sábado, 21 de diciembre de 2019

Mi crítica de "Los Albornoz (delicias de una familia argentina)" (Teatro)


Ahora Teatrix nos somete al suplicio de tener que ver esta comedia de última (iba a poner de cuarta, pero me pareció muy alta la vara), bueno es saber que existen Los Macocos para no ir a verlos jamás. Habiendo tantas buenas comedias en el teatro argentino, tener que soportar esta porquería, llena de guarangadas totalmente gratuitas, actuaciones sobreactuadas (permítaseme el oxímoron), altisonantes y desfasadas, un argumento endeble y chistes de churrasquería, no tiene perdón de Dios (o del Diablo, vaya uno a saber). Los integrantes de esta banda de delincuentes son cuatro, a saber: Martín Salazar, Daniel Casablanca, Marcelo Xicarts y Gabriel Wolf, con la lamentable dirección de Sebastián Irigo, alguien que no sabe un ápice de lo que es el teatro ni el buen gusto. Una basofia por donde se la mire, se hace interminable la hora y diez que dura el espectáculo, aunque se escuche al público reír con ganas y rubricar cada "ocurrencia" con un aplauso.
Voy a ser breve en explicar el (escaso) argumento. La familia Albornoz está integrada por el padre, Pedro, la madre, Graciela, dos hijos Carlitos y Noemí y la abuela Dora. De buenas a primera el padre recibe un telegrama de despido de su trabajo y tiene que soportar los inefables insultos de su suegra (siempre muy subidos de tono). Consecuencia, le da un ataque y queda inmovilizado con un respirador que cuesta 2000 $ diarios mantenerlo. Pronto se hace imposible pagar los servicios y vienen a cortarlos, pero la abuela vende los servicios prostibularios de su nieta en favor de que no le suspendan los suministros. Loo único que la interesa a Dora es no quedarse sin cable para no perderse su programa del adorado Ernesto, un comerciante de la televisión que hace de su vida un show (hasta tenemos que verlo sentado en un inodoro haciendo sus necesidades). pronto hacen efectiva la amenaza y cortan todos los servicios. Ell hijo empieza por vender su sangre, luego su riñón y por último su córnea, hasta quedar de él sólo su cerebro y un ojo, mantenido en un frasco con formol. La hija, cansada de tanto tragar esperma (así como se los cuento), decide irse de su casa y hacerse de la Policía Financiera Argentina, por lo que termina arrestando a su propia madre y abuela. Este es el "ingenioso" argumento de una "comedia costumbrista" desmedida, histérica, procaz y totalmente prescindible. 
Las actuaciones presentan vergüenza ajena y son por demás ridículas y reiterativas. El ritmo de la obra, si bien es sostenido se vuelve cansino y ataca los nervios. Pueden pasar sin verla tranquilamente, de todas formas yo acá se las envío por si quieren comprobar lo que les digo. Nada más. R.I.P.
Y gracias por leerme nuevamente hasta aquí.
El Conde de Teberito (un crítico independiente).

jueves, 19 de diciembre de 2019

Mi crítica de "La Mecánica de las Mariposas" (Teatro-Brasileño)


