Estamos aquí frente a otro mojón importante en la carrera de Woody Allen.
"Hannah y sus Hermanas" es poco menos que perfecta, con una docena de personajes para los cuales se ha escrito una historia profunda, consistente, son tridimensionales, creíbles y graciosos aún en los momentos más dramáticos. Nunca Allen había escrito con tal claridad de conceptos para tantos personajes. Cada uno recibirá también un final feliz. El genio se multiplica y desdobla en cada uno de sus personajes, hasta él coincide que en los tres masculinos hay algo de su pensamiento, esa impronta de Allen como filósofo ante la vida.
Aparecen en la película todos los tópicos característicos y que nunca deja de lado: el judaísmo, la creencia o no en Dios, las mujeres, el sexo, el psicoanálisis, el amor, la soledad, la muerte y la idea de la muerte, la angustia frente a lo inevitable, la hipocondría, etc. También encontramos aquí las dos ideas fundamentales para el montaje cinematográfico: la comida -algo que siempre va unida al sexo y a la muerte-, la profusión de espejos, que marcan esos posibles desdoblamientos.
La película se abre y se cierra con dos cenas del Día de Acción de Gracias (entre las cuales pasan dos años), en la primera, en la que Woody no está invitado y en la segunda, ahora sí, como un nuevo integrante de la familia. Fijémonos que en todas las películas de Allen, la comida y los festejos son de vital importancia, tal vez porque se reúna toda la familia, tal vez por el hambre que en los campos de concentración pasó su pueblo. Vuelve la idea del enorme restaurante en donde el más grande se devora al más pequeño y débil.
La sensación principal que se trasluce es la de la insatisfacción y desmoralización. ¿Eso es todo lo que hay? Esta reflexión es el contenido de la nueva obra de Woody. El director sabe que debemos hacer nuestra la perfección del alquimista para contarnos una historia con final feliz, que conoce que somos esclavos de sus artificios por miedo a oír la verdad. Las más recientes películas de Allen son pequeñas fábulas que tienen en sí la semilla de la redención: la redención de una relación ("Annie Hall"), de una ciudad ("Manhattan"), de una carrera ("Recuerdos. Polvo de Estrellas") y con "Hannah y sus Hermanas" la redención de la idea del amor en sí. Busca descubrir un lugar en el que uno sea querido por lo que es, y no un estado de espíritu que le permita amarse a sí mismo.
Como siempre, la última película de Allen es la mejor de todas para mucha gente. Quizá tengan razón y el secreto consiste en que, es capaz de superarse año tras año. En esta ocasión, "Hannah y sus Hermanas" se organiza como una novela de episodios, pero con una buena autonomía entre ellos. Cada episodio comienza con un título diferente en la pantalla, ganando poco a poco el interés argumental. En un momento dado, todo se combina y la energía y la pasión de los actores alcanza una fuerte intensidad.
Allen escribiendo y dirigiendo tiene un estilo tan fuerte y seguro que en esta película, la dirección del film llega a ser su voz narrativa, así como nosotros sentimos a Henry James detrás de todas sus novelas, o a William Faulkner e Iris Murdoch detrás de él.
Un motivo para que Woody sea tan productivo (nos entrega una película por año), es que, como tantos creadores, es un prolífico recuestionador de su vida. Todo su ingenio, según su misma voz, tiene algún contenido autobiográfico desde el momento en que provienen de un "germen de experiencia", que luego magnifica y modifica. Charles Joffe, por otro lado, aún reconociendo la gran capacidad de inventiva de Woody es de la opinión, que en su trabajo siempre habita una semilla de verdad, niega muchas de las realidades de su vida. Le resulta fácil admitir que "Días de Radio", es en parte autobiográfica, ya que en ella tenía seis años. "Por otra parte -Mia afirmaba que- "los que intervienen en sus películas interpretan papeles y se modifican interpretándolos en otros contextos. En 'Hannah...' había extraído cosas de mi familia y creo que de otras que había conocido, como Diane Keaton y sus hermanas también ayudaron. Yo lo encuentro lindo, por lo menos en mi familia nadie se enojó.
La película no es una comedia pero contiene risas importantes, y no es una tragedia aunque pudiera ser si nosotros pensamos lo suficiente sobre sus historias. Sugiere que en las modernas y grandes ciudades, tan distraídas y llenas de ambición, no existe el tiempo para pensar y absorber el significado de las cosas. Ni la tragedia ni la comedia pueden acortar su lugar para permanecer: hay demasiados otros invitados en el juego.
A partir de "Interiores", el número creciente de mujeres en sus películas no es casual, ya que él considera que son seres fuertes y tridimensionales, en muchos casos se enuncian ya desde el título del film como en "Hannah y sus Hermanas", "Annie Hall", "Alice", "Poderosa Afrodita" o "Melinda y Melinda". De forma que aunque Woody es muy amigo de algunos hombres, su empatía más grande la llevan las mujeres. "Son leales y dedicadas" -ha afirmado de ellas antes de saber que su amiga y socia Joan Doumanian venía estafándolo en temas financieros de la ganancia de sus películas-. "Como personas son más de fiar. Lo comprobé con mi hermana, con la que tuve una relación espectacular (en la actualidad ella se encarga de la producción de sus películas)". Aparentemente, una comprobación ante la vista de todo el mundo es que Woody Allen, al igual que George Cuckor, es un excelente "director de mujeres", que puede ayudar a las actrices a lograr actuaciones extraordinarias, la prueba está en el gran número de actrices que ganaron el Oscar o estuvieron nominadas para él de la mano de su mentor.
Mickey Sachs (Woody Allen) es un cómico judío de Nueva York que está a punto de dejar su trabajo. Últimamente está convencido de que tiene un tumor cerebral, y ahora, pese a haberle comunicado que su salud es óptima, está asustado por "lo insignificante que resulta todo". Es cierto, se siente aliviado, no está a punto de morir joven, pero el alivio es momentáneo, algún día, en algún momento su vida terminará. "¿Eso no lo estropea todo? -pregunta a su colega- Necesito respuestas". Esta es la escena traumática en "Hannah..." para el personaje de Woody, la escena en la cual todos sus inadvertidos temores y preocupaciones salen a relucir, destrozando su sentido del orden y la estabilidad. Es la clásica escena de Woody Allen, la escena donde el dogma se destruye, la opinión ajena se resquebraja y "todo lo sólido se esfuma en el aire". Marca el final de la fe ciega, señalando el comienzo de la búsqueda de la iluminación. Todos los personajes de Allen están motivados por ese deseo urgente de felicidad y verdad: la búsqueda del amor auténtico, la lucha por una moralidad asumible, la búsqueda de la verdadera felicidad. Desde el "schlemiel" al intelectual, la inspiración siempre ha sido evidente: la vida tendría que ser mejor.
Y gracias por leerme nuevamente hasta aquí.
El Conde de Teberito (un crítico independiente).
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