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¿Quién es normal y quién no en este mundo de anormales? ¿Cuál es el parámetro para medir la salud mental en esta sociedad de mentirosos, tramposos, olvidadizos, desmemoriados, ignorantes, incoherentes, absurdos e incapaces? La obra, escrita y dirigida brillantemente por el gran Luis Agustoni, con sus actores del teatro "El Ojo", y presentada ahora por Teatrix, al mismo momento en que cursa su cuarta temporada, pone el dedo en la llaga sobre el sistema jurídico, el de salud y los prejuicios.
¿Quién es normal y quién no en este mundo de anormales? ¿Cuál es el parámetro para medir la salud mental en esta sociedad de mentirosos, tramposos, olvidadizos, desmemoriados, ignorantes, incoherentes, absurdos e incapaces? La obra, escrita y dirigida brillantemente por el gran Luis Agustoni, con sus actores del teatro "El Ojo", y presentada ahora por Teatrix, al mismo momento en que cursa su cuarta temporada, pone el dedo en la llaga sobre el sistema jurídico, el de salud y los prejuicios.
Es que Liliana Doblas (una admirable María de Pablo Pardo) padece de un significativo retraso mental, lo que le hace hablar mal, arrastrar sus palabras, tener un hemicuerpo encogido, pero no le impide razonar y considerarse en pleno uso de sus facultades mentales y su dignidad como persona. Síntomas, que, por otra parte no difieren de los de quien ha sufrido un ACV, por ejemplo, aunque a su corta edad, 23 años, esto parece imposible. Pero su madre, Elena Suárez de Doblas (Teresa Solana) parece odiarla por todos los problemas que le ha infligido a su familia y pide que sea declarada insana para pasar a ser ella su curadora. Es una mala madre, además de una víbora ponzoñosa que se cava su propia fosa cuando la dejan hablar francamente en el juicio. Liliana, a la muerte del padre, reclama su parte de la herencia que consta de varias millas de campos y una estancia, y como su familia está en bancarrota, éste es el detonante para proclamar que no puede autovalerse, ni manejar dinero y menos comprar o vender. Pero afortunadamente Liliana cae en manos de un buen abogado, el Dr. Fernando Millán (Santiago Rapela), quien es su defensor y la defiende con uñas y dientes, haciendo las preguntas pertinentes y sagaces a todos los testigos. Le promete que van a ganar el juicio. Lo cierto es que Liliana tiene que pasar por cientos de tests, audiencias y entrevistas que dan su veredicto, es una persona por debajo de lo normal. Pero Liliana (quien no ha podido terminar la escuela primaria) se desenvuelve con soltura en un curso de teatro y ha conseguido recibirse de radioaficionada y trabajar con un colega que la defiende, en un programa radial. Ella tiene sus propios pensamientos críticos y sabe argumentar, así como enfrentarse a su rapaz familia. Consigue hacerse amiga de una secretaria del juzgado, Federica, (Ivana Cur) quien se vuelve cómplice en sus padecimientos. Se ve el enfrentamiento entre ambos abogados, el de la parte defensora como el acusador y todo transcurre en un ámbito jurídico, oficinas, estrados y dependencias.
La obra está bien construída y es sólida, no tanto el elenco, que como dije está formado por alumnos de Agustoni, destacándose los ya mencionados, con un gran trabajo de María de Pablo Pardo, que logra conducir a su subnormal por los caminos de la dificultad expresiva y motriz. Del resto de muchos actores y actrices (algunos hacen hasta cuatro papeles) poco es lo que se puede agregar, ya que no alcanzan el brillo de los actores profesionales, y eso se nota.
Luis Agustoni es un gran director de actores, baste recordar sus obras "El Protagonista" y "Los Lobos", de gran éxito ambas y con excelentes actuaciones, y la puesta de obras como "El último de los amantes ardientes", "Loca" y sobre todo la adaptación y dirección de la inmortal "Brujas", obra récord del teatro argentino que duró 13 años en cartel.
Esta obra fue concebida como un libreto para televisión y luego adaptada a su formato teatral sin que le veamos las costuras, y el trabajo de cámara que se toman los muchachos de Teatrix es formidable, logrando primeros planos de gran expresión. Así es como los bigotes del juez, Dr. González Berger (Fernando Ricco) nos suenen falsos y malamente encanecidos. Pero lo que se ve es brillante, pese a estos pequeños inconvenientes.
Pero volvamos a la pregunta sobre la normalidad. ¿Quién puede establecer quién es normal y quién no? ¿Un grupo de peritos calificados, como médicos, psiquiatras, psicoanalistas, maestras, compañeros de estudio, novio malandra, etc.? ¿No está sobrevalorada la normalidad hoy en día? Cuando sabemos que todos tenemos nuestro propio TOC (Trastorno Obsesivo Compulsivo) por pequeño que sea. Nuestras propias fobias (conozco gentes muy normales que no aparecen los días de lluvia porque le tienen fobia a la lluvia). ¿Quién no ha necesitado en alguna etapa de su vida de "la pastillita", ya sea para conciliar el sueño, para bajar neurosis o para vencer miedos? ¿Es tan "terrible" que Liliana aparezca un día "dopada", a sabiendas del terror que conlleva estar sometida a un juicio? Sólo debo decir que la obra se resuelve de la forma más saludable posible y genera un gran respiro para los espectadores. Si quieren saber más, vayan a verla, o véanla por Teatrix. Mis felicitaciones para una obra tan adulta y valiente de uno de los grandes autores argentinos contemporáneos.
Y gracias por leerme nuevamente hasta acá.
El Conde de Teberito (un crítico independiente).
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