Ahora Teatrix ha importado una nueva obra del teatro brasileño. Se trata de "La Mecánica de las Mariposas", obra dramática con texto de Walter Daguerre y dirigida por Paulo de Moraes (¿tendrá algo que ver con el gran VInicius?). La obra no es fácil de aprehender en una sola visión porque transita pro caminos diferentes, juega alternativamente con los mitos de Rómulo y Remo como así también con Abel y Caín y hasta con Edipo y Yocasta. Igualmente, gracias a la polisemia de los vocablos, las mariposas en cuestión pueden ser aquellas que la madre adora en su jardín y cultiva, o esa pieza de la moto de Remo, esa que falta en su carburador para poder arrancar y llevarlo de viaje iniciático por América del Sur. También es muy explícita la referencia a la vuelta del hijo pródigo, aquella de la Biblia. Sí, porque Rómulo y Remo (así se llaman los hermanos, bautizados por un padre ateo y comunista a quienes en una primera opción se iban a llamar Isaac e Ismael) son mellizos, han pasado su infancia jugando juntos pero uno de ellos decidió irse un día a recorrer mundo (Rómulo) y vuelve veinte años después a buscar su lugar. Claro, eso no le será fácil porque Remo se quedó. Y se quedó con un odio y un rencor difíciles de sobrellevar, con su profesión de mecánico y casándose con la primera novia de Rómulo, Liza, veterinaria ella y cuidando de la madre, Rosa o Rosalía, que coquetea con la demencia.
La vida en el taller no es sencilla, Remo debe convivir con su conciencia de haber visto morir a su padre, de tristeza o de melancolía tres años después de que su hermano partiera, dejándose estar sobre un sillón prendido a la televisión. También debe luchar con su esposa, quien por esas cuestiones de la competencia de quienes han estudiado, se siente un escalón por encima de su marido. Y está empeñada en abrir un emprendimiento en su granja, algo que ayude a las mujeres del pueblo a salir de la chatura: una iniciativa de exportación de tejidos con la adecuada recolección de lana y esquila de las ovejas. Para eso es fundamental la mano de Rosalía, hábil tejedora quien va a aportar su experiencia, más allá de su locura. Pero la vida se ve trastocada cuando, de improviso llega Rómulo, convertido en escritor de libros en inglés, sí, porque ha fundado su prestigio allende los mares y es conocido mundialmente como Romuld Wolf, seudónimo con el que homenajea a Virginia.
Y la vida no será la misma porque los dos hermanos pronto se enfrentan, uno con el odio y el otro desde la pasividad de quien sabe que está en falta. Remo le achaca la muerte de su padre y el haber robado para irse, son cosas que no pudo superar. Recordemos que en la tradición romana, Rómulo mató a Remo de una pedrada en la cabeza, cosa que este Rómulo hizo con su hermano al superarlo por medio de su ilustración y desplazarlo al lugar de un simple mecánico. Es más, el romance con Liza nunca terminó, y ahora juntos nuevamente, a ella se le vuelve a encender la llamita de la pasión, harta de la bestialidad y poca sutileza de su marido. Por eso que, una noche, después de fumarse juntos un porro de marihuana, Rómulo y Liza se entrelacen en las redes del amor. Y justamente sean observados por Remo, quien los hecha de su casa.
Antes de ese suceso, hubo que lidiar con el enamoramiento de Rosalía de su propio hijo, a quien confundió, desde su insanía con Otto, su marido, alguien que físicamente era muy parecido a Rómulo. Y así lo tomo entre sus brazos y lo besó apasionadamente, lo llevó a ver el jardín en el que había esparcido las cenizas del difunto y luego lo arrastró a su propia cama. Eso ante la mirada atónita de Remo y Liza quienes temen romper el hechizo diciéndole la verdad, aunque finalmente, luego de la traición entre cónyuges saldrá a la luz. El 16 de junio es el día en que Rómulo se marchó y tres años más tarde es la misma fecha en que murió su padre. Él  anota todo en su librito de apuntes, convencido que esa fecha es una cábala mágica que debe utilizar para alguno de sus libros. Él le ha traído un montón de sus publicaciones a su hermano, quien no puede leerlas porque están escritas en inglés. Rosalía reacciona impávida ante la fulguración de que quien está entre sus brazos no sea Otto sino Rómulo. Poco a poco va a ir entrando en razones, si bien nunca abandona su limbo. Liza deja el hogar después de haber sido descubierta entre las piernas del cuñado, por lo cual muestra un sincero arrepentimiento, declarándole a Remo que todavía lo ama. Él hace de tripas corazón y la manda de paseo con emprendimiento y todo: él es quien debe permanecer en la casa para atender el taller y ocuparse de su madre.
Remo había ganado la moto de manos de un viejo loco al que ayudó a reparar su remolque, que vivía en el bosque y al que todos tenían poro un ser siniestro que había matado a su esposa. Pero Rómulo vendrá a demistificarlo: le dice a su hermano que el viejo no era loco, sino simplemente un hippie que había quedado solo en el mundo después de la muerte de su esposa, y con quien él aprendió el amor por la literatura: fue el viejo el que le acercó los primeros libros de escritores importantes (entre ellos el "Fausto" de Goethe, que ahora reposa encima de una mesa) y quien le hizo interesarse por el rock y las canciones en inglés, con él recorrió los recuerdos de Woodstock y los míticos albums de los Beatles, los Rollings y demás personajes. Y fue justamente donde el viejo tenía su trailer que Rómulo puso su carpa después de haber sido echado de la casa por Remo y ahí,  justamente, donde dejen a su puerta la mariposa que le hace falta a Remo para completar su moto, y que Rómulo venga a ofrecérsela como gesto de reconciliación. Por fin Remo puede hacer funcionar la moto y decide emprender su viaje ritual por Sudamérica y reconciliarse con su hermano. No, no crean que todo termina mal, ellos se funden en un abrazo fraternal que servirá para restañar viejas heridas. Claro, la aparición de la mariposa no fue mágica, todo tiene una explicación que no conviene develar acá.
Liza le ofrece acompañarlo a Remo en su viaje, pero éste le dice que no, que mejor se quede a cuidar de su madre y a seguir con sus proyectos de exportación de tejidos, que lo espere para su regreso. Y así será que Remo se convierta en escritor, enviándole su libro a su hermano desde lo más profundo de América...
Todo termina en paz y la fábula de los constructores de Roma amamantados por una loba termina bien, diferenciándose de la leyenda.
La realización de esta grabación fue hecha en San Pablo en el 2012, pero recién ahora llega a las pantallas de Teatrix, por donde la pueden ver todos los  que hagan click en el "Ver obra". Los actores están bien, sin descollar ninguno, se dejan ver, como todos los elencos brasileños que pude ver por esta aplicación. Los nombres de ellos (sin saber qué personaje hace cada cual) son: Ana Kutner, Eriberto Leao, Otto Jr. y Suzana Faini. Ahí tienen una buena obra, consistente, con pasables actuaciones y con una dirección que apunta más al texto que a los sentimientos. Que la disfruten.
Y gracias por leerme nuevamente hasta aquí.
El Conde de Teberito (un crítico independiente).

