Después del descomunal éxito -no comercial- de "Zelig" el público de Woody Allen esperaba una nueva genialidad de tan grande tamaño. Pero esto no se produjo. En cambio llegó una pequeña joya, de esas que aparecen de tanto en tanto, pequeña en el planteo modesto que era el de un día en la vida de un representante artístico de poca monta, perseguido por la mafia, quien lo confunde con el amante de una rubia vulgar, ex novia de un influyente mafioso. Si bien la anécdota es simple y no daba para mucho, Woody construyó una pequeña fábula en blanco y negro -como las comedias del 40 ó del 50- que es un prodigio de chisporroteo verbal y de climas cómicos y nostálgicos.
La obra consiguió una nominación al Oscar como mejor director, lo cual no termino de entender, ya que no está a la altura de otras maravillas como "Manhattan", "Interiores", "Zelig", "Hannah y sus hermanas", "Otra Mujer" o "Crímenes y Pecados" -las cuales también tuvieron, casi todas, alguna nominación-. Ahora sí veo, que hubiese sido más comprensible una nominación como Mejor Actor o Mejor Actriz, ya que si bien Woody compone al personaje de siempre, el perdedor-ganador y enamoradizo, lo hace con tal frescura y gracia, metido en la piel de ese representante perseguido, que no para de mover las manos y de hablar rápido, como de construir frases que no tienen ningún sentido aparente como por ejemplo "¿podría interponer una frase en esta coyuntura?" Mia Farrow también está magnífica. Si bien no ganó la preciada estatuilla, ya logró quedarse definitivamente en el Olimpo de los genios del cine.
Filmada en radiante blanco y negro, con gran cantidad de grises -tal como otras obras suyas: "Manhattan", "Recuerdos. Polvo de Estrellas", "Zelig", "Sombras y Niebla", "Celebrity"- y con esa iluminación prodigiosa salida del talento de Gordon Willis, al estilo de "Manhattan", que no duda en dejar a sus personajes en conos de sombra o en rabiosos primeros planos de luz -baste recordar la escena en que los tres protagonistas avanzan por el pasillo de Waldorf, con una cámara estática, a la que se le acercan paulatinamente, y entrando y saliendo de la luz, hasta quedar en un primer plano de Woody, justo cuando su protegido le dice que va a cambiar de representante-.
El guión del propio Allen es un prodigio de imaginación y frases felices y bien dichas, es sólido y tiene una fuerte coherencia interna, sin dejar libre ninguna situación, hasta hacerlo creíble y real (Woody nunca se había metido con una anécdota tan pequeña y cercana a la aventura -un género menor-como aquí, juntando la aventura con la comedia). Por lo tanto es que pensamos que esta pequeña fábula es una perla en la carrera del director, que no volverá a aparecer, un descanso entre esas dos genialidades que fueron "Zelig"(1982) y "La Rosa Púrpura de El Cairo" (1984).
El montaje, también asombroso, por el vertiginoso ritmo del film, ilustrado por una banda de sonido festiva que reproduce distintas versiones de "Agita" "My Bambina" y "Funiculi Funicula".
Las actuaciones también son memorables, desde los protagonistas hasta el último extra: Nunca Mia Farrow se había acercado tanto a realizar una actuación perfecta, a tal punto que casi no la reconocemos, enfundada en unos altos pantalones, con su alto peinado y altos zapatos de taco, que dejan por demás bajito al petiso de Manhattan. Es una pena que no haya estado nominada al Oscar, como nunca lo estuvo en toda su carrera con 13 películas con Woody Allen en las cuales siempre ofreció distintos registros a tantos disímiles personajes, siempre con calidad y talento, aunque en la actualidad Woody reniegue de ella, fue su musa por largo tiempo. El obeso Nick Apollo Forte, actor y cantante, también está muy bien en el film, mezclando picardía con indefensión, pasando de la borrachera total a ser un interesante "showman" de la nostalgia.
Los mafiosos parecen malos de verdad -con sus caras fellinescas- y la madre de Johnny es toda una revelación, como una italiana sedienta de venganza. Ya volverá a repetir el papel en "Días de Radio" (1986) como la madre del también mafioso Danny Aiello. Los artistas fracasados también lucen patéticos en sus papeles, tanto la concertista de las copas de cristal, como Barney Dunn, el ventrílocuo tartamudo, pasando por el xilofonista ciego.
En fin, que este film pleno de nostalgia, humor y simpatía no está entre las glorias de Woody Allen, pero sí lo recrea con total convicción y es una pequeña joya que lo muestra en su mejor estado, sacando todo el jugo posible de esta película de aventuras de gángsters, igualmente alcanza a sorprender.
"Broadway Danny Rose" es una de las tantas alegorías que brinda Woody Allen a su ciudad, Nueva York. Recurre a su propio pasado, visto con la nostalgia de cuando actuaba en los night clubs y en salas de fiesta. El film es un poema felizmente dedicado a su adorada Manhattan. Como muchos chicos que nacieron en la cercanía del lugar y que lo veían azorados, como un sitio exótico y misterioso, lleno de profecías y oportunidades.
"Mi padre me llevó a la ciudad por primera vez en 1941. Me acuerdo de haber salido del subte en la calle 42 y ver por primera vez una fila de treinta teatros. Hasta la fecha tengo siempre esa sensación especial cuando voy por sus calles. Siempre estoy intentando encontrar la Nueva York de Cole Porter" ("New York Time Magazine", 8 de enero de 1986).
Danny Rose es uno de los papeles más entrañables del viejo Woody, ya que instala un tipo de neoyorquino que nunca pudo dedicarse en tiempo ni en ocasión de aprender bien su trabajo, un tipo que se vio obligado a representar a artesanos de quinta categoría (pingüinos disfrazados de rabinos, bailarines de tap rengos, etc.) en medio de un chisporroteo verbal completamente vacío ("¿Podría dejarme interpolar un concepto en esta coyuntura?"; "Es el patrón clásico de una situación definitiva"; "Es un complejo síndrome mental") Los consejos que les da a sus representados son mirarse al espejo antes de salir a escena y decirse las tres palabras mágicas: Estrella (Star), Sonríe (Smile) y Fuerza (Strong), las tres "S".
Una joya más para la corona de los "Sub20 de Woody Allen"
Y gracias por leerme nuevamente hasta aquí.
El Conde de Teberito (Un crítico independiente).
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