El sábado a la noche tenía previsto aburrirme mortalmente, con el propósito de ver un musical de tangos apolillados que atrasaba en el tiempo sumado a la conferencia de prensa del presidente que nos decía que se iba a extender la cuarentena. Pero cual no sería mi sorpresa al descubrir que "Gardel, el musical" no sólo no me aburría sino que me gustaba... Y sí, la nueva propuesta de Teatrix terminó por cautivarme. En general se dice que el tango es cosa de viejos, de melancólicos o de amargados, como no me considero aún dentro de esos rubros, no soy fanático del tango, y la propuesta de ver un musical donde se volvía a tratar la figura mítica y bronceada (por el bronce, ¿vio?) de Gardel, me parecía demasiado. Pero hay un plus. Este musical lleva la firma de Federico Mizrahi, Guillermo Fernández y Luis Longhi, lo cual ya me sonaba a garantía. De Mizrahi recuerdo sus composiciones para los "radio-cine" de Dolina, de lo cual hay mucho en esta pieza, incluso música en común con "Lo que me costó el amor de Laura", célebre opereta criolla firmada por el humorista de radio. Guillermo Fernández siempre me gustó como cantante de tango y resultó una revelación como actor ¿saben dónde? Ni más ni menos que en "Socorro, 5° Año", en donde componía a un alumno díscolo, de esos que siempre traen problemas, que era capaz de fingir la muerte de su madre por salvarse de una prueba. Y resultó un actor fenómeno, la verdad. Y de Luis Longhi tengo las mejores referencias por ser el creador de "Enrique" (Discépolo) otro tanguero. Así que el cóctel era bueno. Pero acá la historia de Gardel no es una narración de hombres tangueros únicamente. Hay dos figuras femeninas fuertes, la madre, doña Berta (Alicia Vignolo), francesa ella, y sobre todo (y aquí la sorpresa de la noche): Isabel del Valle, "Isabelita", la novia de siempre, impecablemente interpretada por Anita Rodríguez, y lo que canta esta chica es maravilloso, entona como los dioses y tiene una voz fresca y potente y además es muy bella (si no fuera por esa peluca que le pusieron que parece una torta mal cocinada). Con la presencia femenina de esta chica el musical levanta mucho, y mis hormonas también. ¡Lo bueno que resulta ver un rostro joven en un musical de tangos! Y está la presencia de Longhi, quien se desdobla en múltiples personajes, además de interpretar a un Tito Lusiardo muy simpático y puteador, compone a don Gigio, un tano que vio crecer a Gardel y con el que arreglaba matufias políticas en su comité de conservador, sumado a un presentador de cabaret muy afeminado, y otras delicias. Acompaña a Fernández (no el presidente, sino Guillermo) el también actor y cantante Walter "Chino" Laborde, quien hace a un Razano, el Oriental, que gustaba de cantar canciones camperas y hacer dúo con Gardel en sus comienzos. Muy buena voz y presencia tiene este señor, quien también es garantía de calidad.
Si bien hay cosas que no me gustaron, como que Gardel aprarezca desde el comienzo con la cara pintada y los ojos marcados con delineador, como en las películas, y que Guillermo Fernández hable con el acento "targuero" de don Carlos (hablando con la r en lugar de la n, se entiende) o de decir sentencias pomposas como "no se le puede fallar a los amigos". Todo muy engalanado, pero, curiosamente, compone un Gardel lejos de la "macchietta" que nos tienen acostumbrados tantos actores, autores y directores. Este musical tiene alma y tiene vida, y tiene ideas interesantes como la de presentar la filmación de "Cuesta abajo" como un fotograma de cine, con el cuadro enmarcado por la luz del proyector. Además de cantar los tangos clásicos de Gardel ("El día que me quieras", "Por una cabeza", "Volver") se cantan canciones de Mizrahi en música y Longhi y Fernández en letra, que son muy actuales y desempolvan el "olor a tango" que puede haber en el ambiente. Les recuerdo o les doy a conocer, porque esto nadie lo sabe, que mi amigo Fabián Vena hizo su debut en teatro, allá por los 16 o 17 años en una obra en donde él hacía del "mudo". en plena calle Corrientes, con lo que le auguré un buen porvenir, y vieron como no me equivoqué... Por supuesto que en aquella obra, Fabián no hablaba, porque era el "mudo". Paradojas del destino.
