establecida decía que el gobierno de los Estados Unidos no podía ser mancillado por el escándalo de la corrupción, pero en "Notorius" esa presunción no resulta tan evidente.
Durante el rodaje, Hitchcock hizo entre bastidores algo que no había sido habitual en él hasta ese momento: convirtió a Ingrid Bergman en su más estrecha colaboradora de la película. "Escucha, Hitch -le comentó un día- el aspecto de la chica en esta toma está equivocado. La haces aparecer demasiado pronto con cara de sorpresa. Creo que ella debería hacerlo de esta otra manera". Dicho lo cual Ingrid reinterpretó la escena su manera. En el estudio no se oyó una mosca. Era universalmente sabido que el director no toleraba de buen gusto las ocurrencias de los actores. Hitchcock tenía muy en claro lo que quería, y lo último que deseaba era la interferencia de unos simples intérpretes. Sin embargo, Ingrid solía plantear alternativas válidas, y ese día, para sorpresa de todos, Hitchcock contestó "creo que tienes razón".
Hitchcock, que por aquel entonces sin duda ya tenía claro que sus posibilidades con Ingrid eran nulas, aceptó su sugerencia de que el fotógrafo encargado de las fotos publicitarias de la película fuera Capa (amante, por aquel entonces de la Bergman). Este tomó algunas instantáneas históricas de la secuencia de la fiesta, durante la cual Ingrid extrae furtivamente la llave de la bodega (una escena justamente famosa por el plano con grúa en el que la cámara desciende sin interrupción alguna desde el amplio plano picado del lujoso vestíbulo hasta un primer plano de la mano de Ingrid aferrando la llave). Ese extraordinario momento no fue sólo un alarde técnico ideado por un director experto, sino que resultó crucial para subrayar dos niveles de realidad de una misma toma continuada. La llave literal del peligro se esconde en un entorno impresionante, un continuo espacial; en otras palabras, contiene una doble realidad, del mismo modo que las valiosas botellas de vino contienen mineral de uranio, o como (en otros momentos de la película) los gestos cariñosos ocultan otras realidades.
A pesar de todo, no resulta tan difícil comprender que Hitchcock aceptara la presencia de Capa. Muchos amantes no correspondidos intentan complacer el objeto de sus afectos; y, si están destinados a sufrir, es frecuente que prefieran sufrir de verdad. Al fin y al cabo ahí reside el núcleo de que la falacia romántica del que el amante desesperado nutre su padecimiento. La historia está llena de los nombres de aquellos cuyos íntimos sufrimientos avivaron el fuego de su arte en la música, la pintura, la literatura o el cine.
"Notorius", que Selznick vendió como un paquete acabado a la RKO cuando se obsesionó con la producción de "Duelo al Sol", restableció a Grant a la categoría de actores serios con un registro de profundidad desconocida hasta ese momento. Su cerrera se hallaba en declive cuando fue elegido para el papel de un hombre casi patológicamente temeroso de las mujeres, un hombre capaz de besar pero incapaz de comprometerse, que está a punto de enviar a la muerte a su heroína. A diferencia de su experiencia con Joan Fontaine se llevó bien con Ingrid y trabaron una amistad que los unió de por vida. A pesar de los descabellados rumores que corrieron por aquel entonces, no hubo romance alguno entre ellos.
Con su callado y particular estilo, Hitchcock logró que Bergman y Grant tuvieran la impresión de que él era prácticamente su propietario o de que, como mínimo, los había alquilado para su película. Al igual que con Fontaine, una manera de establecer su supremacía fue "dominando". Un día, en los estudios RKO, Hitchcock vio a su secretaria, Carol Stevens, charlando con varios empleados del estudio. Más tarde, le dijo: "Crees que le caes bien a todo el mundo, ¿no? Pues bien, ¡Cary Grant te odia!". Stevens quedó atónita y fue a hablar con Grant en privado. "¡Dios santo, tu sabes mejor que nadie lo posesivo que es Hitch", le contestó él.
