sábado, 18 de abril de 2020

Mi crítica de "Blue Jasmin" (Cine-Woody Allen-2012)

Y llegamos a la última de las críticas de esta preparación del seminario "El Seleccionado Sub-18 de Woody Allen" (en realidad la última es "Crisis en Seis Escenas", pero la crítica ya la hice anteriormente). Y nos encontramos con esta, quizá la película más lograda del viejo Woody en todo este nuevo período que arranca desde "Match Point" (2005) en adelante. Woody siempre ansió ser Arthur Miller o Tennessee Williams, y ahora, puede codearse con este último al haber realizado su adaptación al "mundo-Allen" de su obra más elogiada: "Un Tranvía llamado Deseo". Sí, porque esta Jasmine de la estupenda Cate Blanchet tiene más de un punto en común con Blanche Dubois. Se trata de una mujer rica, o que ha vivido en la opulencia por obra y gracia de un marido estafador y millonario por negocios turbios, que al verse traicionada sentimentalmente por él, lo denuncia a la policía quien lo detiene y gracias a eso ella lo pierde todo. Debe mudarse de Nueva York, donde tenía una lujosa mansión a vivir con su hermana Ginger a San Francisco, a una humilde y angosta casucha en donde esta vive con sus dos hijos y flirtea con un lumpen (eso sí, honrado) que no logrará sacarla nunca del bajo estrato social en que vive. Jasmine y Ginger son hermanas adoptadas, y nada puede distanciarlas más que su físico (Jasmine, alta, voluptuosa, sensual, linda y GInger una pobre ratita flacucha y débil), su cultura y su posición económica. Claro que Ginger y su ex marido Augie han desbarrancado materialmente gracias a Hal, el ex marido de Jasmine (quien ahora se ha suicidado en la cárcel), alguien con quien se asociaron y que les hizo entrar prácticamente en bancarrota. Pero la traslación de la obra de Williams no se detiene en la comparación de la vida de ambas hermanas y sus matrimonios sino en que Jasmine, como Blanche, están bajo fuerte presión psicológica debido a su devenir económico y bordean la psicosis, por no decir más francamente que están inmersas en ella.
Jasmin trata de rehacer su vida pero para eso debe empezar de cero, aprender a trabajar, algo que no hizo en toda su vida de lujos y confort, ganarse la vida y ganarse el ser apreciada y querida, algo que tampoco le había costado demasiado. Por eso es que se meterá a aprender computación, para, paso siguiente, hacer un curso de decoradora de interiores, algo que desde siempre la apasionó. Jasmin se reprocha el haber dejado la universidad, a poco de recibirse de antropóloga, algo que al propio Woody debe dolerle mucho de su propio pasado de iletrado pues siempre está exhibiéndolo en sus films. Pero para todo en esta vida hace falta dinero, algo a lo que llega a la conclusión Jasmine, quien no se puede desprender de sus valijas Louis Vuitton ni de su guardarropas elegante. Ella no acepta haber entrado en quiebra. Es algo que la desequilibra totalmente en su manera emocional, para lo que debe tomar gran cantidad de ansiolíticos y antipsicóticos, ya que cuando su marido fue preso, ella tuvo que ser rescatada de la calle hablando sola. Algo que repetirá hacia el final de la película, cuando su mundo vuelva a eclosionar.
La psicosis parece ser la característica distintiva tanto de Blanche Dubois como de Jasmin Frances, ya que esta última acabará hablando sola, en la calle, con los ojos hinchados y enrojecidos de tanto llorar (un trabajo extraordinario de Cate Blanchet, quien parece haber llorado durante toda la noche para conseguir esa escena, algo que no es posible de maquillar, y por este trabajo recibió un más que merecido Oscar a la que tal vez sea su mejor interpretación). Otro dato, Jazmin a pesar de su belleza algo grotesca y de su altura desmedida, parece una mujer asexuada, incapaz de provocar o sentir deseos, algo en lo que su hermana la aventaja, vemos a Ginger acostándose con cuanto hombre conoce, desde Chilli, su novio inculto, hasta el especialista en sonido que conoció en una fiesta. A pesar de esta condición, Jasmin logra interesarle al dentista con el que trabaja como recepcionista (un cargo que nunca entendió ni supo controlar), quien se propasa con ella y ejerce un violento acoso. Es asimismo admirada por el amigo de Chilli, otro incapaz que no está a su altura y que quiere obtener su teléfono. Parece ser que la solución a todos sus problemas amorosos los encuentra con Dwight, un asesor del gobierno que goza de buena posición y al que conoce en una fiesta. Al principio todo parece marchar sobre ruedas con él, hasta que decide fingir y adoptar una posición que ya no posee: hacerse pasar por decoradora de interiores, viuda de un cirujano muerto de un infarto. Dwight la lleva para que decore su nueva mansión, le propone casamiento y un viaje con estadía en Viena. Ella se ilusiona con todo eso y cree haber encontrado su cauce nuevamente. Él la lleva a conocer a su familia y se entiende muy bien con los padres Y Dwight la invita a elegir su anillo de compromiso. Hasta que son interceptados por Augie, su ex cuñado quien le reprocha el como su marido lo dejó en la calle y el hecho de que este fuera un estafador. Allí, su flamante galán se entera de que le estuvo mintiendo y de que ha llevado una doble vida con él durante todo ese tiempo y la deja. Todo parece desbarrancarse para Jasmin, justo cuando Ginger se ha enterado que su nuevo pretendiente, con quien todo iba perfecto, era casado y su esposa ha sabido de su romance, lo que la impulsó a volver con el violento e inculto de Chilli. Una vida que se rearma y otra que se descompone a la vez. Auge y caída en el mismo momento. Unos abren botella de champagne y otra deambula por las calles llorando su miseria.
El título de la película alude, no solo al nombre que ella se ha inventado para aparentar (su nombre real no era Jasmin sino Jannete) y a "Blue Moon", la célebre melodía que ella y su esposo escucharon la noche en que se conocieron. Pero ese "Blue" se refiere también a lo "oscuro", "triste" que hay en ella, quien parece ocultarlo todo tras la fachada y la farsa del dinero, el lujo y las joyas. Ella ha llevado una vida de mentiras con Hal, su esposo, así como él la engañaba a ella con cuanta mujer se le ponía a tiro. Dijo Lacan que toda mujer quiere ser la única, y eso es lo que justamente la destroza a ella, no ver o no querer ver que estaba siendo reemplazada por carne más joven en el lecho de su apuesto esposo. Por eso es que, al sentirse despechada, lo denuncia al FBI quien en seguida lo encarcela. Pero su vida de lujos vuelve en oscuras reminiscencias una y otra vez durante todo el correr de la película, parecemos estar asistiendo a los momentos previos a la caída, con una vida magnífica, plena de sol, de coches y mansiones que se despliegan sin parar ante el espectador.. También es magnífica la iluminación de Javier Aguirresarobe, el director de fotografía quien dotó de una paleta de colores claros, lumínicos, abiertos, diáfanos, todos los momentos de su vida de esplendor, mientras que los de su situación más trágica son iluminados de forma aterradora, una atmósfera pesada, opresiva, claustrofóbica, creando un magnífico contraste entre ambos estados de ánimo de Jasmin.
Estamos ante un film inteligente, lúcido, que puede ser la vuelta de tuerca de un clásico del teatro de todos los tiempos pero que no por ello pierde originalidad ni deja de ser teñido con el toque distintivo de Woody Allen y su cine. Momentos de puro cine bien hecho.
Y gracias por leerme nuevamente hasta aquí.
El Conde de Teberito (un crítico independiente).



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