miércoles, 29 de abril de 2020

Mi crítica de "Mucho Ruido y Pocas Nueces" (Teatro)


Muy buena la idea de la gente de Teatrix de sumar esta obra a su catálogo.
Debe de haber tenido un muy buen día Jorge Azurmendi cuando decidió reflotar este clásico de William Shakespeare y convertirlo en esta maravilla que asombró la cartelera porteña en el 2019. Porque la obra no perdió nada de vigencia, porque Azurmendi transformó una comedia clásica en un hecho teatral vivo, porque emociona y hace reír, porque proporciona ratos de un verdadero placer para los sentidos. Por todo eso y mucho más, "Mucho Ruido y Pocas Nueces" me cautivó de principio a fin y me hizo disfrutar como pocas veces una obra del bardo de Avon. Le puso música a la obra, y para eso cuenta con una violinista, un flauta traversa, una clarinetista y una percusionista y tecladista que son una maravilla, hacen bailar y batir palmas a todo el público y dotan a la obra de una alegría que ni el propio autor supuso que tenía. Los personajes son todos encantadores, Bendicto y Beatriz, primos y rivales, con una lengua filosa y una ironía y maledicencia que los hace discutir benévolamente siempre, pero, como se decía en mis tiempos de infancia: "los que se pelean se aman", y ellos terminarán rendidos uno a los pies del otro antes que pasen las dos horas y cuarto de la comedia. La otra parejita está integrada por el Conde Claudio y la adolescente Hero, una chica de radiante belleza, que no tendrán tantas vueltas en jurarse amor, pero, que por un juego de el hermanastro de Benedicto, don Juan, un malo de aquellos, hará que la boda se transforme en un verdadero drama (con velorio incluido).
Pero como en los tiempos de Shakespeare los papeles femeninos eran interpretados por hombres, acá se dará el inverso, y hará la mano maestra del director que algunos masculinos sean jugados por mujeres, tal es el caso de Leonato, padre de Hero y tío de Beatriz, el del fraile y el escribano (interpretados por la misma actriz) y la sorpresa de la noche, el de Dogberry, el alguacil jefe, en manos de la talentosa y amiga de la casa María Rosa Frega. Ya la había admirado en su unipersonal "La suplente", y acá es una pieza más que ingeniosa vestirla de hombre, con barba y bigotes, para ejecutar el inefable papel que será el más aplaudido por el público y el más festejado: el del jefe de los vigilantes. Porque con sus confusiones idiomáticas, sus juegos de palabras ("Los pájaros mueren de pie" y "Los árboles cantan hasta que mueren", ¿o era "Los pájaros", de Hitchcock, ¿no la viste?) y su ternura infinita (la cara de desolación cuando el reo le increpa "¡nabo!": "que conste en actas que me llamó nabo") se transforma en la pieza esencial de la comedia pergeñada por Azurmendi, el toque justo de humor que sólo la talentosa Frega puede manejar como pocos y hacer suya la escena.
Pero vamos a la historia. Don Pedro de Aragón llega a la ciudad de Mesina y trae con él su ejército de valerosos soldados (usando paraguas en vez de sables, igual que todo el decorado de la escena, con paraguas abiertos, tras los que se esconderán los personajes cuando lo crean necesario), entre ellos el príncipe Benedicto de Padua (Jorge Noguera, un gran trabajo, con carisma e ironía), quien será recibido en casa de su tío Leonato (Cristina Draminico) y se encontrará con su prima Beatriz (la bella y siempre eficaz Maia Francia), una descreída del amor y de lengua filosa igual que él. Pero el problema de estos primos es que se burlan de los enamorados, creen que jamás caerán en las redes del amor y a poner cara de bobalicones trastornados por tal sentimiento, que es mejor morir solteros a sufrir la prisión del matrimonio. Claro, todos sabemos que antes de que finalice la obra serán tal para cual... en el lecho conyugal. El leal amigo y ladero de Benedicto, el Conde Claudio (Francisco Andrade) no bien ver a la hija de Leonato, Hero (Antonia Bengoechea, hermosa), cae en las redes del amor y ella cae también... Se juran fidelidad y preparan su boda.
