¿Qué es una persona? O mejor dicho, ¿quién es esa persona? ¿El que es desde que nació? ¿El que se educó, creció, se formó y vive? ¿El que cree ser? ¿El que los demás le dicen que es? ¿El que la sociedad espera que sea? ¿El que su familia piensa que es? Todas estas preguntas (y muchas más) nos plantea esta inteligente comedia de Sébastien Thiéry (autor también de "Lluvia de Plata", también en cartelera) a lo largo de una hora y media. Y nos deja con muchas intrigas, tal vez con más preguntas de las que teníamos antes de entrar a la sala. Y lo hace mediante la forma más persuasiva: a carcajada limpia. Y es que el "Puma" Goity y Laura Oliva son los dos mejores intérpretes que pudo tener esta obra, Goty siempre rozando la perfección, convenciéndonos que es el mejor actor de comedia del panorama actoral actual.
La obra podría inscribirse dentro de las comedias del absurdo, pero con un marco bien preciso y definido. Transcurre todo dentro de una misma escenografía, la casa de la familia Piscis (Juan Carlos y Mariana Piscis), que de repente ha dejado de ser la casa de los Piscis, las llaves no abren la puerta, las bibliotecas antes no estaban, el decorado es diferente y donde estaba el cuadro de la madre de Juan Carlos ahora está el de un perro. Todo es profundamente inquietante. Juan Carlos es oftalmólogo y ese día recibe la llamada (a una casa que no tiene teléfono) de una voz que pregunta por el Sr. Schmitt. A partir de ese instante todos lo tomarán por el Sr. Schmitt, policía incluído, que irrumpe en su casa a partir de una llamada que él ha hecho. Y tratan de convencerlo (le exigen) de que él es el tal Schmitt, a lo que él se opone diciendo su verdadero nombre, pero ante la insistencia del policía y una posible detención comienza a falsear su nombre asumiendo su nueva personalidad. Ahora si bien es médico, ha cambiado de especialidad, es dermatólogo... y vive en el Uruguay. Lo visita un psiquiatra amenazante y le hace varios test para comprobar si esos cambios de personalidad son ficticios o no, si realmente el Sr. Schmitt quiere disfrazarse bajo el seudónimo de Juan Carlos Piscis y por qué. Él responde al principio con evasivas (no está muy seguro de su nueva identidad, y lo que es verdad, tampoco quiere asumirla) hasta que las circunstancias lo van convenciendo que es mejor que adopte esta nueva identidad, más que nada por seguridad. Pero en el transcurrir de la obra su esposa, que siempre lo defendió y estuvo de su parte, va convenciéndose de que ella es Mónica Schmitt. El problema mayor se presenta cuando el policía (vestido a la manera de la policía uruguaya) le pregunta por su hijo, a una pareja que ha decidido no tener hijos, qué edad tiene, si estudia o trabaja, si vive con ellos. Claro, todas son evasivas porque Piscis no sabe quien puede ser su hijo. Hasta que se lo presentan. Un muchacho de unos 25 años... negro. Su "madre" le realiza un discurso de bienvenida a la casa muy convincente, a lo que, en la intimidad, Juan Carlos la felicita, pero ella dice convencida que "es" su hijo. El final de la comedia (que de comedia se convierte en tragedia) no conviene revelarlo, porque así lo pide el autor de la obra, no porque sea nada del otro mundo (si uno está atento al devenir de los acontecimientos, se ve venir, era la única salida que quedaba) pero para el espectador desprevenido puede ser una sorpresa verdadera.
Y digo que Goity es el mejor actor para esta obra (se ha lucido en muchas obras desde aquel triple papel en "Humores que matan", dirigido por otro grande, Oscar Martínez, pasando por "Adentro!" de Mauricio Dayub, "El Método Gronholm", "Gorda" o el cantante Homero Addams de "Los Locos Addams") porque su gama interpretativa es infinita, así como los matices que exhibe en su actuación y los cambios de clima que provoca, basta escucharlo en su monólogo "charrúa" ante la pregunta "¿cómo se definiría?" practicada por el policía, que es todo un derroche de histrionismo, gracia e ingenio actoral. Laura Oliva lo acompaña con humor y cierta histeria característica en ella pero muy eficientemente. También se destacan Carlos Deleo y Fabián Minelli como el policía y el psiquiatra y en menor medida Mauricio González como el hijo de color... negro, quien tiene varios yerros en su tan corto parlamento y se muestra inseguro.
La dirección de Javier Daulte como siempre es muy eficiente, cambiando el enfoque desde el momento de su estreno (comparo lo que ví con la crítica del diario), siempre concisa y segura, haciendo un muy buen aporte musical al emplear bandas de sonido de las que compusiera Bernard Herman para las películas de Hitchcock (sobre todo "Con la muerte en los talones" y "Vértigo") teniendo en cuenta que una de las marcas de autor de Hitchcock fue la de utilizar la identidad del "falso culpable", es decir, un hombre común que se veía incriminado en algún caso delictivo o de espionaje o de asesinato no teniendo nada que ver en el asunto y pagando las consecuencias.
Como siempre, Goity elige comedias que dejan mucho para reflexionar, que podrían haber sido un drama o una tragedia si no hubiesen pasado por ese tamiz de la inteligencia que se llama humorismo y que sin su valiosísimo aporte quedarían en la medianía.
La recomiendo fervorosamente, vayan a verla (aunque todavía quedan un par de meses antes de que baje de cartel) y no hagan como yo, que por esperar el maldito 99 más de 40 minutos, llegué con 25 minutos de retraso a la función. Igualmente pude entender todo y disfrutar de la obra.
Gracias nuevamente por leerme hasta el final.
(El Conde de Teberito).
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