Woody se sigue guiando por las ilusiones, la magia resolverá el asunto y, recordemos que él mismo declaraba que desde chico quiso ser mago. Tenía una compañera del colegio también adicta a la magia, que lo secundaba en sus trucos -la escena aparece en "Recuerdos. Polvo de Estrellas"- y aquí, quien atrapa al asesino, será el mago, secundado por él. Ya su obra "La Bombita flotante" desencadenará toda una situación a partir de la magia. Y recordemos títulos como el ya mencionado "Recuerdos" o "Edipo Reprimido" (de "Historias de Nueva York") o la más reciente "Scoop", en donde es fundamental la magia para la trama.
Pero, la magia, el ilusionismo, ¿no es también el cine? "Nadie puede vivir sin ilusiones" sentencia el mago antes de desaparecer del otro lado del espejo, él y su ayudante (los espejos en Woody... creo que él es quien le ha otorgado mayores sentidos a un espejo). Este final da vuelta toda la película, ya que esta se trataba de realismo y de asesinatos, y a último momento advertimos el poder de la ilusión y de la magia -que es otra forma de ilusión-.
"Sombras y Niebla" desciende directamente de la obra de teatro "Muerte" -también de Woody-, una obra corta, casi irrepresentable, debido a su cambio de escenografía -o a su falta-, y personajes, incluida en su libro "Sin Plumas". Estaba en ella Kleinman, la prostituta, los guardias civiles y algún otro personaje más. Pero, retomando el tema de las ilusiones y la muerte, ¿no es el cine el único invento que puede preservarnos después de muertos? Y Woody Allen es sobre todo un amante del cine y sus posibilidades y hay muchos actores que realizaron su último trabajo en alguna de las obras de Allen. De este modo algo debía hacer Woody como homenaje a todos ellos (John Carradine, John Housseman, Lloyd Nolan, Keye Luke, Donald Pleasence), desde la pantalla.
Pero no es sólo una película que habla de la muerte,sino también se instala en el territorio de la vida -la mujer asesinada con el bebé en sus brazos (una forma de contactar vida y muerte) que terminarán adoptando Irmy y el Payaso- en sus múltiples formas. Se habla de la muerte de una estrella hace un millón de años y de su luz, que aún es visible para nosotros a pesar de no existir más desde hace tanto tiempo, -¿no lo son acaso las películas de Fritz Lang y de Murnau?- las ilusiones, entonces, tienen el deber de preservar la vida después de la muerte.
La película es un ejercicio de estilo más, del que Allen sale airoso, colocando iluminación desde atrás y desde un costado, y tal vez una cenital, como lo hacían las primeras películas y en ocasiones se sigue usando. Quiere rendir su homenaje -otro más- como antes lo hiciera con la radio ("Días de Radio"), a la literatura ("Maridos y Esposas", "Deconstruyendo a Harry"), al teatro ("Disparos sobre Broadway"), al musical ("Todos Dicen te Quiero"), a la filosofía ("Otra Mujer", "Hombre Irracional"), a Bergman ("Interiores, "Otra Mujer"), a Fellini ("Recuerdos. Polvo de Estrellas", "Días de Radio", "Alice"), a Chejov ("Septiembre"), al documental ("Zelig"), etc. Y ¿por qué no al expresionismo alemán?
Pero, a pesar de construir un personaje con todos sus tópicos: timidez, tilinguería, indecisión, miedo, debilidad, su palabra está presente en el discurso del Payaso. Es un artista, y como tal, es quien recoge el propio discurso de Allen en tanto artista, como que la familia mata al artista. Es paradójico elegir a John Malkovich para el papel de payaso, alguien de quien sabemos, no es precisamente una campanita. Pero este payaso no ríe, como en muchas de sus películas nos quedamos sin ver las actividades a que se dedican sus personajes: la filósofa de "Otra Mujer", la obra de teatro de "Disparos sobre Broadway", los cuentos o novelas de "Deconstruyendo a Harry" y en "Maridos y Esposas", la película completa en "La Rosa Púrpura de El Cairo", los partidos de tenis de "Matc Point", y muchas otras estéticas. Y es precisamente cuando se quita el disfraz de payaso donde se encuentra con las "verdades verdaderas" de la vida -se encuentra con el estudiante quien le dice que ha disfrutado sexualmente con su mujer, el milagro de la vida entre tanta muerte, etc.-. También aquí tenemos a Mia Farrow, justo antes de que estallara el escándalo Soon-Yi, como madre adoptante, revancha que se tomó Woody contemporáneamente a los sucesos.
"La familia es la muerte del artista", sentencia el payaso/Woody, de quien alguna vez dijera nuestro Adolfo Aristarain que Woody Allen era un "payaso patético". Tómelo o déjelo. La película está excelentemente realizada. Hay homenajes. Hay muchos de sus mejores chistes y situaciones tanto tensas como cómicas, hay impecables actuaciones muy cortitas. Hay un Woody Allen inquieto y auténtico, por primera vez lejos de Nueva York.
La película comienza con los consabidos títulos en blanco y negro con la música circense de Kurt Weill, lo que nos remite invariablemente a su colaboración con Bertolt Brecht y su "Ópera de tres centavos", pero también a sus "Canciones de Cabaret". Asimismo, la música de circo nos evoca de manera lineal a Fellini y también la película denota la influencia del Bergman de "Noche de Circo", mientras que el título invoca a "Noche y Niebla", ese aterrador documental de media hora sobre el Holocausto, firmado por Alain Resnais. Con todos estos datos, situamos a "Sombras y Niebla" en alguna región de un país mítico centroeuropeo (los decorados son tan confusos y la iluminación tan escasa que es imposible encontrar un parámetro de algo conocido), con un terrible asesino merodeando el lugar, desapareciendo entre la bruma, ya desde las primeras escenas.
Con un inusual elenco formado (entre otros) por, el propio Allen y la Farrow, Kathy Bates, John Cusack, Jodie Foster, Julie Kavner, Madonna, John Malkovich, Kenneth Mars, Kate Nelligan, Donald Pleasence y Lily Tomlin, en breves pero concisas apariciones, elenco jamás reunido, ni siquiera en "Medianoche en París". Y la fotografía en blanco y negro, remedando al expresionismo alemán, de Carlo Di Palma. Un verdadero lujo.
Y gracias por leerme nuevamente hasta aquí.
El Conde de Teberito (un crítico independiente).
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