Pero quiere el hermanastro de Bendicto, el desheredado don Juan (Hernán Muñoa) que esto no llegue a su fin, por el puro placer de destruir, y para ello urde un plan. Hará que uno de sus amigotes, Benachio, junto con Conrado, se muestre frente a la ventana de Hero, con Margarita (Natalia Giardineri), la criada de ésta, haciéndole el amor, para que los otros crean que es Hero quien se divierte en manos de otro hombre y así sea deshonrada el día de su boda. Todo sucede de esa forma y cuando Claudio va a tomar por esposa a Hero, la trata de engañosa, ladina y ramera y rehúsa ese casamiento. Hero cae en un sopor del cual no puede salir. Leonato se siente ultrajado por tal infamia y pide venganza, pero de tal forma que hará creer que su hija ha muerto, para que le pese en la conciencia a Claudio.
Mientras tanto, unas voces malignas, las de los amigos de Benedicto, lo sabrán escondido detrás de ellos y le harán creer que Beatriz se muere de amor por él, para que éste caiga en la trampa y se le declare. A su vez, Úrsula (Divina Gloria, ya muy alejada de la figura que era, ahora gorda y avejentada) y Margarita embaucarán a su ama Beatriz con el mismo señuelo, harán creer que Benedicto está arrodillado ante ella. Y como bien sabía Lacan, el deseo es el deseo del otro (por eso es que todos los vendedores en colectivos proclaman "ya le entrego, señora" aunque nadie le haya pedido nada, porque saben que así nacerá el deseo de comprar), hará que tanto Beatriz como Benedicto piensen muy seriamente el uno en el otro y terminen declarándose su amor. Párrafo aparte merece la gloriosa actuación de Maia Francia cuando escucha las revelaciones, detrás de un paraguas y se cae varias veces dándose unos golpes terribles y alimentando la carcajada del público.
Mientras todo esto ocurre, Dogberry y su pandilla han atrapado a Benachio y Conrado y los han llevado ante un escribano para que declaren sus fechorías. Éstos son presentados ante Leonato y su hermano quienes dan por comprendido el entuerto. Entonces proponen a Claudio su perdón, (éste cree que Hero ha muerto) si se casa con la hija del hermano de Leonato, quien es idéntica a Hero. Éste, arrepentido y contenido acepta, como aceptado nuevamente por la familia. Antes Benedicto lo había retado a duelo impulsado por Beatriz, quien quería defender el honor de su prima muerta. Todo se resuelve buenamente cuando se descubre la maquinación de don Juan detrás del entramado y que el sinvergüenza ha huido a la frontera para no ser apresado.
Se lleva a cabo el casamiento de Claudio y la desafortunada Hero, quien, en un paso teatral, sale de bajo de su velo de muerta y se entrega en un beso de pasión y de perdón ante Claudio, nunca más felices y enamorados. Benedicto aprovecha para casarse con Beatriz, aunque esta se resista por su orgullo. Pero el beso los encontrará a aquéllos también. Todo termina con un gran baile con música y palmas que el público agradece. Han sido dos horas de risas, lágrimas y emociones, todos transformados por la pluma sabia de Shakespeare quien sabía indagar a fondo el alma y las pasiones humanas, ya fuese bajo la forma del drama o de la comedia. Ésta brilló más que nunca de la mano de un elenco que supo responder a las exigencias y deleitó a un público mayormente integrado por alumnos de colegio. Acá les dejo la obra para que la disfruten. ¡Que sea de su agrado! Y gracias una vez más, Teatrix, por sentarnos a la mesa con semejante plato.
Y gracias por leerme nuevamente hasta aquí.
El Conde de Teberito (un crítico independiente).

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