El director se tomó un especial y caprichoso placer a la hora de escribir los tres minutos de la escena del beso en el balcón en la que Grant y Bergman se dan breves besos en labios, cuello y orejas mientras hablan entre suspiros de su plan de cocinar un pollo para la cena. Ideada por Hitchcock como una manera de soslayar las rígidas normas de Hollywood respecto a los besos demasiado prolongados, según él , la escena "dio al público el gran privilegio de abrazar a la vez a Cary Grant y a Ingrid Bergman. Fue una especie de momentáneo menage á trois".
La cuestión central de "Notorius" es una doble redención. La de una mujer que necesita que confíen en ella y la amen para superar una vida asolada poro el sentimiento de culpa y sin amor; la de un hombre que necesita abrirse al amor, lo cual le ayudará a superar toda una existencia dominada por la grave represión emocional. Hábilmente, Hitchcock y Hatch decidieron encuadrar este romance sobre afectos y traiciones en una trama de espionaje, ya que los espías se caracterizan por aprovecharse de la confianza de los demás. Yendo un poco más lejos, el motivo central está representado por la imagen de la bebida. En lugar de servir como elemento de unidad, de celebrar salud o prosperidad, en todas las escenas de "Notorius" donde hay bebida, esta aparece como un acto socialmente vacío o como un simple y llano acto de envenenamiento: la costumbre de Alicia de servirse una copa para disimular el rechazo emocional, el ingrediente de la bomba oculto en una botella de vino o el café envenenado.
Los momentos finales de "Notorius" resultan especialmente notables por la habilidad de Hitchcock para extraer fuerza de las imágenes con el movimiento de cámara, la iluminación y las interpretaciones. Pocas veces en la historia del cine una actriz ha sido tan delicada y adorablemente fotografiada como Ingrid Bergman en la escena final en el dormitorio. En su condición de mujer enferma y al borde de la muerte, Hitchcock la filmó en una media penumbra, envolviéndola en una radiante ternura y sin añadir música alguna a la escena. Los apagados susurros y los gestos de Alicia llevan a Devlin a reconocer finalmente que la ama. "¡Oh, me amas! -susurra ella- ¿Por qué no me lo dijiste antes?" Y mientras la cámara se mueve con lentitud a su alrededor, él responde: "No era más que un estúpido lleno de resentimiento. No podía soportar no tenerte".
Al ver una película suele ser fácil reconocer la diferencia entre el distanciamiento artístico de un director o la implicación personal y emocional de otros. La primera actitud se aprecia claramente en la respetuosa distancia que D.W.Griffith pone entre él y Lillian Gish, lo mismo que F.W.Murnau con Janet Gaynor. Por otra parte, la implicación sentimental se hace patente en cómo Josef von Sternberg presenta a Marlene Dietrich, o en como Hitchcock hace lo propio con Madeleine Carroll, Ingrid Bergman,, Grace Kelly o Tippi Hedren. En este sentido, todos los asuntos que aborda "Notorius" y el conjunto de emociones que subyacen en la relación entre Alfred Hitchcock e Ingrid Bergman se funden en esa secuencia final, en la que el director filmó la que seguramente es la escena de amor más sentida de toda su carrera.
Sacada directamente de las páginas de un cuento de hadas -el príncipe que salva a la princesa- "Notorius" perdura como la fantasía romántica: rescatar a la amada de las fauces de la muerte. El hecho de que, décadas después, siga resultando tan conmovedora, constituye un homenaje al talento y los sentimientos de un director, a su guionista, a su protagonista masculino y sobre todo a Ingrid Bergman, que fue la actriz que más estrechamente colaboró con el director a lo largo de su carrera.
Y gracias por leerme nuevamente hasta aquí.
El Conde de Teberito (un crítico independiente).
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