El domingo aproveche este veranito de San Juan que tenemos en pleno invierno y me fui a ver la última función de "La laguna dorada" con esos dos monstruos del teatro como son Pepe Soriano y Claudia Lapacó. La obra se hizo popular por la película que hicieran en la década del 80 Katherine Hepburn, Henry Fonda y su hija Jane Fonda haciendo el papel de hija. Claro que en esta puesta hay mayor cantidad de humor que de la nostalgia que impregnaba la película.
Ver a Pepe Soriano puede crear adicción. Verlo tan activo, vital, enérgico, movedizo e inquieto a sus 85 años cumplidos es envidiable y transmite vitalidad. Claro que está acompañado por otra movediza, entusiasta, vital y enérgica (perdón por la reiteración de adjetivos pero son los únicos que se me ocurren para describirlos) Lapacó. Este es un personaje que le calzaría como guante a Elsa, ya que va con su personalidad positiva, inquieta, siempre de buen humor y polentona. Me gustaría verla en este papel.
Todos recordamos a Pepe de haberlo visto en el cine, aquel inolvidable cegato de "Tute Cabrero" (J.J. Jusid), el intransigente anarquista alemán de "La Patagonia Rebelde" (H. Olivera), el Lisandro de la Torre de "Asesinato en el Senado de la Nación" (J.J. Jusid) o el irascible judío de "Pobre Mariposa" (R. de la Torre), sin olvidarnos de su atroz viejecita de "La Nona" (H. Olivera) que va a representar el año que viene en teatro por primera vez (recordemos que el papel en teatro lo hizo el querido Ulises Dumont) por cumplir los años del personaje. En teatro lo recordamos más cercano por su entrañable abuelo de "Gris de Ausencia", por el Sr. Doolitle de "Mi Bella Dama", por el Sr. Green de "Visitando al Sr. Green" o el cansado tasador de "El Precio", sin hablar de la madre de "Conversaciones con mamá" (obra que me perdí).
Acá son Román y Bel (Isabel) un matrimonio de "mediana edad" como se define ella ("nunca conocí a nadie que haya llegado a los 150", contesta él), él a punto de cumplir 80 y ella con 69, que retornan como todos los veranos a su rústica casa de la laguna dorada. Para festejar su cumpleaños se anuncia la llegada de su hija Eva (Emilia Mazer), de 42 años, soltera, sin hijos, acompañada por su nuevo novio dentista Tomás (Fabián Talin) y el hijo de éste, el catorceañero díscolo Tomy (Rodrigo Noya, exhibiendo sus 18 años, el chico de "Valentín", de "Hermanos y Detectives", y tantas otras). Al principio la relación entre el adolescente y los "viejos" es tirante, sólo le gusta "levantar minas" y no le gusta que lo "boludeen", como le dice a Román. Después de soplar las velitas de su torta, Román, lo primero que hace es mandar al adolescente a su cuarto a leer toda "La familia Robinson", un chico no muy aficionado a la lectura. Después de pasar unos días en la laguna la pareja joven anuncia que se va de vacaciones a Europa y que les dejará un mes a Tomy para que lo cuiden, el matrimonio acepta con estoicismo. Pero al pasar de las semanas se va afianzando la amistad entre ese hombre ochentoso y el crío, enseñándole a pescar y todas las actividades del pescador, fomentando su amor por la lectura, y adoctrinandolo, demostrándole que hay algo más en la vida que "levantar minas". Cuando por fin regresan a buscarlo Román le regala su caña en símbolo de su amor y promete ir a visitarlos en la ciudad. En Bruselas Eva y Tomás se han casado. Eva viene también a reparar viejos errores en su relación con su padre (a quien llama Román), que siempre fue temido por ella y ella por él. Al final logran subsanarse viejas heridas. Ya por irse de la casa,, un atisbo de infarto pone a Román frente a la muerte, tema con el que ha coqueteado toda su vida, y pone a Bel en situación desesperante al sentir que puede perderlo. Entonces le propone quedarse a pasar el año en la casa de la laguna dorada...
La obra contiene mucho humor (llevado sobre los hombros de Soriano y Lapacó) y algo de melancolía y dramatismo, muy bien dosificado y estados que pueden pasar de uno al otro en cuestión de segundos, muy bien resueltos por el director Manuel González Gil (a quien recordamos especialmente por su versión de "El diario de Adán y Eva", con libreto de Mark Twain, él mismo y los actores Miguel Ángel Solá y Blanca Oteyza, quienes también interpretaban la obra, llena de humor y patetismo), el texto es sólido y se sostiene por un ágil libreto, por los climas generados y por las actuaciones. Joselo Bella viene a completar el sexteto de actores, como ese cartero y amigo del pueblo de una risa contagiosa, que construye con minuciosidad y mil pequeños detalles haciéndolo también inolvidable a pesar de su corto protagonismo.
Pepe dijo unas palabras de despedida por tratarse de la última función: que se sentían plenos de alegría y tristeza, alegría por el trabajo realizado y tristeza por tener que despedirse de una labor que habían hecho con tanto esfuerzo y amor, y que no sabía si en realidad estaban aportando algo al teatro nacional, pero que se sentían conformes de haber reflejado la vida de cualquiera de la platea o de un amigo o de un vecino. Y prometió volver el año que viene.
Lógicamente fueron despedidos por una ovación y con todo el público de pie.
¡¡¡Pepe, te auguramos larga vida y una serie de éxitos más y te esperamos pronto!!!
Es realmente una lástima el que se la haya perdido.
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