¿Qué puede llevar a tres casi desconocidas con un pasado colegial en común a desear quedar embarazadas inseminándose, las tres al mismo tiempo y por el mismo donante? ¿La amistad? No me sirve, ya que fueron amigas pero en la actualidad son tres desconocidas. ¿El deseo de trascendencia? Es muy frágil la propuesta rápida para algo tan importante. ¿La soledad de las tres? Tampoco me cierra ya que una sola está sola contra su voluntad. Parece una pregunta sin respuesta, colgada con alfileres. ¿Será que estamos en el terreno de la comedia y no importa mucho la justificación de lo que pase? Hay comedias inteligentes que ofrecen una explicación del mundo como sistema. Esto es el punto de partida y lo que me hace ruido de esta jugosa propuesta. El autor es Juan Carlos Rubio, que desconozco si será argentino o español, debido a la insuficiente cantidad de datos en el programa de mano. Pero la directora es Corina Fiorillo (la misma de "El Principio de Arquímedes") y eso de por sí solo es toda una garantía. La puesta es ágil e inteligente, y está muy bien jugada por esas tres actrices maravillosas que son Patricia Echegoyen (Rocío), Viviana Saccone (Virginia) y Silvina Bosco (Ángela). El Don Juan espermático se llama Santiago Caamaño (José Ramón/Luis).
La velada de reencuentro de "Las Redentoras" se lleva a cabo en la suntuosa como superflua casa de Rochi (Rocío), donde, después de 30 años de terminado el secundario se allegan las tres amigas. Rochi es una prestigiosa actriz, que nunca hizo teatro ni cine, pero se entiende bien como comentarista de programas de chimentos y vive una vida de lujos, sexo desenfrenado y dinero por doquier. Pero está sola. Virginia es una abogada divorciada de un marido que la engañaba con su secretaria, obesa y solitaria que se separó de su marido y desde entonces empezó a adelgazar, a hacerse cirugías y a disfrutar de la vida. Ángela es la más desdichada de todas y la más patética y esperpéntica. Viuda desde hace seis años de Javier, el amor de su vida, se dedicó a sufrir e ir al psicoanalista y a tener una aventura pasajera con un taxi boy (ojo que esto es importante para la trama). Empiezan a tomar (Ángela directamente se agarra una borrachera atómica, no acostumbrada a los excesos, y será la más lanzada a la hora de "jugar" su rol) y a fumar porros, lo que hace que tanto Ángela como Rochi sean seducidas por la idea de Virginia de acudir a un donante de esperma que las fecunde para quedar embarazadas a la vez y ser madres al unísono. Ella no se anota ya que no quiere depender de un hijo que le arruine el resto de sus días. Cómo será derrumbada esa muralla con el correr de la obra es otro de los grandes misterios, pero lo que es seguro es que acepta. El planteo ya está hecho. Sólo falta encontrar al candidato eyaculador. Tiene que ser alguien hermoso, sexy, inteligente, con buen físico, con mucha plata y que estrictamente no debe tener ningún contacto sentimental con ninguna de ellas. Buscando candidato recuerdan a José Ramón, el hijo del portero del colegio y así como así dan con él. Este se presenta a la invitación y descubren que es un tipo muy pintón, con un lomo de gimnasio, que es maestro de escuela (por lo tanto ama a los niños) y que además maneja negocios en la Bolsa lo que le permite tener un BMW y un buen pasar económico. Después de unos prolegómenos le piden su esperma, a lo que el tipo se rehúsa terminantemente, pero como la corrupción existe en todos sus niveles, accede por 15.000 U$s que le ofrece Rochi.
De ahí en más las tres aparecen embarazadas conviviendo en la misma casa (para que los bebés se críen como hermanos) y con las discusiones y tiranteces diarias. Lo que no sabíamos es que Virginia vive un romance con él y se acuesta a menudo, mientras Rochi también tiene sexo con él. La única que quedó al margen es Ángela, que es quien está verdaderamente enamorada de José Ramón.
No conviene avanzar mucho más con la narración ya que hay varias inesperadas vueltas de tuerca. Sólo decir que ayer la fui a ver y pasé un muy buen momento ya que las risas son del principio hasta su dislocado momento final (risas, no carcajadas, eh). Las tres conforman un excelente tándem para llevar este barco a buen puerto y decíamos que si bien Silvina Bosco es la más arriesgada en su juego (el licor y el porro le caen fatal) ya que se arrastra por el suelo en cuatro patas, se ríe y llora como una loca y se arriesga a aparecer en cofia y salida de baño con plumas, las otras dos no se quedan cortas. Patricia Echegoyen hace un muy buen manejo de la voz y lleva la voz cantante de estas "tres perras calientes", como se declaran y juega con su exuberante cuerpo provocando toda una serie de delirantes momentos. Viviana Saccone aprovecha también su muy buen físico y pasa de ser la gorda "Moby Dick" del secundario a una estilizada y seductora mujer de 46 años (la edad de las tres), insinuándosele todo el tiempo al galán José Ramón. Las tres son grandes histriones/histéricas/híster (útero) como mujeres que son. Y son algo más, grandes "capo cómicas", cada una en su registro pero juntas hacen explotar el escenario hablando al unísono o viéndose con panza a punto de parir las tres. Como dije antes, no hay que pedirle peras al olmo. Pasé un muy buen momento y me reí mucho (menos que los demás espectadores, en su totalidad mujeres), y pienso que esta es una obra escrita para mujeres, ya que es en ellas donde cae la ficha más rápido (tiene algo de "Brujas", una obra tan admirada por mujeres como por hombres). Aún me queda la intriga del por qué del deseo de una noche de borrachera se hace tan certero, verse impelidas a traer una nueva vida al mundo, con todas las dificultades, responsabilidades y también placeres que eso conlleva. Tal vez por diferentes motivos. Pero no sabremos cuáles... Si quieren divertirse una hora y media, no dejen pasar esta comedia con tres actrices en su mejor estado, y apúrense porque ya baja de cartel.
Y gracias por leerme nuevamente hasta acá.
El Conde de Teberito (un crítico independiente).
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