Hoy es un día triste. Murió un hombre honesto y valiente como el fiscal Strasssera, que hizo algo más que descolgar un cuadrito. Todos los hombres de bien, cívicos y democráticos lo lloramos y lo respetábamos. No lo llamábamos "el viejito borracho", como la Reverendísima Señora Presidente.
Bueno, pero mi labor acá es otra, ayer fui al teatro en buena compañía, con una amiga (no se alegren demasiado, le falta 3 para llegar a los 70, es amiga y nada más) porque teníamos el 2 x 1 de la revista del cable. Y mañana vamos a ver "Testosterona". Pero la obra de ayer, "Otro estilo de vida" de Noël Coward... pesadísima, un plomo, vea señora.
Tenemos que contextualizar, la obra fue escrita en 1933 y trataba de escandalizar a la sociedad bienpensante de la época. Pero de escándalo queda poco, a no ser por el triángulo amoroso que la protagoniza, una mujer con dos hombres, que encima son homosexuales, puede molestar un poco a alguna señora que no sale mucho, pero con las cosas que se ven hoy en día... ¡por favor! La obra es sencillísima y livianísima (no le pidamos profundidad a Coward) pero la ágil traducción y adaptación de Jorge Schussheim le podría haber actualizado los chistes aunque sea. La obra tiene poco menos de un siglo, y los chistes que se dicen no causan ninguna gracia, si bien el diálogo es rápido y ágil, se deslizan algunas sutilezas que bien valen para la época, pero no le pidamos nada más. Dura casi dos horas y me aburrí como nunca en el teatro, se me hizo interminable.
La obra comienza en una pobre bohardilla de París en 1933 donde vive una decoradora, Gilda (la anoréxica viuda de Fabián Vena, Inés Estévez) enamorada de dos hombres a la vez, Leo (Alberto Ajaka), un autor teatral que goza de su primer éxito, y Claude (Marco Antonio Caponi) un pintor que recibe migajas por su trabajo. La ecuación es sencilla y matemática: Gilda ama a Leo, Leo ama a Gilda, Gilda ama a Claude, Claude ama a Gilda, Leo ama a Claude, Claude ama a Leo... y ahí se terminó la obra. Lo que sigue es la prosperidad de Gilda y Leo cuando se van a vivir juntos a Londres, una vez conocido el éxito por ambos, y sin estar casados, lo que hace alarmarse a... su empleada doméstica. Luego vuelve Claude, pasa una noche de amor con GIlda y esta se marcha dejando a sus dos machos cabríos solos y teniendo que arreglarse entre ellos. El tercer acto transcurre en Nueva York, cuando Gilda se ha casado con Maurice por conveniencia, un amigo homosexual del trío, y una noche de fiesta reaparecen los dos tortolitos (hombres) en busca de la tercera pata de la mesa. Ella desaparece dejándolos que pasen la noche juntos en su mansión (arreglada y decorada por ella y solventada por Maurice), para volver al día siguiente, luego de pensarlo bien y dejar a su marido para irse a trotar por ahí los tres juntos de nuevo. Chan chan, la obra terminó. A pasar por boletería a cobrar por el poco público que había y a irse a casa.
Es cierto que los intérpretes merecían una obra mejor, la Estévez está correcta pero ha dado muestras de su talento en numerosas (otras) oportunidades, acá se trataba de aprenderse la letra y salir, sin componer casi un personaje. Ajaka y Caponi son dos animales de teatro que hacen suyo el escenario no bien entrar a escena, se llevan todo por delante y sostienen la pieza. Maurice está representado por Fabián Arenillas, otro actor correcto pero que hace su trabajo, cobra y se va. Pero la frutilla del postre llega con Dan Breitman (de "Sólamente vos" y el "aeromozo" gay de "Guapas"). Este compone tres personajes diferentes, el presentador, la inefable y graciosísima Sra. Horsch, con encomiable capacidad de recursos, crea a un ama de llaves cansada y pachorrienta "pero decente", que arranca las francas risas del público, y finalmente a una mujer de la clase alta de New York que fue a la representación de "Lohengrim", de Mozart, o de Verdi, o de alguien así, y que se nota que frecuenta la ópera para lucirse y aparentar (vienen de ver el estreno mundial de una ópera de Gershwing, pero ¿por qué llena de negros, con qué necesidad?) Esta deja escapar un comentario muy sagaz de Coward ("hay sólo dos cosas que odio, al racismo y a los negros"). Y a este actor que se lució también en "Mina che cosa sei", en "Ella" y en "Forever Young", con marcada tendencia gay (no me digan después que soy homofóbico) es lo más lucido y lúcido del programa.
Hay también una presentación muy cinematográfica de la obra, con grandes fotos en pantalla amplia de Leo y Claude junto a Humphrey Bogart y Sam en "Casablanca", junto a Einstein, Salvador Dalí, Pablo Picasso, los Hermanos Marx, la reina Isabel y muchos otros, pero después de "Zelig" (Woody Allen, 1982) sabemos que ese tipo de composición fotográfica es posible de hacerse. Cuando comienza la obra se habla de París, el auge del surrealismo y de un artista que pinta cubos, todo hacía pensar en otra "Medianoche en París"... pero pronto vino la decepción.
Después vino la pizzería y el colectivo (Ah, sí, no dejo mi alma proletaria) y de vuelta a casa, con una frustración latente, que si le hubiese hecho caso al cronista de "La Nación" me hubiese ahorrado. Pero son cosas que pasan.
Esta no la recomiendo, ahorrense los 300 $ de la entrada y vayan a ver "Parque Lezama" que baja definitivamente de cartel el 26 de abril (día de mi natalicio, anótenlo).
Gracias por leerme otra vez hasta el final.
El Conde de Teberito (un crítico independiente).
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