sábado, 14 de diciembre de 2019

Mi crítica de "Un Día Lluvioso en Nueva York" (Cine-Woody Allen)

Acabo de ver,  esta, la última película de Woody Allen, fechada en el 2017 y recién permitido su estreno debido a todos los problemas que tuvo Woody con el vacío que se le hizo en la industria del cine por las declaraciones de su hija adoptiva. Cierto es que parecía un film condenado a dormir el sueño de los justos en un cajón, pero afortunadamente distribuidores de nuestro país decidieron estrenarla, conjuntamente con algunas ciudades de Estados Unidos y con Francia. Si bien Woody se encuentra dando loa toques definitivos a su nueva película "El festival de Rifkin", filmada en el País Vasco, parece haber encauzado su ritmo de trabajo después del traspié que la hija de Mia Farrow le hizo pasar, con sus declaraciones de abuso sexual cuando era una nena (que ya fue absuelto por la justicia de su país en esos tiempos). Lo realmente importante es que nos encontramos acá en el justo terreno de Allen: la comedia, aquel que nunca debió haber abandonado. Si bien tuvo romances con temáticas más serias, como el crimen, la culpa, la religión, etc., Woody volvió a su gran amor, la comedia de enredos sentimentales, en la cual se defiende como pez en el agua.
El director acaba de cumplir sus 84 años, pero sigue filmando como si tuviera 30, rodeado de mujeres bellas (acá particularmente Selena Góemz y Elle Fanning, muy hermosas las dos), hablando de sexo y tomando como personajes centrales a jóvenes de veintipico de años. De nuevo nos encontramos con diálogos rápidos y abundantes (es clásica la verborragia de sus personajes), en su mayoría brillantes, y puedo decir, sí, que esta es una de las mejores películas que nos ha brindado en estos últimos 15 años. Acá, como es frecuente en sus películas de los últimos 25 años (donde fechamos su casamiento con su hija adoptiva Soon-Yi, de quien sigue enamorado y le ha permanecido fiel),la fidelidad reina por sobre la trama de engaños y desengaños que viven sus personajes. Hay escarceos amorosos fuera del noviazgo, como en todos sus films, claro, pero se resuelven de la manera más honesta posible. Hasta para que aparezca la aventura extra-noviazgo se debe dar por finalizado este último. Siguen brillando los personajes conflictuados, envueltos en dilemas éticos o morales, los temas de la religión, el sexo o la muerte, todos tratados bajo la óptica de gran humorista. Como hemos hablado siempre el humor salva, es una gran fórmula para vencer los problemas cotidianos o aquellos más trascendentes y universales, afortunadamente Woody ha vuelto al camino de la comedia para tratar sus reflexiones y nos regala frases de por sí inolvidables y que ya pasarán a integrar el gran archivo de "frases-Woody".
Acá acompañamos a una pareja de novios en su viaje a Nueva York, venidos desde la universidad de Yardley, en el oeste americano. Ellos son Gatsby Welles (el desgarbado y flacucho Timothée Chalamet y su pareja Ashleigh Enright (la Aurora de "Maléfica", la bella Elle Fanning), ciudad en donde viven los padres de él, a quienes no tolera demasiado, y a dónde arriban por un reportaje que debe realizar ella para el periódico de la universidad al cineasta Rolland Pollard (Liev Schreiber). Por supuesto que Ashleigh admira a este director, estudiante de cine ella, de quien conoce toda su filmografía, así como la de consagrados e históricos directores europeos u orientales. Y encontrarse con él supone la máxima aspiración a que puede esperar una chica de provincias. Por eso se deja seducir prontamente por este realizador de mediana edad que no está conforme con su última producción. Por eso es que los planes de ver Nueva York con su novio se desdibujan a medida que va pasando el día (lluvioso, para colmo), ya que el cineasta la invita a ver su film en compañía de su guionista, Ted (Jude Law) y los tiempos se dilatan. A Woody siempre le gustó filmar en días nublados o de lluvia, le escapa al sol como a la peste, y acá se dio el gusto de ubicar temporalmente a sus seres en un fin de semana completamente pasado por agua.