La pieza que nos compete está filmada en un teatro de Chile y cuenta con un dúo de bailarines de tango muy buenos (Laura y Francisco), de los que sin embargo destaco las piernas tipo Jamón Torgelón de ella... La historia se remonta a cuando doña Berta llegó de Francia en 1893 con el pequeño Carlitos en brazos y trabajó como modista hasta la adolescencia de Carlos. Ya estamos en la década del 10 y Carlitos hacía sus pequeñas intervenciones cantando en la cantina de don Gigio, el tano que lo adoraba como a un hijo, y que le daría impulso para que continuara en el canto. Allí lo vemos a Gardel trenzándose en un duelo de guitarras contra el "Oriental" Razano, en una payada gauchesca, de donde saldría un dúo con el que se presentarán en cabarets y en funciones de cuarta cantando temas acriollados. Hasta que Gardel decide hacerse cantor de tangos, con lo cual le dice su compañero que no va a triunfar porque nadie quiere oír tangos. Pero Gardel insiste. Y acá hace referencia a que no todos los tangos son tristes ni melancólicos, y cita nombres picarescos y "picantes" como "El Choclo", "El Fierrazo", "Afeitate el 7 que el 8 es fiesta" o "Ahí va Celina en punta". Como dato colorido, digo nomás. Sí, hasta hay humor en este musical que podría haber sido anacrónico. Y está bien dosificado, se ve que el libro de Luis Longhi fue escrito pensando en el hoy y no en ayer, sino en lo que podría haber sido un Gardel actual. Por supuesto que la música de Mizrahi hace mucho por acompañarlo en su propuesta. En esta década es cuando el cantante conoce a "Isabelita" quien lo acompañará en sus presentaciones y cantará junto a él con bellísima voz. Es la marca que deja Anita Rodríguez lo que torna en excelente un producto que podría haber sido bueno solamente.
Llegada la década de los 20 Gardel se ve viajando a Francia con pasaporte... uruguayo porque no se podía presentar con documento francés ya que no se había alistado para las filas de la guerra ni con el argentino, ya que tampoco había hecho el servicio militar obligatorio en nuestro país. En Francia se codeará con gente bien plantada, y conoce a una baronesa, la de Waikfield, quien será su amante y le pondrá a sus pies el mundo entero. Dentro de ese mundo estaba el del cine, y la década del 30 los encuentra, junto con Tito Lusiardo filmando en Estados Unidos sus famosas películas. Cuenta ya con Alfredo Le Pera para contribuir a sus tangos, y en colaboración es que escriben, letra y música. Allí filman a las órdenes de un director yanqui y cuentan con la colaboración de Lady Ann (nuevamente Anita Rodríguez), una encantadora vestuarista y "chica de la claqueta", que los acompaña. Conoce a Mona Maris para su colaboración en las películas, que sin duda llegará hasta el corazón de Gardel.
Y para su despedida de Norteamérica se va a presentar en la radio para cantar, en compañía de un pibe que vive allí y a quien le gusta el jazz y toca el bandoneón. Se llama Astor Piazzolla.
Luego viene el luctuoso vuelo desde Colombia en donde Gardel perderá la vida, y acá, en Buenos Aires lo lloran su madre, Isabel, Razano y Tito Lusiardo. Un final a medida de lo que ha sido un gran espectáculo con todos los condimentos. Y de "bonus-track" Fernández y compañía ofrecen una muy buena versión de "Cuando tú no estás" en homenaje al cálido público chileno. Bombón del postre, escucharla en las voces de todos, y cantando junto a los espectadores. Algo que a estas alturas nos parece que hemos perdido...
Y acá les dejo la obra para que puedan disfrutarla.
Y gracias por leerme nuevamente hasta aquí.
El Conde de Teberito (un crítico independiente).
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