El domingo asistí a una de las últimas funciones de esta obra de Ingmar Bergman multipremiada y actuada por Darín y Érica Rivas. No sé por dónde empezar, tal vez por mi enamoramiento desde siempre de Érica (único motivo porque fui a ver esta obra), ya que la considero, junto con Julieta Díaz las dos chicas más hermosas de la escena nacional de mi franja etaria. Así se lo demostré desde su primer obra de teatro comercial "Bienvenida a casa" de Neil Simon, donde actuaba junto a Carmen Maura y dirigidos por Oscar Martínez. Allí fui yo con mi ramo de rosas y mi carta de amor, sin saber que por entonces estaba embarazada de Rodrigo de la Serna, quien fue su compañero hasta hace algunos años atrás.
Pero vayamos a la obra. Yo ya había visto la versión de la misma obra que habían hecho Alfredo Alcón y Norma Alenadro en la década de los '90 dirigidos por ellos mismos. Y debo hacer una gran confesión. Bergman es el rey de los cineastas, aplaudido por todos y (menos) entendido por algunos. Pero a mí Bergman ME ABURRE. Lo digo sin culpa, me cae pesado. Es muy serio, muy solemne, demasiado sueco y desapasionado para mi gusto. Las pocas comedias que hizo ("Sonrisas de una noche de verano", "El Ojo del Diablo", "¡Esas Mujeres!"), me parecieron patéticas, no tiene el don de la comedia, no sabe de timming ni de musicalización ni de one liners para lo que debe ser una buena comedia. Y aquí estamos frente a una comedia... (¿?) supongo que fruto de la versión de Masllorens y González del Pino y su directora, la propia Aleandro. Por suerte la cosa acá discurre con mayor beneplácito, pero igual me resultaron pesadas la hora y cuarenta y cinco que dura la pieza. La historia ya la conozco, hay pocas variantes, es repetitiva. Pero están esos dos monstruo de la actuación que son Darín y Érica, excelentes comediantes los dos (considero a Érica una de las pocas buenas comediantes mujeres de su generación, por ahí sumadas a Natalia Oreiro, Valeria Bertucelli o Florencia Bertotti y pará de contar) que reman para llevar la obra a buen puerto. Y lo consiguen, con risas francas y limpias, sin golpes bajos, pero que igualmente dista mucho de lo que escribió Bergman.
La obra "Escenas de la Vida Conyugal" nació como una miniserie para televisión de 7 horas en 6 capítulos, luego Bergman la redujo a poco más de dos horas cuarenta para cine y finalmente pasó a obra de teatro. Esencialmente cuenta la historia matrimonial de Juan y Mariana, que se llevan muy bien, tiene dos pequeñas hijas, Eva y Karina y empiezan "escondiendo la basura debajo de la alfombra", como da en llamarse el primer cuadro. Luego vendrán seis cuadros más, de larga duración cada uno de ellos (salvo el último). Lo que vemos es el recorrido de como se fue desgastando ese matrimonio, hasta pasar por un aborto, por la presencia de una amante (Paula) en la vida de Juan, con la que convivió por dos años dejando sola a Mariana, la firma del acta de divorcio finalmente por parte de ambos y su casamiento con otras parejas de ellos dos. Pero lo que subyace es el gran amor y la atracción físico-espiritual que cada uno de ellos tiene por el otro, al punto de festejar sus 25 años de casados, casados con otras personas y siendo amantes en la clandestinidad de su casa de campo. Nunca dejaron de amarse ni de admirarse mutuamente. Y es eso lo que quiere transmitirnos Bergman, que debajo de todo amor siempre queda el fuego de la pasión, aunque este se alimente de vez en cuando o nunca. Bergman, que declaró en su momento: "Yo nunca estuve en contra del matrimonio, todo lo contrario, me casé siete veces". Y sí, Bergman supo ser muy buen amante de las actrices a las que dirigía y con las que luego se casaba (Liv Ullmann, la más famosa de ellas).
La obra en cine fue interpretada justamente por Liv Ulmann y por Erland Josephson, otro de los actores fetiches del sueco. Y su segunda y definitiva parte fue "Saraband" última película que filmó Bergman en su vida y que nos presenta a esos Juan y Mariana ya viejos, volviendo a encontrarse en casa de él y viviendo su última etapa de romance.
Puedo agregar que la obra (la presente) tiene muy brillantes momentos cómicos y no pocos dramáticos, pero que es fundamentalmente una obra de texto, de aquellas que hay que escuchar con todos los sentidos puestos en ello porque debajo de la pátina de la gracia es muy profundo y visceral lo que se está diciendo (y viviendo). También es cierto que en contra del refrán que dice "La letra con sangre entra" yo tengo mi propio refrán que es "La letra con humor entra". Ya sabemos que el humor es la forma más inteligente y persuasiva de transmitir un concepto y que como decía el pesimista de Niesztche: "Desconfío de todo aquello que no se pueda decir con humor". En síntesis, una obra densa, compleja, por momentos reiterativa y para quienes vimos la película y la versión anterior puede resultarnos un poco pesada, es sin embargo una celebración de la vida, del amor y de todos aquellos sentimientos que prevalecen en el tiempo.
La entrada es cara: 500 $ pero se puede conseguir por Tickets a 325 $. Para el que no la haya visto ni conozca el texto, la recomiendo (no vi la versión anterior de Darín con Bertucelli), van a pasar un buen momento, la gente va al teatro con ánimos de festejar y de reírse, y hay muy buenas frases en boca de los personajes. Ya faltan dos semanas para que baje de cartel, así que el que tenga ganas de verla... "apurensen"...
Gracias nuevamente por leerme hasta acá.
El Conde de Teberito (un crítico independiente).
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