Pero todo se complica cuando Rolland desaparezca de la proyección, agobiado por las dudas y ella y el guionista deban salir a buscarlo. Claro, la tarea no es fácil porque supuestamente ha salido para emborracharse, y en los sitios donde suele frecuentar no está. Entre tanto Gatsby visita a su hermano Hunter y a la novia de este, el cual ha decidido suspender el casamiento porque no soporta la risa de ella, es más, lo deserotiza completamente. Se encuentra con otro amigo que está realizando un cortometraje y le propone salir en la película, pero allí debe compartir un beso con la actriz Chan Tyrell (Selena Gómez), quien es la hermana de una antigua novia suya. El beso sale algo forzado al principio, mientras ella se burla de él y su noviazgo con una chica de Colorado, pero en la tercer toma él se ablanda y logra besarla con la pasión necesaria para dar por buena la copia. No tararán en arreglar para pasar juntos el resto del día, un día en que la chica de Colorado está muy atareada buscando a su entrevistado y así se lo deja saber a su novio por celular. Llueve, para colmo, como para que sea más romántico el ambiente. "No siempre llovía en mi barrio, pero lo recuerdo así porque es más romántico", nos dice la voz en off de Woody en el comienzo de "Días de Radio" (1986), así que ya hizo su declaración jurada.
Van juntos a la casa de ella para que se cambie, y allí él aborda el piano y se pone a tocar y a cantar un tema sentimental, con lo cual logra sonsacarle a Chan que ella siempre estuvo enamorada de él... Pero la cosa no pasa a mayores, esa tarde deberá encontrarse con una nueva conquista, un dermatólogo presentado por una amiga. Y construyen juntos un guión que transcurren en un día de lluvia y dónde él es abandonado por su novia y se encuentra con su nueva prometida debajo del reloj que hay en el Central Park, justo a las 6 de la tarde... Van juntos a un museo de arte en donde todo termina de complicarse, él que no pensaba ir a la fiesta que realizan sus padres, se encuentra con una pareja de tíos que han viajado para dicha fiesta y lo hacen hablar con su madre prometiéndole que irá, junto con con su novia, la cual se encuentra muy atareada con Ted, el guionista. Juntos están buscando en auto a Rolland, y ven justo a la esposa de Ted, quien dijo que salía de compras, meterse en el departamento del mejor amigo de él. Gran conmoción, éste la enfrenta y Ashleigh baja del auto, con lo cual la cosa se complica aún más. Pero todo esto está jugado en tono de comedia romántica, rápida, alocada, de gags ingeniosos, con el estilo del mejor Woody. A Ashleigh le falta conocer al actor Francisco Vega (Diego Luna) para enamorarse perdidamente, quien, junto con la píldora del día después es lo mejor que le ha pasado al mundo. 
Chan y Gatsby se separan y cada cual sigue su vida (si se vuelven a encontrar o no es obra del azar, del destino o de la sutileza de Woody, quien nos reglará un final a toda orquesta), mientras Ashleigh sale en los noticieros como la nueva pareja de Francisco Vega, y esto llega a ojos (y oídos) de Gatsby, quien piensa que su novia lo abandonó. Algo hay de cierto porque ella decide acompañar a la casa a Vega y acostarse con él... lo que no está en los planes de ninguno de los dos es que la novia de éste volverá antes de su viaje.
En fin, una película tan desopilante como divertida y plena de ingenio, donde cada línea de diálogo está donde tiene que estarlo y juega un rol importante dentro del guión general. Para disfrutarla en grande y reencontrarse con el mejor Woody, aquel que nos entregara títulos tan importantes en el pasado (sin llegar a esos niveles, lógico), pero nos regala un pasatiempo más que estimable. Vuelve al jazz y a las mejores creaciones para este género y vuelve a Nueva York y a sus paisajes icónicos (ahora bajo la lluvia, que si bien no es cantando, como en la memorable película de Stanley Donen, sí con una parla abundante). Ojalá que Woody siga en esta senda de la comedia que es en definitiva lo que lo hizo un gran director y un gran humorista (y humanista, término que va de la mano).
Y gracias por leerme nuevamente hasta acá.
El Conde de Teberito (un crítico independiente).