"Spotlight" es una película sobre la pasión. Sobre la pasión del trabajo. Sobre la pasión de hacer un buen cine, que se llevaría el Oscar a la mejor película más que justificadamente, arrebatándosela a ese mamarracho de "El Renacido" con González Iñárritu a la cabeza. "Spotlight" habla de unos tipos (periodistas ellos) que no pueden dejar de ser periodistas en ningún momento de sus vidas movidos por el apsionamiento de un caso que deben sacar a la luz. No sabemos nada de sus familias, ni siquiera sabemos si las tienen: siempre los vemos trabajando, aun cuando no están trabajando.
La película trata sobre algo que tal vez no nos haya pasado nunca, pero que bien nos podría haber pasado ("Podríamos haber sido tú o yo" dice en un momento Robbie). Algo que leemos todos los días en los diarios pero que (por suerte) no hemos vivido en carne propia, y que nunca viviremos. Sí, se trata del abuso infantil a manos de curas de la Iglesia Católica, más precisamente en Boston, donde se desarrolla el film. El diario en cuestión donde trabajan nuestros personajes es el "Boston Globe", a donde arriba un nuevo editor y se topa con la "Spotlight", o sea una célula periodística compuesta por cuatro profesionales que se dedican a "destapar ollas". El caso en el que están trabajando en una obviedad, por eso el editor nuevo, Marty Baron, les presenta el tema de los curas pedófilos. Sí, les interesa. Empiezan a investigar y se van dando cuenta que hay mucha tela para cortar en cuanto al tema. Incluso (ya avanzada la investigación) hablan con un psiquiatra que se dedica a esos casos que les dice que el 6 % de los curas abusan de los chicos, y que más del 50 % tiene relaciones con gente adulta, o sea que sacan la cuenta, y deben encontrarse en su ciudad con casi 90 curas abusadores. ¡Upssssssss, el número es provocador! Empiezan a rastrear todos los archivos y descubren 87 curas que fueron trasladados o que presentaron renuncias momentáneas y se dan cuenta que es la carne que están buscando.
Así toman contacto con los "sobrevivientes", como se llaman a sí mismos las víctimas de la pedofilia, que ya suman alrededor de 1000, sobrevivientes porque otra gran cantidad se ha suicidado por no poder asimilar el maltrato. Pero no se regodea en esos sobrevivientes (en la ceremonia del Oscar, mientras Lady Gaga cantaba muy emocionada, al piano, el tema de la película, se presentaron decenas de "sobrevivientes" auténticos que llevaban carteles e inscripciones en los brazos aludiendo a su situación), una película como esta podría haber dado para el golpe bajo, de mostrar escenas explícitas de niños abusados, pero no sólo no las muestra sino que las evita con justo tino. La labor del director Tom McCarty es impecable y supo conducir con sabiduría este barco. La película dura poco más de dos horas, pero gracias al ritmo y al montaje pasa con extraordinaria rapidez ante nuestros ojos. Hablamos del montaje, acá las escenas están editadas con tal ritmo que ningún plano dura más de 10 segundos, semejándose a la estructura de video clip sin caer en la desmesura. Los planos son abiertos y hay de todo, primeros planos, planos medios, americanos o generales y la cámara siempre está ubicada en el lugar correcto, esto para hablar de una gran paleta manejada por el director, que contó también con la luz adecuada para pintar sus fotogramas.
Podemos hablar de los actores, está ahí el gran Michael Keaton, con un rostro casi pelado y con arrugas, ya muy alejado de sus Beetlejuice o Batman burtonianos, un hiperkinético y gesticulador obsesivo que acá sin embargo se mueve lo justo que le indica su papel (que es bastante); una Rachel McAdams como esa Sacha Pfeifer tan hermosa como inteligente y entradora. Mark Ruffalo, siempre correcto en su Mike Rezander y está el impecable (como siempre también) Stanley Tucci en ese abogado Garabadian que por hacer su profesión con pasión no tuvo tiempo ni para casarse.
Como dije, la película se llevó el Oscar principal y cosecha elogios en todas partes, y está inspirada en aquella joya de "Todos los hombres del presidente" que comandaban unos jovencísimos Dustin Hoffman y Robert Redford sobre el escándalo Watergate que hizo caer a Nixon. De más está decir que esta película se trata siempre de casos verídicos y de la denuncia que el Boston Globe hizo contra la iglesia católica destronando a más de uno de sus miembros.
El film le da mucha importancia a la palabra, tiene unos diálogos tan rápidos que es casi imposible seguirlos con los subtítulos, pero cuando digo que le da el valor exacto a las palabras es porque las mide, las pesa y las cualifica de la misma forma que Sacha le dice a uno de sus entrevistados-víctimas: "En caso de abuso infantil no podemos hablar con eufemismos, hay que decir explícitamente lo que te hicieron". ¡¡¡Por fin un film que le da su valor al lenguaje!!!.
Como dijimos antes, "Spotlight" va de lo general o lo particular, haciendo que esos niños abusados puedan ser nuestros vecinos, amigos o gente que conocemos y que calló toda su vida su gran secreto. Y que ya es tiempo de hacerlo público en aras de la verdad.
Gracias por leerme nuevamente hasta acá.
El Conde de Teberito (un crítico independiente).
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