viernes, 6 de mayo de 2016

Mi crítica de "Pasos de Amor (el Musical de la Paz)" (Teatro)

Muuuuuuucha paz... tanta que resulta indiferente. Por una vez me clavé. Pensaba en otra cosa, no sé... y como termina el domingo que viene me apuré y fui a verlo. De entrada nos enfrentamos a un musical argentino, en letra y música, dirección, puesta en escena y todos los rubros técnicos. Esto no se puede criticar, es un buen esfuerzo y un buen logro. Pero ya de entrada empezamos mal, el libretista es Rafael Jijena Sánchez, ¡¡¡un publicista!!! y el autor de la música otro desconocido (al menos para mí) Gabriel Senanes, aunque de frondoso currículum. No es por despreciar, se hacen muy buenos musicales argentinos (ahí tenemos a la dupla Cibrián Campoy-Mahler, que todo lo que tocan lo hacen éxito), pero este... no sé... como para exportar no está...
Pero vayamos a la anécdota, es muy simple: Alex un viejo guarda de tren que ha padecido una larga enfermedad tiene guardadas cuatro cartas de otros tantos personajes que conoció en su último viaje por la India en los años '40: un actor y poeta polaco (Lolek), una profesora de historia albanesa (Inés), un promisorio abogado hindú (Mohandas) y un pastor protestante que se imaginaba siendo médico (Michael). Claro, con el devenir de los años se convertirán en Juan Pablo II, la Madre Teresa de Calcuta, Gandhi y Martin Luther King. Primer error, ni Luther King es un actor negro (sino el gordo mafioso que ambicionaba el amor de Magdalena en "Más de Cien Mentiras", el musical de Sabina), ni Gandhi tiene la piel aceitunada de los indios sino que es blanquito como vos y como yo. (No habrán conseguido... me dirán). Lo que se cuenta de ellos en el viaje en tren que los reúne cuando todavía eran jóvenes idealistas, no aporta nada al saber popular, es lo que todos sabemos de ellos por la historia y por ser personas contemporáneas. Pero lo peor de todo es que son personajes unidimensionales, no tienen profundidad, ellos son buenos, así, simplemente, y muy buenos, dispuestos a soportar todas las injusticias. Pero coincidamos que en la vida de los santos siempre hay algún doblez, alguna zona un poco oscura que le da el caracter de personas. O al menos eso debió contar el autor cuando decidió convertirlos en personajes, para hacer más substancial el relato. Sí, Mohandas replica que podemos enfrentarnos al poder por medio del ayuno (tres veces lo dice en la obra, como si no supiéramos de las largas huelgas de hambre que hacía Gandhi que llegaban a durar como un mes). O Inés que se siente tan poca cosa, tan fuerte pero tan insignificante a la vez (todos conocemos la proverbial modesita de la Madre Teresa). O a Michael que no lo quieren dejar compartir el vagón de tren con los blancos por ser negro (¡pobre Luther King, era negro!), o la pasión teatral de Karol, que lo lleva a recitar algunos versos de "La vida es Sueño" (¿la habrá conocido?).
Todo está muy lindo, el coro brilla, así como las tres Parcas y el cuerpo de ballet es muy dúctil, todo tiene música de Broadway, muy lindo, muy lindo, pero la música hindú (o india, mejor dicho, ya que hindú es la religión) aparece sólo en un momento y como una pincelada, así como falta el gospel para Luther King (lo reemplaza por jazz, que no está mal, pero no era la música tradicional de él) ni la música eclesiástica de Karol Woijtyla.
Entre los actores ninguno sobresale. Está Juan Rodó sí, pero canta sólo al principio y al final y convengamos que Rodó es siempre el mismo, un tenor correcto, de buena dicción, de gran potencia de voz (que no logra con las notas sotenidas) pero que siempre es igual a sí mismo, puede ser Drácula, Claufio Frollo, Javert, Dorian Grey o La Bestia que siempre cantará igual. Y para el final dejo a Paula Almerares, una cantante lírica de amplia trayectoria e impecable voz, todavía joven, que tiene un muy ingrato papel, cantar al principio y al final de la obra como sotén a Rodó, como esa Anna que lo acompañó durante su larga enfermedad. Pero la pregunta que me hago es ¿qué sentido tiene poner una cantante lírica, con entonación operística en una obra musical de corte popular, que realmente produce un quiebre y un salto en la acción cantada? No sé, misterios de la producción. Resultado, que "Pasos de Amor" no colmó mis expectativas ("Hay una locomotora en escena", decía el diario, cuando lo que vemos es sólo la parte anterior y sólo por unos minutos), la escenografía, la coreografía, el canto están bien resueltos, pero no alcanza para darle espesor a la trama.
Conclusión, que de todo lo que voy viendo es la única vez que no me levanté para aplaudir.
Para acceder a los misterios que ejerce la India sobre la gente que la visita recomiendo ver fervorosamente la última película de David Lean (no confundir con David Lynch), de 1984, "Pasaje a la India", donde describe con precisión ese embrujo, mucho más que la correcta y didáctica "Gandhi" (Richard Attenborough, 1981), por todos vista y conocida.
Gracias de nuevo al que llegó hasta aquí por bancarme y por leerme.
Pablo (el crítico inflexible).

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